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EL GRAN GARROTE

8 de diciembre de 1997

Hasta los propios medios de comunicación de Estados Unidos están señalándolo con preocupación: el gobierno de Washington está acumulando resentimientos en el mundo entero en su nuevo papel de única superpotencia mundial. Para ellos, los responsables de la política exterior estadounidense están aprendiendo a las malas que asumir ese rol es mucho más difícil de lo que parece. Al fin y al cabo en la época bipolar de la Guerra Fría el mundo era un mapa en blanco y negro en el que las críticas provenían de los enemigos y las alabanzas de los amigos. Hoy por hoy, sin embargo, Washington, estimulado por su evidente florecimiento económico, despierta cada vez más reacciones hasta entre sus aliados más cercanos cuando, sin contraparte a la vista, decide imponer su voluntad. Como resultado, en los cinco continentes crece la idea de que la acumulación de un poder exagerado en lo político, económico y hasta cultural ha dado paso a una arrogancia que podría resultar peligrosa. En el mundo entero la actitud norteamericana viene suscitando en los últimos tiempos críticas adversas ante tópicos muy variados. Los siguientes son algunos ejemplos: Mandela y GaddaffiLa semana pasada el presidente surafricano Nelson Mandela fue blanco de las más violentas críticas del Departamento de Estado por haber visitado en Trípoli al coronel libio Muammar Gaddaffi. Pero Mandela rechazó esa actitud de querer imponerle los puntos de vista de Washington con palabras agrias: "¿Cómo pueden tener la arrogancia de dictarnos dónde podemos viajar y quiénes pueden ser nuestros amigos? Gaddaffi es mi amigo. Nos apoyó cuando estábamos solos y cuando quienes ahora tratan de impedir mi visita eran nuestros enemigos. Ellos no tienen moral. No podemos aceptar que un Estado asuma por sí solo el papel de policía internacional".
El calentamiento global
Unas 150 delegaciones se reunieron hace dos semanas en Bonn, Alemania, para discutir los términos de un tratado que se celebrará en diciembre en Kioto, Japón, sobre las medidas que deben tomarse contra el llamado 'efecto invernadero', o sea el calentamiento de la atmósfera. Los europeos sostienen en ese tema que es necesario llegar en 2010 a que las emisiones de dióxido de carbono y otros gases responsables del efecto hayan sido reducidas a los niveles de 1990 menos un 15 por ciento. La propuesta del presidente norteamericano Bill Clinton, presentada con bombo y platillos, se limitó a que en 2012 esas emisiones estén en el mismo nivel de 1990. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Klaus Kinkel, se quejó amargamente: "Cómo pueden los norteamericanos, con cerca del 5 por ciento de la población mundial, seguir emitiendo el 25 por ciento de los gases? Ese es un desequilibrio flagrante que no puede continuar". La actitud ante IrakLa semana pasada el mundo revivió la tensión en el Golfo Pérsico cuando el presidente iraquí nuevamente impidió la inspección de sus instalaciones industriales por parte de los enviados de la ONU, que deben certificar que no son usadas para fines militares. De nuevo Washington volvió a alistar sus aviones bajo el manto de la ONU para castigar la insolencia del dictador. Pero esta vez los aliados de Estados Unidos están más renuentes a repetir una política de fuerza que ha demostrado su incapacidad para sacar a Saddam Hussein del poder. A cambio esos países, sobre todo Francia y Rusia, favorecen la exploración de incentivos de mediano plazo para hacer que Hussein mejore su comportamiento. Un portavoz francés sostuvo que"el petróleo iraquí no puede y no debe seguir por fuera del mercado mundial para siempre, mientras los precios suben. La vida es un movimiento constante, el tiempo pasa y las circunstancias cambian. Estamos creando en Irak un océano de odio entre la gente de la calle, que es la que sufre a Saddam, y ese odio permanecerá cuando él se haya ido". Las minas 'quiebrapatas' Pocos temas producen tanta unanimidad como el de las minas terrestres, o 'quiebrapatas', que matan al año alrededor de 26.000 personas y siembran el terror en millones de habitantes de 50 países. Múltiples organizaciones internacionales propenden por la firma de un tratado que prohíba definitiva y totalmente la fabricación, venta y exportación de las minas terrestres, que ya son un problema insoluble porque el número instalado de esos artefactos supera la capacidad mundial para desactivarlos.Sin embargo el gobierno estadounidense ha oficializado su oposición a que las minas se prohíban absolutamente, basado en que sus minas son más avanzadas desde el punto de vista técnico pues se desactivan por sí solas y, en la situación particular de Corea del Sur, que supuestamente no sobreviviría un ataque del Norte sin su cinturón protector del paralelo 38. Esas excepciones son rechazadas por la mayoría de los países que se reunirán al final del año en Ottawa, Canadá, para tratar de llegar a un acuerdo. Para ellos la posición de Washington podría malograr los esfuerzos al invitar a otros países a establecer excepciones según sus conveniencias.
La Otan y la UE
En junio pasado el gobierno de Clinton enfureció a sus aliados más cercanos cuando cerró toda posibilidad de discusión sobre los países de Europa Oriental que serían aceptados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte _Otan_. El propio presidente anunció que solo Polonia, Hungría y la República Checa serían incluidos en la primera tanda. El presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro italiano trataron de interceder por sus candidatos Eslovenia y Rumania, pero sin éxito. Un periódico de París reportó haber oído a Chirac decir que "estamos perdiendo nuestro tiempo aquí. No somos más que extras en el plan de mercadeo de Clinton. Los norteamericanos ya han decidido todo y nos ven como una basura". Para empeorar las cosas, los europeos resienten que Estados Unidos los presione para aceptar en la Unión Europea más países del sector oriental, particularmente a aquellos que Washington ha bloqueado su ingreso a la Otan. Bloqueos comercialesPero tal vez el tema que más molesta a los países aliados de Estados Unidos, por pretender crear una aplicación extraterritorial de la ley norteamericana, es el suscitado tanto por la ley Helms-Burton, que prohíbe realizar transacciones comerciales sobre los bienes norteamericanos confiscados por el gobierno cubano después de 1959, como por la iniciativa D'Amato-Kennedy, que busca bloquear los negocios con Irán y Libia. En respuesta a la primera no sólo algunos países, como México, adoptaron leyes 'espejo' que prohibieran su cumplimiento, sino que algunos legisladores canadienses presentaron, en tono irónico, un proyecto de ley que sancionara a las compañías estadounidenses que comerciaran con activos confiscados por la revolución norteamericana. En cuanto a la segunda, muchos países europeos aplaudieron la actitud de la petrolera francesa Total, que firmó un contrato por 2.000 millones de dólares para desarrollar una explotación iraní.¿Cómo explicarlo?La respuesta oficial del gobierno de Clinton ante todas esas críticas es que Estados Unidos está destinado a ser llamado imperialista si asume con demasiado entusiasmo su papel de único líder mundial, o de aislacionista si se abstiene de hacerlo. Por otra parte, la caída de la amenaza soviética ha llevado a un efecto paradójico: los aliados ya no se sienten inhibidos de atacar sus políticas. Pero aparte de su abierto unilateralismo en muchos temas, lo cierto es que al menos algunas de las críticas son provocadas por una cierta ingenuidad diplomática que hace que el exceso de optimismo o de seguridad parezca arrogancia. Hay, como dice el analista colombiano Vicente Torrijos, "una falta de preparación y de tacto en la forma como se presentan los temas, y es que el perfil diplomático de la Guerra Fría no es el mismo que se necesita ahora. Cuando Nixon nombró a Kissinger secretario de Estado, por ejemplo, era fácil la identificación con ese hombre duro ante el comunismo. Hoy se necesita un equipo que sepa balancear los intereses y las susceptibilidades de un mundo mucho más complejo".Esas actitudes unilaterales de Estados Unidos producen más reacción en la medida en que, aunque ese país es el mayor deudor de la Organización de Naciones Unidas con 1.300 millones de dólares en contribuciones atrasadas, eso no le impide que intente dictar su propia concepción de lo que debe ser esa organización en el futuro. Lo cierto es que el mundo requiere un líder, y Estados Unidos ha tenido que asumir ese papel casi a regañadientes. Pero sus pies son de barro. Se trata del único país capaz de proyectar su poderío militar en cualquier parte del orbe, pero al mismo tiempo, con un billón de dólares, tiene la mayor deuda del planeta. El reto de su política exterior es descubrir los límites reales de su poder para que éste no se convierta en el germen de su declive histórico.