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HACE 40 AÑOS

A tiempo con la conmemoración del levantamiento de 1956, los historiadores revalúan la trascendencia histórica de ese evento.

18 de noviembre de 1996

El 23 de octubre de 1956 Budapest fue el centro de la atención mundial. En esa fecha estalló en Hungría un levantamiento popular, iniciado por los intelectuales y los estudiantes, que fue aplastado por los tanques soviéticos. Los húngaros pagaron muy caro haberse adelantado en más de 30 años a la caída del bloque comunista, pues entre 2.000 y 3.000 de ellos _incluido su primer ministro, Imre Nagy_ fueron ejecutados en los meses siguientes. Cuarenta años más tarde el tema está siendo sometido a un nuevo escrutinio a partir de la mayor apertura de que gozan los archivos oficiales de los países involucrados. Como resultado, hoy se conocen hechos que sugieren que el levantamiento estuvo realmente a punto de cambiar la historia del siglo XX.Aunque se trató de una revuelta genuinamente popular, desatada por el descontento con la política económica y la ocupación soviética, el protagonista de la historia fue Imre Nagy, un dirigente comunista que había regresado de Moscú después de la Segunda Guerra Mundial y se había ganado el favor popular en su paso por el poder entre 1953 y 1955. Nagy, impuesto por los soviéticos post-estalinistas, hizo reformas que unos años más tarde podrían haberse caracterizado como hacia el 'socialismo con rostro humano'. Pero para 1955 las reformas de Nagy ya parecían excesivas y el anterior primer ministro, Matyas Rakosi, fue instalado de nuevo en el poder. En octubre de 1956 el descontento popular había llegado a su límite, y el 23 estalló la revuelta. Después de combates callejeros en los que murieron cientos de personas, el 27 Nagy fue proclamado primer ministro, el cardenal Mindszenty fue liberado de su prisión perpetua y se permitió la actividad de los partidos. Cuando Nagy proclamó el retiro de Hungría del Pacto de Varsovia y declaró la neutralidad del país, Moscú dio la orden de ataque a sus tanques. Tras salir de la embajada yugoslava, donde había buscado refugio, Nagy fue encarcelado y luego de un momentáneo traslado a Rumania fue fusilado por 'alta traición'. En el poder quedó Janos Kadar, un equívoco personaje que sorteó la situación y permaneció en el poder hasta el final del bloque comunista, en 1989.El reexamen del tema muestra un panorama mucho más complejo. Los historiadores, reunidos hace pocas semanas en Budapest, se enfrentaron a nuevas evidencias sobre aspectos poco conocidos del levantamiento. Su análisis abre posibilidades de interpretación insospechadas. Los más importantes son los siguientes:_Cuando comenzó la revuelta, Radio Europa Libre, una emisora de la CIA _Central de inteligencia de Estados Unidos_, inició una serie de transmisiones en las que prometía que el apoyo occidental llegaría en cualquier momento y anunciaba manifestaciones populares en capitales europeas en apoyo del movimiento. Nada de ello resultaría cierto. Los comentaristas de REL atacaban a Nagy como "poco húngaro"y sugerían que el poder debía entregársele al cardenal Mindszenty._Las notas de un miembro del Politburó soviético indican que Nikita Kruschev tenía dudas sobre el procedimiento por seguir, y oscilaba entre dejar a los húngaros, con Nagy a la cabeza, resolver el problema, o aplastar la rebelión. Las notas sugieren que resultó crucial en la decisión final la presencia en Moscú de una delegación china, porque Mao pensaba que la revuelta no sólo iba contra los soviéticos sino contra el comunismo en sí.¿Pasó por la mente de Kruschev dejar que ocurriera lo que permitió Mijail Gorbachov en 1989? ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos prometió una ayuda que nunca llegó? ¿El camino ideológico del medio propuesto por Nagy era algo que ni EU ni la URSS estaban dispuestos a aceptar? ¿Qué tanta importancia tuvo el papel chino? Los historiadores tienen la palabra.