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LA BATALLA DE LA ONU

LA ELECCION DE ANNAM COMO SECRETARIO GENERAL DE LA ONU SEÑALA EL VIRAJE HACIUA UNA MAYOR INFLUENCIA DE ESTADOS UNIDOS A COSTA DE FRANCIA.

20 de enero de 1997

Aunque pocos lo advirtieron, la elección del nuevo secretario general de la Organización de Naciones Unidas señaló un hito en la historia del máximo organismo multilateral del planeta. Pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que Koffi Annan sea de raza negra, ni que provenga del Africa Subsahariana (es de Ghana), características que por sí solas hubieran sido suficientes para elevar su escogencia a los libros de historia. Porque lo realmente nuevo es que con Koffi Annan parece definirse la lucha por el vacío de poder dejado por el fin de la guerra fría. El ganador era previsible, la preeminencia será de la cultura anglosajona, con Estados Unidos a la cabeza. El perdedor también era previsible: París fue derrotado en otra batalla en su esfuerzo por recuperar el brillo y la influencia mundial que tuvo en otras épocas. Francia había apoyado con todo su peso diplomático la reelección del egipcio Boutros Boutros-Ghali, de 74 años, un respetado diplomático educado en la Sorbona y quien gusta de conducir sus asuntos en un francés clásico. En cambio Koffi Annan, de una prominente familia de jefes de Ghana, estudió en Estados Unidos y, aunque habla francés, es muy elocuente en inglés, su segunda lengua. No es raro que hayan sido precisamente las delegaciones de Australia, Gran Bretaña y Nueva Zelanda las que hicieron el trabajo de lobbying que el Departamento de Estado de Washington prefirió no hacer por sí mismo.El gobierno conservador de Jacques Chirac había puesto sus esperanzas en la reelección de Boutros-Ghali para salvar un año en el que sus reveses no han sido pocos, sobre todo precisamente en Africa. Varios gobiernos de ese continente habían recibido con alborozo la elección de Chirac porque significaba el regreso a los años del gaullismo, cuando París repartía su paternalismo a cambio del mantenimiento de su influencia excluyente. Chirac había criticado a su antecesor, el socialista François Mitterrand, por condicionar su apoyo a los gobiernos de sus ex colonias a la toma de pasos hacia la democracia.Pero Chirac se tuvo que enfrentar este año con la realidad de que la actuación unilateral de Francia en sus antiguas colonias ya no es posible. A tiempo que inauguraba el 5 de diciembre la cumbre de sus antiguas colonias en Burkina Faso, su discurso, dedicado a la gobernabilidad, resultó patético ante el ataque de soldados amotinados contra el gobierno de Ange-Felix Patassé, que dispararon a un hotel en la capital de la República Centroafricana. Las tropas francesas, que en mayo apoyaron al gobierno en otro alzamiento, devolvieron el fuego, pero París tuvo que reconocer que estaba en una situación sin salida. El ministro de Defensa del Eliseo tuvo que declarar que "no hay ninguna posibilidad de que las tropas francesas entren en un conflicto interno". Y es que los cuestionamientos a la presencia francesa vienen tanto de otros países occidentales como de los propios africanos. El secretario de Estado norteamericano Warren Christopher resultó personalmente involucrado cuando París se quejó ante la inclusión de Mali, antigua colonia francesa, en su gira de octubre. Christopher dijo agriamente que "ha pasado el tiempo en que Africa podía ser dividido en esferas de influencia, cuando potencias extranjeras podían considerar grupos de países como su dominio". Su irritación le ganó una ofensa personal del ministro de Relaciones Exteriores francés, Hervé de Charette, quien con maneras poco diplomáticas se ausentó del brindis de despedida otorgado a Christopher en la Otan. Como si eso fuera poco, los rebeldes de Zaire y Ruanda impusieron un veto efectivo a la intervención de soldados franceses en el primer país. Ruanda, dirigida hoy por una élite tutsi que se crió en inglés en el exilio de Uganda, no perdona que París se haya puesto del lado del gubierno hutu que masacró en 1994 a cientos de miles de tutsis. Nunca antes un país francófono se había salido de la órbita francesa en forma tan desafiante, y de ahí que el gobierno de Chirac tema que otros sigan la tendencia.Es en ese contexto que los responsables de la política exterior francesa decidieron apoyar con todo a Boutros-Ghali, y perdieron. La elección de Annan, sin embargo, no complace a todo el mundo. Al fin y al cabo, ese hombre de 58 años, casado con una intelectual sueca, ha vivido los últimos 30 años en Estados Unidos como burócrata de la ONU. Por eso, muchos sospechan de los argumentos norteamericanos según los cuales Annan es el hombre adecuado para reformar y revitalizar la organización para el siglo XXI. Aunque no le faltan méritos diplomáticos, como en la reciente entrega de la misión de Bosnia a la Otan, muchos lo ven como un hombre más inclinado a satisfacer las necesidades de la diplomacia norteamericana. El Khaleej Times, de los Emiratos Arabes Unidos, simbolizó ese temor al decir que "Annan tendrá que probar a otros miembros del Consejo de Seguridad que no es una marioneta estadounidense".