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LA COLERA DE ALA

Por primera vez, diplomáticos soviéticos se convierten en blanco de los fundamentalistas Islámicos.

4 de noviembre de 1985

La sangrienta "guerra de campos" en el Líbano da para cualquier cosa. Por primera vez, la Unión Soviética, gracias a las acciones de sus aliados, se ha convertido en uno de los blancos de las facciones en pugna en Beirut. Arkady Katkov, secretario consular de la Embajada de la URSS en esa ciudad, fue fríamente asesinado el miércoles 2 de octubre pasado por sus secuestradores, miembros al parecer de una misteriosa agrupación autodenominada Organización Islámica de Liberación (OIL) -Fuerzas de Ibn al Walid-. Invocando "el nombre de Dios, el muy misericordioso", la escalofriante nota del grupo terrorista que anunciaba el hecho, dice: "Nosotros hemos ejecutado la sentencia divina sobre el primer rehén y ejecutaremos a los otros si nuestras exigencias para detener todas las campañas ateas contra el Trípoli islámico no son satisfechas".
¿Qué es la OIL? ¿Cuál su dirigente? Nadie lo sabe. El cadáver, en todo caso, de Arkady Katkov, quien tenía 32 años, fue encontrado abandonado en un potrero próximo a la Ciudad Universitaria de la ciudad, 42 horas después de haber sido secuestrado. Tenía un tiro de pistola en la sien y una herida de bala mal cuidada en un pie, causada por los atacantes cuando él resistió el secuestro. Otros representantes de la URSS -Oleg Spirig, agregado cultural, Valery Kornev, funcionario comercial de dicha legación, y Nikolai Verssky, médico de la Embajada- habían sido secuestrados, como Katkov, en pleno día, el lunes anterior a manos de pistoleros fuertemente armados.
La oscura organización cumplía de esa manera su amenaza, formulada el martes, de ultimar a sus víctimas si los ataques de las milicias pro sirias y de sus aliados del Partido Comunista Libanés continuaban sus hostigamientos en Trípoli contra las fuerzas del Movimiento de Unificación Islámica, fuertemente golpeadas en los últimos días. Por ello se presume que los asesinos del diplomático soviético son militantes musulmanes sunitas.
Este sector tiene por jefe al cheik Said Chaabane, un viejo caudillo religioso que en las últimas horas admitió la posibilidad de que ciertos elementos en el seno de su movimiento se estén comportando "de manera irresponsable".
La OIL, que suministró en la tarde del martes cuatro recortadas fotografías polaroid de sus rehenes, en las que éstos aparecen con una pistola Heastal de 9 milímetros apuntándoles a quemarropa, exigio, además, el "retiro de las milicias que rodean la ciudad, un anuncio por parte de Moscú que condene la guerra en Trípoli y la promesa de que (Moscú) no volverá a tomarla, después de la liberación de los diplomáticos".
Tales condiciones, difíciles de cumplir de la noche a la mañana, motivaron, no obstante, algunas acciones. Durante la tarde del martes una delegación del Partido de Dios (Hezbollah), encabezada por el cheik Soubhi Toufaily, se reunió con el general Ghazi Kanaan, jefe de los servicios de inteligencia sirios para negociar una tregua de 6 horas. Poco antes, el presidente de Irán, el hojatoleslam Ali Khameini, sostenía una conversación telefónica de 50 minutos con su homólogo sirio Hafez al Assad. Por otra parte, y en Volands, una delegación iraní se puso en contacto -aprovechando la tregua- con Said Chaagane, en el fortín del líder fundamentalista. En esa entrevista se acordó que una delegación conjunta viaje a Damasco para llegar a un acuerdo con Siria. A esas alturas, el fragor de los cañoneos se ha reducido, aunque los intercambios de disparos de fusiles persisten. De esta frágil calma estaría dependiendo por ahora la vida de los rehenes soviéticos, cuya liberación "inmediata y sin condiciones" fue exigida oficialmente por, Moscú, al mismo tiempo que advertía que la ejecución de su funcionario fue un acto que jamás será perdonado.
Conscientes de lo que está en juego, los principales líderes de Beirut se movilizan. Nabih Berri, líder del movimiento shiíta Amal, anula todas sus citas y corre a ocuparse, como ministro de Justicia que es, del asunto. Otro ministro, el dirigente druso del Partido Socialista Progresista, Walid Jumblat, ordena a sus milicias proteger la embajada soviética, la cual ha sido amenazada por los asesinos de Katkov, y donde se han refugiado los 150 soviéticos que viven en Beirut.
La "ejecución" del representante del Kremlin constituye un hecho extraordinario. Coloca a Irán, en primer término, en una posición incómoda. Al fin y al cabo, los sunitas no son sino la otra rama en que se halla dividido -con el shiisimo- el islam. Por eso el Viceministro iraní de Relaciones Exteriores recibe de urgencia en su oficina al embajador sirio en Teherán, en el momento en que se confirma la muerte del soviético.
Para la Unión Soviética, las consecuencias son peores. Por primera vez la URSS es puesta en la jungla de Beirut occidental -donde la vida no vale nada- en el mismo pie de igualdad que los occidentales. Seis norteamericanos y cuatro franceses permanecen aún secuestrados allí a manos de una misteriosa organización que se denomina Hihad Islámica.
Fuera de la "ejecución" de un marine norteamericano por los piratas del Boeing de la TWA, del asesinato de un religioso neerlandés en el valle de la Bekaa y de la muerte del profesor británico, Denis Hill, el 28 de mayo pasado, un día después de ser secuestrado, la captura de rehenes generalmente no era necesariamente sinónimo de muerte, aunque si de dolorosos y largos días de ocultamiento. Con lo acontecido a Arkady Katkov, esta certidumbre se esfumó.
Al cierre de esta nota, los extremistas musulmanes de OIL habian reivindicado, además, la "ejecución" de un dirigente del PC libanés de apellido Yammout.
Exceptuando la Segunda Guerra Mundial y el conflicto en Afganistan, donde ciudadanos y militares soviéticos han sido convertidos en rehenes, lo de Katkov es una novedad. No es usual que diplomáticos soviéticos sean blanco de ataques por parte de movimientos que se dicen "de liberación". De hecho, el pasaporte soviético era, en el convulso Beirut, un verdadero chaleco antibalas. Por lo que se ha visto, esta trayectoria ya no cuenta. La acción de los que invocan "la cólera de Alá" cerró ese capítulo.