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Los mercenarios del grupo Wagner, quienes no usan emblemas rusos y no tienen las limitaciones reglamentarias que tiene el Ejército oficial, forman parte de los servicios del gobierno de Putin en África

MISTERIO

Los tres periodistas rusos asesinados cuando investigaban al gobierno de Putin

Tres periodistas rusos murieron asesinados en República Centroafricana por investigar un ejército de mercenarios de Vladimir Putin, quien los utilizó en operaciones encubiertas en Ucrania y Siria.

11 de agosto de 2018

Los periodistas Orján Dzhemal y Alexandr Rastorgúyev y el camarógrafo Kirill Rádchenko habían llegado a la región de Bangui, la capital de la República Centroafricana, con una misión muy específica, pero aparecieron muertos en un hecho que ha puesto el foco en la manera violenta como el presidente ruso influye en ese continente. Mientras que China y Estados Unidos ofrecen inversiones en infraestructura y préstamos a largo plazo, Rusia se arriesga con su sector más competitivo: el militar.

Esos comunicadores investigaban las actividades del Grupo Wagner, una empresa militar privada que ofrece sus servicios en varias regiones del mundo. Pero querían desvelar el enigma de su participación en los proyectos geopolíticos del gobierno de Vladimir Putin. A pesar de que el presidente aseguró que su gobierno no tenía que ver con el grupo, hace unos años Putin en persona condecoró a su fundador, Dmitri Urkin, por su servicio a la patria.

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Sus efectivos entrenan en la base de la Décima Brigada de las Fuerzas Especiales del Servicio de Inteligencia Militar (GRU) de Rusia en Krasnodar. Para Ruslán Levíev, director del Conflict Intelligence Team (CIT), quien investiga al grupo desde su creación en 2014, Putin no solo los financia, sino que el grupo planea sus acciones militares en forma coordinada con el Ministerio de Defensa ruso. Hay tanta cercanía que algunos sospechan que el propio Putin es accionista de la empresa.

Al fin y al cabo, la compañía suele obtener contratos para operar en los lugares en los que Rusia tiene objetivos estratégicos. Wagner nació en la guerra de Crimea, en la que Putin utilizó abiertamente combatientes irregulares o paramilitares. En Siria, el grupo luchó al lado de las tropas oficiales en las victoriosas operaciones en Palmira y Alepo que perfilan el triunfo del gobierno sirio, aliado de Rusia. Para Levíev, “aunque lo llaman compañía militar privada, en realidad se trata de una unidad creada y financiada por el gobierno ruso”. Tiene una misión similar a la del grupo Blackwater para el gobierno estadounidense en Irak: realizar las acciones militares que los gobiernos no tienen permitido.

Putin aprovecha la debilidades del gobierno del presidente Faustin-Archange Touadéra para ofrecerle servicios de seguridad a cambio de materias primas.

En África, la compañía juega un papel estratégico determinante para posicionar los intereses rusos en la región. En la República Centroafricana la compañía hace parte de un plan del Ministerio de Defensa que consta de dos partes: una legal y una ilegal. En cuanto a la primera, el gobierno ruso vende armas al país africano y ofrece instrucción militar a sus tropas. En la segunda, por órdenes del Kremlin, los mercenarios vigilan las zonas ricas en diamantes, oro y platino.

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Todo parece indicar que los periodistas no murieron, como dijo el ministro del Interior ruso, porque “no iban preparados para un entorno tan peligroso”. O tal vez lo era, de hecho, por la presencia del Grupo Wagner. En todo caso, este participa en el plan de Putin para ganar influencia en la región y asegurar el control de las materias primas del continente africano. Si por las buenas no puede competir, su oscuro miniejército privado hará el trabajo sucio.