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MUCHA "GLORIA" Y POCA PENA

El peor huracán en 25 años causó menos estragos de los que se temía.

28 de octubre de 1985

Gloria era el nombre de la amenaza: un poderoso huracán descrito como uno de los más violentos en los récords históricos del Océano Atlántico, que amenazó y alcanzó a producir inundaciones y algunos estragos en la costa este de los Estados Unidos. Aunque las predicciones de los meteorólogos aseguraban que el vórtice del huracán podría acercarse hasta unas 65 millas de Nueva York, afectando gravemente esa ciudad, los temores se disiparon el viernes. A pesar de los fuertes vientos que se colaron por las calles de Manhattan, Brooklyn y Nueva Jersey y de la decisión de suspender algunas de las actividades de la 40 Asamblea de la ONU al igual que algunos llamados de alerta para que los newyorkinos no asistieran a sus lugares de trabajo, al mediodía del viernes el huracán, haciendo honor a su nombre, había pasado con más gloria que pena por la capital del mundo.
Pero si bien Nueva York resultó ilesa, no puede decirse lo mismo de otras zonas más al sur, como Virginia y las dos Carolinas, cuyas costas se encontraban atestadas de turistas que pusieron pies en polvorosa y causaron embotellamientos de tránsito en las carreteras, mientras los sistemas de emergencia previstos para estos casos trataban de coordinar la evacuación de sitios particularmente afectados, como el Cabo Hatteras en Virginia.
La costa de las Carolinas había sido golpeada por varios huracanes menores en los últimos años. Pero no habia experimentado el embate de un huracán mayor desde 1954 cuando el Hazel asoló las costas, destruyendo todas las casas frente a la playa a lo largo de Long Beach. Dentro de la escala que mide técnicamente las clases de tormenta, el Hazel estaba en la categoría 4. Por su parte, el Gloria, que tuvo en jaque a los habitantes de la costa este americana con sus vientos más fuertes de 150 millas por hora, se acercó a la categoría 5, que está definida por vientos de más de 155 millas por hora y que representa la clase más poderosa de tormenta en las latitudes tropicales. El potencial del Gloria fue comparado con un huracán que en 1938 asoló Long Island y Nueva Inglaterra y que costó la vida de 600 personas, aunque sólo estaba en la categoría 3.
El Gloria no produjo muertes, pero en cambio dejó costosos daños, particularmente en Virginia y las dos Carolinas. El aumento en las pérdidas materiales y la reducción de las muertes por los huracanes es una tendencia que ha podido apreciarse en las últimas décadas, en lo que se refiere a los Estados Unidos. Esto se explica en buena parte porque han aumentado las construcciones en las costas y a la vez han mejorado los sistemas de predicción y las alertas a la ciudadanía.
Pero no sólo los sistemas de predicción de los huracanes han mejorado, gracias a la moderna tecnología de los satélites y a otros análisis meteorológicos. Cada año se producen en el mundo entre 80 y 100 ciclones tropicales, como resultado de zonas de baja presión en los océanos de los trópicos, generalmente entre las latitudes de 5 y 30 grados a ambos lados de la línea ecuatorial, pero más frecuentemente en el norte.
Desde 1960, se viene realizando un experimento norteamericano conocido como Operation Stormfury, consistente en el envío de aviones a los ojos de los huranes, para estudiarlos y para sembrar las nubes con cristales de yoduro de plata, con objeto de acelerar las precipitaciones y reducir la potencia del ciclón. Pese a que los resultados no han sido concluyentes, los científicos aseguran que las velocidades máximas de los vientos de los huracanes sometidos a este tratamiento se han reducido entre un 10 y un 15 por ciento. Sin embargo, el gobierno norteamericano no se ha atrevido a hacer experimentos a gran escala, por temor a que miles de residentes de la costa del Golfo de México, que podrían verse afectados según los especialistas, entablen recursos legales contra el Estado americano. Otros investigadores han planteado la posibilidad de disipar la fuerza de los huracanes haciendo estallar pequeñas bombas atómicas en su vórtice, pero todo indica que ante el peligro de que el remedio resulte peor que la enfermedad, los estudios en este sentido no han podido continuar.
De cualquier manera, es seguro que el detallado análisis realizado en el caso del Gloria desde el National Hurricane Center en Florida, permitirá despejar muchas de las dudas que aún desvelan a los meteorólogos y de seguro planteará nuevos interrogantes en el riesgoso pero interesante mundo de los huracanes.