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| Foto: SEMANA / AFP

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Liga de Francia: más que Neymar y Falcao

Desde hace algunos años, el campeonato galo vive en la sombra de sus vecinos ingleses y españoles. Pero la llegada de inversores qataríes, rusos, chinos y luxemburgeses podría devolver al primer plano la Ligue 1 que abanderarán brasileños y colombianos.

4 de agosto de 2017

Es miércoles 17 de mayo de 2017. Mónaco acaba de ganar la liga francesa y Radamel Falcao es el jugador que empuña el trofeo.

- ¡Finalmente podemos decir que somos campeones! Estoy muy orgulloso de este equipo. Para mi es un sueño. Estoy muy feliz, comenta con sobriedad.

Pero en realidad es el final de la travesía al infierno que inició en enero de 2014, cuando sufrió de una rotura del ligamento cruzado anterior frente a un jugador de cuarta división francesa.

Durante los dos años siguientes, el Tigre vagó sin rumbo por los terrenos de la Premier League inglesa, hasta que recuperó su nivel y se volvió el primer colombiano en conquistar la Ligue 1.

Pero más allá de eso, Falcao se volvió una de las figuras estelares de un campeonato en plena reconstrucción después de varios años de decadencia.

De alguna manera, es también el heredero de la colonia de artistas colombianos que se han asentado en Francia desde hace más de 30 años, cuando el Pibe Valderrama aterrizó en Montpellier.

Después de él vinieron Mario Yepes, Faryd Mondragón, Fredy Guarín, Juan Pablo Pino, Wason Rentería, Edixon Perea y Víctor Hugo Montaño entre otros, además de la reciente columna vertebral de la selección Colombia, compuesta por los ex cuñados David Ospina y James Rodríguez. Y claro, Radamel Falcao.

Algunos con más éxito que otros. Yepes por ejemplo, se volvió un ícono en Nantes y en París, mientras que Pino descendió a segunda división.

Pero incluso en los peores años del campeonato francés, la mayoría de los jugadores citados alcanzaron a postular en selección nacional, al punto que la filial colombiana, al igual que la brasileña, formaron dos de las vértebras que mantuvieron a la liga gala bajo respiración artificial.

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Si hubiera que fijar una fecha en su epitafio, podría decirse que la Ligue 1  sufrió de un infarto al corazón en 1995, cuando el fallo Bosman emitido por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea prohibió la inclusión de cuotas de jugadores extranjeros al interior de lo campeonatos europeos.

En ese entonces Francia era la segunda nación al índice UEFA, Marsella acababa de ganar la Champions League en 1993 y París pronto haría lo mismo con la Copa de copas en 1996. Pero ese sería uno de sus últimos sobresaltos.

En un país en el que los impuestos para los ciudadanos más ricos pueden alcanzar el 75 por ciento de sus ganancias anuales, se volvió imposible conservar a las estrellas que enseguida se fugaron a lugares más acogedores. La patria de Zidane y de Ribery se desangró de su talento pero conservó la ética que unos años después se convertiría en una de las bases del "fair play financiero".

Sin embargo, Francia nunca dejó de ser un vivero de talentos provenientes de la migración árabe, africana y sudamericana. Y recientemente, ha comenzado a dar signos de una recuperación que podría devolverle su lustro de antaño.

Es el restablecimiento lento de un paciente convaleciente al que la inyección de gasodólares provenientes de Qatar acaba de ofrecer una gran bocanada de aire. Si Neymar es el descendiente de las estrellas cariocas que se han lucido en París -Rai y Ronaldinho son quizá los dos ejemplos más evidentes-, es sobre todo la muestra de que la ligue 1 se está volviendo nuevamente atractiva, poco a poco, a pesar de sus altas tasas impositivas.

Porque detrás del ogro parisino, se esconden inversiones provenientes de diferentes partes del mundo que han tratado de generar proyectos coherentes con parsimonia. Mónaco por ejemplo es el producto del aporte ruso del millonario Dmitri Rybolóvlev. Aunque es claro que la liberación de impuestos para los jugadores extranjeros le da una gran ventaja competitiva sobre sus rivales, también se debe señalar que su resurgimiento se debe en gran parte a la magia del entrenador lusitano Leonardo Jardim - quien reconstruye cada año el equipo- y del antiguo staff de reclutadores de Porto que llegaron a acompañarlo en su nueva aventura.

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Un poco más abajo están el OM Champion´s Project del hombre de negocios estadounidense Frank Mccourt, que ha logrado devolver a la escuadra estrellas nacionales como Dimitri Payet o Patrice Evra para tratar de hacerlos convivir con las jóvenes promesas del fútbol nacional que son Sanson y Thauvin, entre otros. Además de que parece que su mujer de origen colombiano, Mónica Mccourt no sería extraña al reciente intento por atraer connacionales de talento como Carlos Bacca y quizá Miguel Borja u Orlando Berrío, de los que ha hablado de la mejor manera.

Sin contar el Lille de Bielsa financiado por el luxemburgués Gerard López, el cual acaba de comprar a una decena de jugadores sudamericanos -sobre todo brasileños- con el que habrá que contar, así como Nice y Lyon a los que las inyecciones de capital chino han permitido reforzarse.

En esas condiciones y con el acondicionamiento de infraestructuras que facilitó la acogida del Euro 2016, Francia podría presentarse en los próximos años como uno de los campeonatos más atractivos del viejo continente, aunque la brecha que lo separa de las ligas inglesas y españolas todavía sea un obstáculo mayor que sortear.

Pero la inclusión de Neymar -el jugador más caro de la historia- en una liga en la que Falcao podría ser la otra estrella si se va Mbappe, parece ser una clara apuesta de inversores extranjeros por levantar una competición que con todo y sus dificultades, ha entregado el año pasado un semifinalista de Champion´s League y de Europa League.

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Un oasis para los jugadores brasileños y colombianos que han conformado su espina dorsal durante años y que ahora por fin encontrarán un campeonato a su medida.