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El superratón

Las ratas podrían convertirse en la nueva celebridad de la campaña contra la minas antipersonales.

11 de diciembre de 1980

Mucho se ha dicho sobre el problema de las minas pero poco se ha avanzado en las soluciones. Con la actual tecnología disponible el desminado avanza a paso de tortuga mientras la siembra indiscriminada de minas es una liebre que corre al ritmo de la guerra. Sin embargo, uno de los roedores más detestados por el hombre podría convertirse en el principal aliado en la difícil y urgente tarea de ubicar minas antipersonales. Según cifras del International Campaign to Ban Land Mines, en el mundo habría sembradas unas 100 millones de minas. En Colombia, el Programa de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República estima que en el país habría unas 70.000. El 40 por ciento de las víctimas son campesinos y la mitad de ellos, niños.

Con recursos del gobierno belga y otras organizaciones internacionales, Apopo -organización que trabaja el tema de minas desde 1997- viene entrenando ratas africanas (Cricetomys gambianus) en la detección de minas. Aunque el proyecto está aún en una fase de prueba, los resultados hasta ahora han sido positivos. Hoy cuentan con 300 ratas, 130 de ellas en entrenamiento intensivo en campos minados de Mozambique.

Tradicionalmente, el trabajo de desminado se realiza con la ayuda de detectores de metales y con perros entrenados para olfatear vapores de explosivos, pero ambas técnicas tienen problemas.

Los detectores, por un lado, sólo reconocen las minas en envases metálicos, dejando abierto un gran margen de error y de paso exponiendo a la persona que maneja el detector. En Colombia, la utilización de minas hechizas en cajas de madera, tubos de PVC y botellas plásticas hace casi inútiles estos aparatos. Los residuos metálicos y metralla diseminandos por todas partes en zonas donde otras minas ya han explotado hacen que el detector pite constantemente en la zona explorada.

Los perros pesan demasiado para pasar sobre un campo minado sin activar lo que pisan. Para Apopo, las ratas tienen la ventaja de que además de pequeñas -pesan algo más de un kilo- son abundantes, baratas y fáciles de mantener y transportar. A diferencia de los perros, las ratas no sólo resisten bien los climas tropicales sino que adoran las tareas repetitivas. Mientras un perro se aburre rápido de hacer siempre lo mismo, a cambio de un premio en maní y banano, un escuadrón de 10 ratas entrenadas puede revisar un terreno de 100 metros cuadrados en un promedio de 21 minutos. Aunque tienen un olfato similar al del perro, son más efectivas pues por su tamaño siempre arrastran su nariz por el piso, donde la concentración del vapor es mayor.

Según un informe del International Center for Humanitarian Demining, con sede en Ginebra, es más demorado y costoso entrenar a la persona que debe interpretar las señales del perro que al mismo perro. Muchas minas no son detectadas por fallas de comunicación entre el animal y su amo, señala el informe. Las ratas, en cambio, "hacen el trabajo como máquinas" -explica uno de los consultores del centro en Ginebra-.

Amarradas a rieles deslizantes, las ratas recorren de forma metódica el terreno sospechoso de estar sembrando con minas. Una vez detectan el perfume emanado de la mina, rasguñan la tierra en un gesto inequívoco. Desde un mirador seguro, un asistente marca sobre un plano los puntos positivos. Al final del riel, un doble premio les espera: una ración de banano por cada delación y la solemne venia de todos los que trabajan por un mundo libre de minas.