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Durante un operativo en Cesar cayó alias Pepe, el segundo heredero tras la muerte de Megateo. Por redes los habitantes de Corinto registraron los enfrentamientos.

POSCONFLICTO

La huella sangrienta del EPL

Desde hace dos años el grupo armado ilegal gana terreno en el suroccidente del país, donde disputa a muerte el control de corredores mafiosos con el ELN y las disidencias de las Farc. ¿Se creció el enano?

3 de febrero de 2019

Cauca vive una realidad difícil de ocultar. Los grupos armados ilegales parecen haberle ganado la carrera a la institucionalidad que hace dos años se comprometió a recuperar el control territorial tras la salida de las Farc. Para los habitantes del departamento los esfuerzos del Gobierno se vienen desmoronando y todo tiende a empeorar. Alimentan esa sensación los enfrentamientos sin tregua que tienen lugar en Corinto desde el 25 de enero, y el recrudecimiento de fenómenos supuestamente desaparecidos como el reclutamiento infantil y el desplazamiento forzado. Más de 100 líderes sociales asesinados en tres años en esa región, según la Defensoría del Pueblo, y más de 200 personas desplazadas la semana pasada les devolvieron a los pobladores el vértigo de la guerra. Los herederos de Megateo entraron en la disputa del ELN y las disidencias de las Farc.

Bajo el mando de Pácora, su lugarteniente, el EPL o los Pelusos emprendieron desde hace varios años una importante expansión militar, a la que han dedicado buena parte de su presupuesto, y con la que consiguieron cruzar los límites del Catatumbo. Aterrizaron en Valle y Cauca y se vienen desplegando. A pesar de que las autoridades y analistas se refieren a sus filas como narcos purasangre, hay quienes insisten en que aun así esta disidencia noventera conserva algunas prácticas típicas de una guerrilla. Con aproximadamente 230 hombres armados y 240 en zonas urbanas, el grupo armado viene tomando vuelo en el suroccidente del país, donde trata de coronar el control del norte del Cauca y las rutas de El Naya y el cañón de Garrapatas.

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Abrazados y desprotegidos, decenas de estudiantes de la Institución Educativa Carmencita Cardona (Corinto) se tiraron el miércoles al piso para evitar recibir un tiro. El frente Sexto de las disidencias de las Farc, sin ningún escrúpulo de que los menores quedaran en el fuego cruzado, comenzaron a repeler el ataque de los Pelusos. La zozobra en la región empeoró cuando se supo que no solo ellos estaban en peligro, sino también los niños que asistían a clase en las veredas El Crucero, San Pedro y Rionegro. “Cerca de 340 estaban atrapados”, denunció Edwin Mauricio Lectamo, coordinador de Derechos Humanos de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca.

La violencia siempre tendrá las mismas imágenes sin importar la época y Corinto no es la excepción. Lo desconcertante, sin embargo, es que a la fecha la respuesta al fenómeno camina con la misma parsimonia de toda la vida: un paso adelante y dos atrás. Y es que tres días antes de los combates, Acin alertó sobre la incursión en un comunicado y hasta detalló en qué se movilizaban los hombres armados. “Llegaron en un vehículo tipo escalera y una camioneta (…)”. Pero nadie escuchó ni siquiera las denuncias que en el mismo documento hicieron sobre los abusos que sufren cada vez que los criminales usan sus casas como trincheras. “En la comunidad de Quebraditas un grupo armado se posesiona en la vivienda de un comunero los cuales no permiten que salgan los civiles de su casa”, advertía el comunicado.

Pero no son los únicos. En la vereda La Laguna la comunidad está desconcertada. No entiende cómo es posible que las autoridades no se hayan percatado de las dos chivas que pasaron repletas de hombres armados hace ocho días. “Pasaron enfrente del Batallón de Alta Montaña n.º 8 y nadie vio nada”, le contó una fuente de la región a SEMANA. De hecho, solo tras el ataque que dejó en medio de la confrontación a los estudiantes “llegó la fuerza pública”, dicen. Ni siquiera tuvieron en cuenta la alerta de la Defensoría del Pueblo, emitida hace seis meses para prevenir lo que está pasando.

El botín

La presencia que vienen consolidando los Pelusos en el suroccidente del país tiene varias explicaciones: 1) la crisis con Venezuela nezuela que llevó a la militarización de la frontera, lo que torpedeó el comercio ilegal a través de las pistas clandestinas. 2) La fuerte confrontación con ELN en Norte de Santander. 3) En el Pacífico tienen varias ventajas según explica el portal InSight Crime: como no tienen que encargarse de proteger la coca ni asumir los costos de sacarla por tierra, echan mano de la ruta de El Naya y el cañón de Garrapatas para sacar los cargamentos hasta el mar. Allá el comprador de la droga se encarga del transporte, lo que abarata costos.

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El EPL se resiste a desaparecer. El golpe más duro que las autoridades le propinaron ocurrió precisamente esta semana. La Dipol capturó en Cesar a alias Pepe, requerido por los delitos de tráfico de armas, terrorismo, narcotráfico y concierto para delinquir. Se trata del hombre que asumió como cabecilla de la estructura política tras la muerte de Megateo y la captura de David León. Este hombre buscó sin éxito acercamientos con el ELN para ponerle fin a la guerra en Norte de Santander, y por eso se dedicó a articular las rutas del narcotráfico hacia Venezuela y México para carteles centroamericanos.

Pese al golpe, al frente de la organización se mantiene Pácora, responsable de los enfrentamientos en Catatumbo. Por eso, pocos creen que con la captura disminuya su accionar y desaparezca el interés que tienen en el mercado del Pacífico, donde pagan “2,5 a 3 millones de pesos a exintegrantes de las Farc por cuidar los cultivos”, como reporta InSight Crime. Eso explica la fuerza con que los Pelusos se han hecho sentir. Si bien algunos atravesaron el país desde Norte de Santander o Catatumbo, otros son combatientes que cambiaron de bando. Al menos esto quedó en evidencia hace ocho días tras la muerte de Weiner, un hombre identificado como del EPL, pero que de acuerdo con voces en la región era el conductor de Mordisco, un disidente de las Farc capturado el año pasado.

Fuentes policiales en Cauca le reconocieron a SEMANA que los Pelusos están detrás de la ola de violencia que se mueve en el norte de ese departamento y parte del Valle. En ambas regiones se forman dos corredores naturales y estratégicos por donde se mueve la ilegalidad entre el centro y occidente del país. Se trata de los cañones de los ríos Mira y Naya, considerados los santuarios cocaleros por excelencia. ¿La razón? Hay una presencia importante de cultivos de coca, los laboratorios se mimetizan con facilidad entre sus selvas y los caudalosos ríos facilitan evacuar la droga hacia el océano Pacífico. El corredor perfecto.

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Investigadores de la Armada explicaron que la ruta ganó valor tras la llegada de la Fuerza de Tarea Hércules y la Operación Agamenón en Tumaco (Nariño). Todo este despliegue “les cerró la salida de la cocaína por las rutas del sur y ahora intentan reactivar con mayor fuerza otros corredores”, explicó un oficial, tras revelar que en esa zona hay laboratorios con capacidad para producir 4.000 kilos de base de coca al mes.

El panorama es alarmante. La situación quedó en evidencia el 11 de enero en zona montañosa de Jamundí (Valle), donde los campesinos reportaron que desconocidos lanzaron cuatro cadáveres.

Luego se supo que las víctimas no eran del sector y que todo podría ser una retaliación del EPL. En ese departamento también han surgido alertas sin eco. En este caso lo hizo el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, quien denunció la presencia del EPL, que impone su ley y escribe grafitis en las fachadas de las iglesias. En 2018, ante las continuas denuncias por la acciones armadas de este grupo, los gobernadores lograron gestionar la Operación Atalanta, una fuerza especial integrada por 400 hombres “con el único propósito de combatir el narcotráfico y sus grupos armados ilegales”, explicó Dilian Francisca Toro, tras aclarar que esperan la llegada de otros 1.200 uniformados más. Las autoridades fijan los objetivos de alto valor, entre los que ya figuran alias W, Grandote y Mayimbú, responsables de los combates registrados esta semana en Corinto. Mientras tanto, justamente en un sector considerado el Triángulo de Oro, donde abunda la coca y la marihuana, la comunidad desconcertada se lamenta porque “más rápido llegaron los grupos armados ilegales desde el Catatumbo que toda la institucionalidad que tenemos a escasos minutos en Cali o Popayán”.