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A pesar de un ritmo frenético de propuestas y el uso de las redes sociales, el alcalde de Bogotá se ha quedado corto en la comunicación de su modelo.

POLÍTICA

Gustavo Petro: 100 días de pasión

El arranque de la alcaldía de Gustavo Petro ha sido el más turbulento que recuerden los bogotanos. La capital está en crisis y un modelo de ciudad que pinta audaz y revolucionario es aún desconocido por los habitantes. ¿Para dónde va Petro?

7 de abril de 2012

El lunes 9 de abril el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, cumple los primeros 100 días en el poder. Si bien es claramente prematuro rendir cuentas en ese periodo, esta 'meta volante' se ha convertido en un medidor, no tanto de los logros ejecutivos, sino del estilo y los mensajes con los que arrancan los gobiernos.

La creencia de que poco más de tres meses es lapso suficiente para encaminar una gestión tiene raíces históricas. Los 111 días de la última campaña militar de Napoleón Bonaparte, que terminó con su derrota final en 1815, serían redondeados hacia abajo y enmarcados como el ejemplo de que aún en tan corta temporada se pudo sellar el futuro de Europa. Como primer examen de un mandato de elección popular, la tradición es más cercana: 100 días duró la sesión especial del Congreso estadounidense, convocada por el presidente Franklin Delano Roosevelt en 1933, que aprobó drásticas reformas legislativas para combatir la Gran Depresión.

A pesar de ser una medición arbitraria y artificial, evaluar los meses iniciales de un gobernante da una idea de sus capacidades para desempeñarse en el cargo, así como de sus principales objetivos. En el caso bogotano la evaluación debería girar en torno a cómo el burgomaestre planea sacar a la capital de su crisis actual y la puesta en marcha de las ambiciosas reformas que prometió durante la campaña.

Gustavo Petro recibió una ciudad con gravísimos problemas de infraestructura y con un déficit de confianza en su gobierno distrital. La gestión de Samuel Moreno, no solo terminó envuelta en los conocidos escándalos de corrupción, sino también generó los más altos índices de pesimismo urbano en 12 años. En mayo del año pasado, la encuesta Gallup registró que el 72 por ciento de los capitalinos creía que las cosas estaban empeorando. Con su discurso anticlientelista y su desempeño como congresista anticorrupción, el hoy alcalde inició su cuatrienio con las credenciales más propicias para devolverle el optimismo a Bogotá.

No obstante, el mismo sondeo Gallup, realizado a finales de febrero pasado, muestra que más de la mitad de los bogotanos sigue pesimista frente al futuro de la capital. Estos números son más preocupantes si se los compara con el ambiente positivo que caracterizó los primeros meses de Samuel Moreno y Luis Eduardo Garzón ( 72 por ciento y 62 por ciento de optimismo, respectivamente). Otras encuestas recientes, como la del diario El Tiempo, reflejan un panorama similar: la administración distrital no ha disfrutado de la tradicional luna de miel y los indicadores de aceptación del burgomaestre empiezan a caer. Una de las mayores sorpresas de estos primeros 100 días ha sido precisamente la resistencia que buena parte de los capitalinos está empezando a incubar frente al estilo del gobierno distrital. Lo anterior se refleja, asimismo, en el surgimiento de varias figuras que se perfilan rápidamente como líderes opositores, dentro de los cuales están el concejal independiente Juan Carlos Flórez y la excandidata a la Alcaldía Gina Parody.

El ritmo del alcalde Petro ha sido frenético. En palabras de su exsecretario de Gobierno, Antonio Navarro Wolff, es un "volcán de iniciativas". Desde antes de posesionarse el mandatario ha tocado los más variados temas. Unos, como el desarme y el mínimo vital de agua para los estratos pobres, se han traducido en la toma efectiva de decisiones. En otros, como la fusión de las empresas de servicios públicos distritales y las corridas de toros, sus declaraciones han generado debates candentes sin mayores cambios. En dos en particular, el número de jardines infantiles y la jornada escolar única, la poesía de las promesas de campaña se rindió ante la realidad de la prosa del gobierno. Y en la propuesta de cogobernar con los concejales y ofrecerles puestos, la imagen de anticlientelismo quedó golpeada.

Sin embargo, ha sido la política de movilidad el tema que mejor refleja las fortalezas y debilidades que ya se revelan dentro de la Alcaldía. La intención de modificar la Autopista Longitudinal de Occidente (ALO) a costa de enfrentarse al gobierno nacional es un ejemplo del compromiso del burgomaestre con su defensa del agua. Por otro lado, la falta de claridad frente a las alternativas a la construcción debilitó su postura. Al final, el sustento detrás de los anuncios se pone en duda.

En el manejo de este sector tan crítico para Bogotá ha brillado por su ausencia un equipo de gobierno articulado. Sobre los hombros de Petro reposan el debate técnico, el empuje político y la explicación a los ciudadanos. El gabinete distrital, proveniente en su mayoría del mundo académico, casi no sale a defender los proyectos de la agenda. Para el cabildante Flórez, "el alcalde no tiene secretarios de despacho ni subsecretarios, solo asistentes".

La agenda de movilidad y el manejo del gabinete protagonizaron las dos grandes crisis que la administración Petro ha enfrentado en su corta existencia. El caos generado por el vandalismo contra TransMilenio fue pobremente manejado por el Distrito. Imbuido en una andanada de trinos por las redes sociales, el alcalde prefirió ganar un argumento virtual que tranquilizar y orientar a sus gobernados. Por más razón que le asista en sus críticas a los buses articulados, los bogotanos esperaban soluciones puntuales y una hoja de ruta clara. Aunque días después de los disturbios se anunciaron las primeras, la segunda sigue pendiente.

La renuncia de Antonio Navarro Wolff, su segundo a bordo, se manejó mejor en términos comunicativos, pero sus efectos no han terminado. De mantenerse el bajo perfil del gabinete y si se cometen errores de novatos en los debates en el Cabildo, el vacío de Navarro se sentirá con mayor fuerza. En especial si se inicia la discusión del Plan de Desarrollo en el Concejo a principios de mayo sin un vocero político de peso y con experiencia. El nombramiento del jefe de la política distrital no da espera.

Es precisamente este documento guía del cuatrienio el que ofrece la oportunidad al Distrito para corregir el rumbo. Los bogotanos desconocen los detalles específicos del cambio de modelo que Petro viene promoviendo. En áreas como el reordenamiento del territorio alrededor del agua, las propuestas necesitan pulirse. A pesar de ello, expertos como Gerardo Ardila, director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional, aplauden su carácter revolucionario: "Este es un plan que transforma los paradigmas con los cuales nos relacionamos con la naturaleza".

Tanto el alcalde Petro como sus más cercanos colaboradores esperaban un arranque difícil. A finales de enero Navarro Wolff le dijo a El Tiempo: "Hay una actitud de confrontar a Petro, y eso no sucede normalmente con los gobiernos que empiezan. A todos les dan 100 días para que vayan señalando sus caminos, pero a este no le dieron ni un día". Con la socialización, debate y comunicación del Plan de Desarrollo hasta mitad del año, el Distrito tendrá un segundo aire para retomar la iniciativa.