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La oveja negra

Los arrebatos periodísticos de Juan Carlos Pastrana crearon una crisis política que estuvo a punto de sacar del Gobierno a su hermano Andrés.

28 de septiembre de 1992

CUANDO HACE POCAS SEMANAS UN EQUIPO de cirujanos del hospital de Cartagena logró la hazaña médica de separar a las recien nacidas siamesas de apellido Pastrana, intervención que mereció grandes titulares en la prensa de todo el país, en los corredores del Congreso se hacía la broma de que la operación verdaderamente prodigiosa sería la de separar a los siameses Pastrana. El chiste se refería en principio a la identidad que en materia política muchos ven entre el senador Andrés Pastrana y su padre, el ex presidente Misael Pastrana Borrero, y por extensión a toda la familia. Por eso cuando de presentaron los sucesos de la semana pasada, que parecieron evidenciar un distanciamiento entre Andrés Pastrana y el periódico La Prensa -que dirige su hermano Juan Carlos y preside su padre-hubo más de un sorprendido.
El lunes de la semana pasada, el editorial del diario La Prensa produjo en el Gobierno un verdadero estallido de indignación. A lo largo de la mañana nadie habló de otra cosa. Del Presidente para abajo todos intentaban pasar por encima de la rabia para poder entender el significado y los alcances de la nota titulada "El espectro brasilero " .
Y no era para menos. Tras acusar al Gobierno de haber intentado adquirir "uno de los jets privados más lujosos del mundo", para el uso del presidente César Gaviria, nave que el mismo editorial definia como "una catedral volante", La Prensa aseguraba que el Gobierno había pospuesto la compra por el efecto de opinion negativo del apagón y la fuga de Pablo Escobar.
En el segundo parrafo, el editorialista comparaba la corrupción del Gobierno colombiano con la del brasileño e insinuaba que el presidente César Gaviria, al igual que Fernando Collor de Melo, tenía un amigo que lo colmaba de multimillonarios favores y recibia a cambio numerosas prebendas. Sobre el amigo apenas deslizaba el nombre de Pepe (ver recuadro) y mezclaba este tema con los contratos para la remodelación de la cárcel de Envigado que habían sido el tema central de La Prensa en los días anteriores. Como si lo anterior fuera poco, el editorial decía que el caso de Watergate y la caída de Collor de Melo eran "juegos de niños" al lado de lo que sucedía en Colombia. "Aquí la corrupción es en grande, desde arriba, y con un Presidente de la República que no oye ni ve. Ni pregunta. Ni investiga. Ni señala. Un Presidente al que se le sale el país de las manos y no puede musitar palabra porque en lo más sucio, en lo más corrompido, esta la mano de sus amigos. Sus mejores amigos ".
La indignación en el alto gobierno era tanto por los terminos de la nota como por el hecho de que Andrés Pastrana, hijo y hermano de las dos principales cabezas del diario La Prensa, se había convertido tras la última crisis ministerial en el principal aliado del Gobierno con una fuerte representacion en su gabinete. En resumidas cuentas, lo que le sacaba la piedra a Gaviria y a sus asesores era el hecho de que la llamada casa Pastrana hubiera firmado un acuerdo político con el Presidente y tuviera ministros en el gabinete de un gobierno al que, por los términos del editorial, consideraba corrupto.
En un principio sólo surgieron dos explicaciones posibles. O Andrés Pastrana, inquieto quizás por el descenso de popularidad del Gobierno quería salir de éste dando un portazo,a lo que estaba haciendo crisis no era la coalición de Gobierno sino la tradicional postura monolítica de los Pastrana.
La conclusión en la Casa de Nariño era que teniendo en cuenta que según se estableciera una u otra interpretación las implicaciones políticas serían muy distintas, lo pertinente era preguntarle a Andrés Pastrana que pensaba sobre el editorial y que era lo que estaba pasando.
Pero en política este tipo de interrogatorios directos no se suelen usar. La decisión de Palacio fue entonces acudir al ministro de Desarrollo, Luis Alberto Moreno,quien tiene la doble condición de representar como el que más a Andrés en el gabinete y la de ser un hombre muy cercano al corazón de Misael.
El secretario privado del Presidente, Miguel Silva, fue el encargado de tomar contacto con Moreno. Fueron varias conversaciones, todas ellas tensas y difíciles, en particular para el Ministro, que sabía que si esos puntos no se aclaraban las consecuencias serían muy claras: tendría que abandonar el Babinete. Moreno, más que dar explicaciones que desconocía, lo que hizo fue acusar recibo de la indignación gubernamental y transmitirsela a Andrés Pastrana. La razón que trajo de vuelta fue una que el Gobierno ya había escuchado con escepticismo en ocasiones anteriores. Que Juan Carlos Pastrana, director de La Prensa y autor del editorial, funciona como una rueda suelta, que esta fuera del control de su padre y su hermano.
La explicación podía ser válida, pero para el Gobierno el hecho real era que el editorial había producido un hecho público y la explicación de Andrés Pastrana era privada. Al buen entendedor pocas palabras bastan: el Gobierno sólo admitira que Andrés tomara distancia del editorial de su hermano por medio de una declaración a los medios de comunicación. Pasó todo el lunes y buena parte del martes mientras estas razones iban y venían. Lo que más dificultaba la aclaración de todas las cosas eran los problemas que Andrés tenía para localizar a su padre, quien se encontraba incomunicado en Key Biscayne por cuenta del otro Andrés, el huracan, que causaba estragos en la Florida.
Hacía el mediodía del martes el Gobierno llegó a creer que la declaración de Andrés nunca se produciría, y preparó el borrador de una carta que mas que rectificar las afirmaciones del editorial las respondía como se responde a una declaratoria de guerra. Algún asesor presidencial llegó incluso a sugerir que se le sacara en cara a la casa Pastrana la forma como se había adquirido el último avión presidencial, al iniciarse en 1970 la administración del presidente Misael Pastrana. Se trataba de decir que lo que ellos consideraban irregular en el intento de compra de un nuevo avión por parte de la administración Gaviria lo había sido mucho más en el proceso del Focker 001 entre septiembre y noviembre del 70: con el argumento de que se trataba de material de guerra, la adquisición se había hecho en menos de dos meses y sin licitación.
Pero en la tarde del martes comenzaron a calmarse las aguas. El Gobierno fue informado de que Andrés hablaría esa misma tarde con los periodistas en la plenaria del Senado para manifestar su desacuerdo con los terminos del editorial. Un último malentendido estuvo a punto de abortar el proceso. Mientras Andrés consideró que su conversación con los periodistas seria off the record (sin grabadoras), el Gobierno esperaba una declaración pública y de frente. Los noticieros de las siete de la noche pasaron sin hacer referencia al tema, y una vez más el Gobierno creyó que Andrés no haría la declaración. La tensión volvió a crecer, pero cerca de la media noche el senador Andrés Pastrana hizo una lacónica declaración por escrito en la que señalaba que "me permito informar que no comparto los terminos del editorial y que no he cuestionado,la moral del Presidente de la República".
Al final, lo único que el Gobierno hizo público sobre el tema fue una carta del secretario general de la Presidencia, Fabio Villegas, que aclaraba básicamente dos cosas. Que si hubo licitación en el proceso de compra del nuevo avión y que esta había sido declarada desierta mucho antes de que se fugara Pablo Escobar.
Al final de la semana pasada el balance para la casa Pastrana no era muy bueno. Periodisticamente el editorial era la cumbre de una escalada de denuncias que incluyó acusaciones contra el ex ministro Fernando Carrillo que iban desde la negligencia en el manejo de los contratos de obras en la cárcel de Envigado hasta el encubrimiento del asesinato de un celador en el norte de Bogotá. Y que terminó el martes con el un editorial contra el ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos. Entre tantas acusaciones sin fundamento se pueden haber perdido aquellas que hayan podido tenerlo, con el consecuente costo de credibilidad para el periódico de los Pastrana.
Políticamente, Andrés terminó en una posición incómoda. Claro que, como suele suceder en el campo político esta no es la única interpretación. Diversos sectores parlamentarios conservadores que llevan décadas entendiendose con los Pastrana ven en todo esto una jugada calculada que consiste en prenderle una vela a Dios y otra al diablo. Si el desprestigio del gobierno de Gaviria se ahonda, Andrés solo tendrá que dar un pequeño salto para subirse en el tren oposicionista de La Prensa. Y si, por el contrario, el Gobierno se fortalece y a Andrés le conviene seguir, en él, lo hará manteniendo sus diferencias con Juan Carlos.
El problema que esto tiene es que una familia cuya cabeza fue presidente de la República y uno de sus hijos quiere llegar a serlo, no puede darse el lujo de tener una oveja negra tan cercana como lo es Juan Carlos. Si por el contrario la interpretacion de los parlamentarios azules no es correcta y lo que sucede es que, como opinan la mayoría de los conocedores, se trata simple y llanamente de que Juan Carlos se comporta como un volador sin palo, entonces Andrés debe empezar a prepararse a pagar un alto costo por ello.
¿Quién es Pepe?
NO FALTARON LOS QUE CREyeron que se trataba de un error del editorialista, y que donde debía decir que un amigo del Presidente entraba y salía de Palacio como Pedro por su casa, decía "como Pepe por su casa". Pero no era un error. La intención del diario La Prensa era la de referirse al empresario textilero Jose Douer, conocido como Pepe por sus amigos.
El editorial, a falta de acusaciones, esta lleno de insinuaciones. Y, en resumen, trata de comparar a Douer con el ya legendario Paulo César Farías, comisionista brasileño y amigo cercano del presidente Fernando Collor de Melo por cuenta del cual está a punto de caerse. La verdad es que Douer, de 67 años, casado y con dos hijos, sí es amigo de Gaviria. Y lo es desde hace varios años. Lo conoció hacía el año 1981, cuando el hoy Presidente de la República ocupaba el cargo de viceministro de Desarrollo cuando el ministro era Gilberto Echeverry Mejía. Desde ese momento ha sido no sólo amigo de Gaviria sino patrocinador de sus empresas políticas.
Douer, nacido en México en una familia hebrea, se crió en Egipto y el Líbano, y a los 12 años aterrizó por primera vez en Colombia. Siendo muy joven se hizo cargo en Barranquilla de los negocios textileros de su padre, y en esta actividad lleva más de cuatro décadas. Hoy en día es propietario de varias firmas textileras y manufactureras, de las cuales la más importante es Pat Primo muchos empresarios hebreos, se acostumbro en cada campaña electoral a contribuir económicamente a distintos candidatos, tanto liberales como conservadores. Según él, ha efectuado donaciones para más de 15 campañas, de candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República. César Gaviria fue uno de ellos, aunque en este caso aparte de contribuir con fondos propios, Douer colaboró con la organización de la campaña en la realización de distintos actos destinados a financiar los costos de la campaña electoral.
Todos los presidentes tienen uno o varios empresarios amigos que despiertan muchos runrunes. Es mucho lo que se ha rumorado en privado sobre Pepe Douer y su relación con Gaviria. De todo esto nada ha superado el terreno de la chismografía. Lo único que es real es que Pepe Douer, quien era socio del Noticiero Criptón vendió su participación en ese informativo y se asoció con los periodistas Juan Gossain y Yamid Amat para licitar el noticiero CMI, del cual es el socio mayoritario y se encuentra actualmente al aire.
Casado, dos hijos barranquilleros, dedicados a trabajar en negocios de la familia.