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Personero Domingo Ramos
Personero Domingo Ramos | Foto: Archivo particular

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“Le van a caer moscas en la boca”: amenazan de muerte al personero de Quibdó

Domingo Ramos manifestó que lo amenazaron de muerte por denunciar la violencia que aqueja a esa ciudad.

24 de abril de 2021

A Domingo Ramos, personero de Quibdó (Chocó), le llegó un mensaje justo cuando terminaba una entrevista con Vicky Dávila, directora general de SEMANA. “Está dando muchas declaraciones y le pueden caer moscar en la boca”, le dijeron de manera fría y sin reparos. Él entendió el mensaje, porque en esta ciudad chocoana la violencia no requiere de mucha explicación.

La molestia de quienes quieren callarlo es porque el personero Ramos ha asumido la vocería para denunciar la creciente ola de violencia en Quibdó. Fue él quién reveló detalles del estremecedor crimen contra tres menores de edad en el barrio Buenos Aires, zona norte de la ciudad, quienes fueron atacados con arma de fuego y luego desmembrados a machete.

“Siento miedo, yo hablé con la Procuraduría porque temo por mi seguridad. No tengo esquema de seguridad. Lo solicité el año pasado, pero no me lo concedieron. Hoy tengo miedo”, dice el personero Domingo Ramos, quien ha realizado cientos de denuncias sobre cómo opera el crimen en Quibdó.

Por sus intervenciones en medios nacionales el país se enteró de que en la capital chocoana hay al menos ocho estructuras armadas que se disputan el control territorial, que esos grupos son subordinados del Clan del Golfo y ELN, que hay fronteras invisibles, que los hurtos y asesinatos están disparados, y que están utilizando a los menores de edad como instrumentos para recoger el pago de las extorsiones exigidas a comerciantes.

“Es mi función y mi deber velar por los derechos de la ciudadanía. Mi familia tiene miedo, no tengo esquema de seguridad, soy un blanco, lo sé porque estoy denunciando lo que está pasando en Quibdó”, dice Domingo Ramos, con cierta resignación.

El personero de Quibdó llegó al cargo hace un año, en medio del inicio de la pandemia. Por esos días la violencia en la ciudad se agudizó y los grupos armados ‘Mexicanos’ y los ‘Locos Jam’ se enfrascaron en una guerra que no distingue edades, ni estatus sociales.

“Pidámosle a Dios que no me pase nada y que el director de la Unidad Nacional de Protección entienda que por mis funciones me quieren callar, pero yo seguiré difundiendo lo que está pasando en Quibdó”, agrega el personero Ramos.

Detalles del aterrador crimen

Cristian David Mena Córdoba, de apenas 11 años, y dos de sus amigos, de 17 y 12 años, reconocidos por la comunidad como recicladores, cometieron el error mortal de atravesar una frontera invisible el miércoles 21 de abril. Los tres vivían en el barrio Buenos Aires, una zona marginada del área norte que cuenta con dos entradas: Las Palmeras y Claveles.

Los jóvenes en Quibdó levantaron su voz de protesta por el asesinato a machetazos y bala de tres niños. ¿Quién se duele por el Chocó?
Los jóvenes en Quibdó levantaron su voz de protesta por el asesinato a machetazos y bala de tres niños. ¿Quién se duele por el Chocó? | Foto: saulo guerrero-radio nacional de colombia

Regularmente, ellos tomaban la primera vía, pero en vista de la cercanía con la segunda accedieron a pasar con sus carretas de reciclaje. En Los Claveles los interceptaron alias Ganya, Andresito, Carlos Mario y Jarlinson, y seis miembros más de la pandilla de los Locos Yam, de acuerdo con el reporte policial conocido por SEMANA.

A Cristian David y sus amigos –aún no identificados plenamente– los atacaron con arma de fuego; sin embargo, antes los torturaron con heridas selectivas de objetos cortopuzantes. Se divirtieron con su dolor y luego los arrojaron en una quebrada a la 1:30 de la tarde, tras varios minutos de suplicio.

Las autoridades quedaron horrorizadas con el hallazgo de los restos, pues además de torturarlos, los desmembraron con machetes. Dos de los menores fallecieron en el sitio; Cristian David sobrevivió con una bala alojada en su pecho, heridas por arma blanca en espalda y extremidades inferiores, y la amputación de su mano izquierda. Con ese pronóstico ingresó al hospital San Francisco de Asís y, en el último suspiro, antes de entrar a cuidados intensivos, reconoció a sus victimarios en fotos presentadas por las autoridades. Falleció 48 horas después.