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"NOSOTROS SI HUBIERAMOS HECHO EL DIALOGO CON EL M - 19"

El doctor Carlos Lleras Restrepo concedió recientemente un extenso reportaje a las periodistas Olga Behar y Fabiola Acosta, para el programa televisivo que dirige Yolanda Villabona...

16 de agosto de 1982

FABIOLA ACOSTA: Doctor Lleras ¿Quién fracasó en el intento de paz? ¿fracasó el gobierno? ¿fracasaron las Fuerzas Armadas? ¿fracasó la Comisión de Paz? ¿quién en realidad fue el que fracasó?
CARLOS LLERAS: Yo pensé, cuando se constituyó la Comisión de Paz que, naturalmente, había que combinar varias cosas:una politica general de carácter social para transformar las condiciones de las clases marginadas. Esa es la que tiene que ser la política de un gobierno. Eso no lo puede conseguir una comisión. Es una política de largo plazo. Precisamente lo que me ha llamado la atención en el programa del doctor Belisario Betancur es el sitio que él le concede al cambio de las condiciones de las clases marginadas de la sociedad colombiana, pero eso tiene que ser todo un programa de gobierno para que realmente caiga sobre la Jurisdicción del Ejecutivo y el Legislativo. Una labor larga y compleja.
Fracasó la fórmula porque la tercera parte de las formas jurídicas que eran aceptadas por el M-19 y que yo pienso que hubieran acabado siendo aceptadas por sus movimientos no recibieron el apoyo del gobierno. No las consideró el gobierno aceptables.
F.A.: Usted, en uno de sus escritos de "Nueva Frontera" decía que había fórmulas practicables y que debían en este momento ejecutarse. ¿ Cuáles eran estas fórmulas para usted practicables y eficaces?
C.LL.: En materia de medidas jurídicas, yo consideraba, primero, que había que proceder, de acuerdo, y estrictamente con la ley y con un gran respeto a los derechos humanos en la represión de los delitos; eso lo he considerado, lo consideré siempre y lo sigo considerando vital, por grave que sea la situación de orden público. Las autoridades no se pueden apartar de los métodos civilizados. No pueden obrar fuera del respeto de los derechos esenciales de la persona humana, que constituyen no solo una obligación natural sino una obligación jurídica de todas las autoridades de los países que han aprobado la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En segundo lugar, habría que establecer unas fórmulas que llevaran a que los grupos alzados en armas renunciaran al uso de la violencia, entregaran las armas y gozaran de una clemencia por parte del Estado. Y en tercer lugar, y de acuerdo con esos grupos, organizar la transformación de las regiones donde estaban actuando.
El primer decreto que se dictó perseguía ese objetivo de dar garantía de los derechos humanos, por ejemplo, de que cualquier individuo que se detuviera pudiera o tuviera derecho a dar aviso inmediatamente a sus familiares y no entráramos por el camino que en algún momento empezó a recorrer el Estado colombiano, de que se pierda la gente, de que no se sabe dónde está. Yo quería que el Estado, a su vez, respetara puntualmente todas las garantías de la persona humana.
Iban a seguirse los juicios correspondientes de las personas que resultaran culpables y las condenadas estaban sujetas a una condena revocable, a una condena condicional, es decir, gozarían de su libertad pero esa libertad sería revocada en caso de que incumplieran las obligaciones que contemplan los códigos Penal y de Procedimiento Penal y las adicionales que pudiera establecer el juez en la sentencia. De manera que yo creo que le daba una garantía de paz al Estado y que abría camino ampliamente para que otros grupos se sintieran tentados a acogerse a estas fórmulas. Una de las objeciones que se le puso a la fórmula era que el M-19 no era sino uno o dos grupos y que había varios grupos.
Había que comenzar y el M-19 fue el que se presto más facilmente a una conversación. Yo lamento que esto no se haya hecho así. Se prefirió, pues, hacer juicios de eternas sentenciasno sé cuál sea la condición en las regiones donde ha habido movimientos subversivos después de que se desecharon las fórmulas de la Comisión de Paz. Hubo algunos incidentes, últimamente he visto que no hay, ojalá se restablezca la paz.
OLGA BEHAR: Dr. Lleras, cuando usted presentó su propuesta final, cuando se disolvió la Comisión de Paz, parecía que estaba alterado el orden público; unos poquísimos días después se levantó el Estado de Sitio con el argumento de que ya el país estaba en calma ¿usted qué explicación tiene sobre esta situación?
C.LL.: No, no tengo ninguna explicación y no me he podido explicar nunca como se paso de la situaclon de considerar que había una grave perturbacion,y que era necesario buscar fórmulas para modificar esa situación, a la completa tranquilidad.
Para mí ha sido una sorpresa, por demás agradable, saber que el país está en completa paz.
O. B.: Presidente Lleras, en estos días se han hecho nuevas propuestas para lograr la paz en el país; el general Landazábal, por ejemplo, ha planteado una estrategia para la paz, consistente en varios programas sociales, políticos y militares.
C. LL.: Yo considero que la marcha hacia una sociedad crecientemente igualitalia, con una serie de medidas económicas y sociales tiene que ser un programa a largo plazo. Por eso yo lo llamo Programa de un gobierno progresista y transformador. El general Landazábal lo llama "Una estrategia" porque ese es el lenguaje militar. Por eso, naturalmente, la Comisión de Paz considefó que es un programa largo.
Si se quiere extender a todo el país debe ser un programa a largo plazo. Es un programa de gobierno, de parlamento y de gobierno, que requiere proyecciones presupuestales grandes, medidas gubernamentales. Como le dije, también hay un programa o, para emplear la terminología del general Landazábal, una estrategia local, sobre ciertas regiones que necesitan ser atendidas, modificadas sus condiciones materiales y culturales. Caso típico son las regiones de la frontera, yo las llamaría "de frontera", como el Caquetá o el Urabá, donde hay que hacer una serie de obras; de campañas humanitarias, educativas y culturales, económicas y de desarrollo económico, dar trabajo. Me parece que en eso coincidimos y que hay que mantener el imperio de la ley. Yo no creo que se pueda hacer cumplir la ley por medidas coactivas. Cuando haya gente empeñada en quebrantar las normas legales, el Estado siempre tiene que tener la vision de impedir que se violen los derechos ajenos, que se quebranten las normas vigentes y tiene que ejercer también justicia, para que las penas tengan un efecto disuasivo sobre quien se sienta tentado a quebrantar la ley. Parece que en eso no hay diferencias en los planteamientos. Hay personas en el país que crcen que lo único es el empleo de la fuerza. Yo comparto el criterio de que, sin descartar la fuerza cuando sea necesario, hay que buscar la paz con medidas de la naturaleza de las que le mencionaba, sin hacerme la ilusión de que el crimen desaparezca por entero.
F. A.: Señor presidente, pero si no hay diálogo, si el gobierno no llama a dialogar, estos grupos subersivos tienen que manifestarse de otra forma ¿Cómo podrán atenderlos o escucharlos? ¿qué irá a pasar ahora después del 7 de agosto si no se va a manifestar el gobierno? ¿seguirá esta misma lucha, o llegaremos a una paz verdadera en este país?
C.LL.: Por ejemplo, una de has cosas que pedían el M-19 y otros grupos era el cese del Estado de Sitio. Por eso querían entablar diálogo. El gobierno, de repente, resolvió que sí se podía hacer y lo hizo, de manera que en eso, aun cuando no hubiera el gobierno hecho diálogo directo, nosotros sí lo hubiéramos hecho en la Comisión de Paz, pues es fácil. Acepto el punto de vista de los grupos subversivos sobre que había que levantar el Estado de Sitio y desapareciera el Estatuto de Seguridad. Cosas que el gobierno había considerado antes imposibles. A mí me agradó mucho que el gobierno las haya considerado posibles.

CAMBIA EL GOBIERNO, PERO NO LA POLICIA
Jamás imaginó el profesor Gerardo Molina, al bajarse del avión el 6 de julio pasado en el aeropuerto de Orly, proveniente de Busarest, que la policía francesa, mostrando a la vez su conocido mal humor y su buena memoria, seguia juzgándolo extranjero indeseable, como en 1951.
En aquella remota época, Colombia era gobernada por el Presidente Laureano Gómez y los liberales se encontraban en la oposición denunciando, en documentos clandéstinos, violencias y persecuciones. Gerardo Molina era virtualmente un exiliado en París, y en su condición de tal, editaba un periódico bilingue llamado "Colombia Libre", parcialmente financiado por el exPresidente Edvardo Santos. El periódico era una especie de hoja romántica, en la que iba consignándose toda suerte de denuncias y testimonios enviados sigilosamente, en carta, desde Colombia. Su cuerpo de redacción, contaba, entre otros, a dos futuros Embajadores en Francia, llernando Durán Dussán y Enrique Pardo Parra, el primero de ellos también exiliado en París.
La tenaz hoja del profesor acabó irritando al gobierno colombiano. Gestiones fueron adelantadas ante la Cancillería francesa por el embajador de turno. El despistado gobierno francés de aquella caótica Cuarta República acabó prohibiendo la edición del periódico y expulsando del país al tranquilo Molina, quien jamás ha constituido para nadie una amenaza. Desde entonces muchas cosas han cambiado en Colombia y muchas también en francia. Gerardo Molina fue en los pasados comicios el respetado candidato de la izquierda, y el gobierno de Francois Mitterrand se encuentra en la línea de sus afectos ideológicos. Era de esperarse que un socialista sería bien recibido en una Francia socialista. Pero no ocurrió así, porque las policias nada tienen que ver con estos idilios políticos. Y la policía francesa, que es gruñona, testaruda y con uno que otro pecado en su pasado, no ha cambiado tanto como lo quisieran el ministro (del interior) Gaston Deferre y desde luego el propio Mitterrand. La "courtoisie" no es su fuerte.
Así que, fiel al prontuario de 1951, detavo al profesor Molina durante varias horas en Orly y lo despojó de su pasaporte y de su billete de avión. Al regresar al país, el ex-candidato a la presidencia escribió una carta al Embajador francés en Bogotá, solicitando una reparación moral.
Sin duda tiene razón en exigirla. Como la tendria cualquier personaje político francés si algún policia colombiano, por vicios del oficio, le prohibiera la entrada al país.