ELECCIONES 2018

Conservadores: ¿solos o acompañados?

Uno de los dos partidos que más presidentes ha elegido en la historia de Colombia –el Conservador- no tiene cómo ganar en el 2018. Necesita una coalición. 

12 de junio de 2017

A medida que se calienta la precampaña para las elecciones presidenciales, el Partido Conservador vuelve al mismo dilema que le ha quitado la tranquilidad –y cierto protagonismo- desde el 2002: ¿aliarse con otro candidato o presentar un abanderado propio? La primera opción es más segura, porque desde hace tiempo los azules, a solas, no tienen la fuerza suficiente para pasar a la segunda vuelta. Pero la segunda alternativa –un candidato propio- es más deseable porque asegura la identidad de la colectividad y su relevancia.

El último presidente conservador, Andrés Pastrana en 1998, ya tuvo que pescar votos afuera, para vencer a Horacio Serpa. Bajo la “Nueva Alianza para el Cambio” recogió a liberales antisamperistas liderados por el exfiscal Alfonso Valdidivieso y a otros inconformes con el proceso 8.000. Y en los años siguientes, los de los gobiernos de ocho años de Uribe y de Santos, las toldas se han dividido entre quienes prefieren estar en el gobierno y los que consideran que en el rancho aparte es mejor fórmula de largo plazo.

La disyuntiva se ha hecho aún más difícil con el paso del tiempo. Por una parte, porque los partidos tradicionales colombianos sufren de un desgaste similar al que han tenido en otros países. Igual que en democracias tan avanzadas como la de Francia, el protagonismo reciente ha sido liderado por colectividades creadas en los últimos años. El Centro Democrático, la Alianza Verde, La U y Cambio Radical son todas creaciones del Siglo XXI, que le han tomado ventaja a los conservadores y liberales que vienen desde el siglo XIX. En la gran encuesta de Invamer-Gallup para SEMANA, Blu Radio y Noticias Caracol el Partido Conservador obtuvo apenas 9.3 por ciento de filiación, ubicándose en el quinto lugar de siete partidos.

Pero más compleja ha sido la irrupción del uribismo –ahora organizado en el Centro Democrático- porque su posición en la derecha del espectro electoral le ha quitado espacio a los azules. El uribismo, con el estímulo de un líder carismático y una fuerza electoral importante, se ha convertido en una opción no solo para los ciudadanos que profesan la ideología conservadora sino incluso para algunos de sus jefes. Marta Lucía Ramírez es a la vez excandidata azul y fundadora del Centro Democrático, un hecho elocuente sobre la convergencia programática que hoy tienen ambos partidos. Y sobre el carácter de socio natural que sería el uribismo en el caso en que los azules se decidan por buscar una coalición.

Los conservadores mantienen una significatriva capacidad de movilización electoral. Son la tercera fuerza legislativa en el Congreso gracias a los 3 millones 800 mil votos que sacaron en las elecciones del 2014, votación con la que ubicaron a 45 legisladores en el Capitolio. Pero en las últimas cuatro elecciones presidenciales no han tenido un candidato fuerte, lo que los ha llevado a ubicarse en el tercer lugar o más atrás en la lista de aspirantes. En el 2002 la candidata fue Noemí Sanín, quien obtuvo 641 mil votos; en la del 2006 no presentaron candidato y respaldaron a Álvaro Uribe en su reelección; en el 2010 repitieron con Noemí Sanín, pero quedó de quinta con 893 mil votos; Martha Lucía Ramírez fue la carta de los ‘godos’ en el 2014, cuando la mitad del partido estaba con Santos y la otra contra él, y obtuvo un repunte con 2 millones de votos en primera vuelta, cifra sin embargo distante de lo que se necesita para pasar a la segunda vuelta o para ganar la presidencia (cercana a los 8 millones de votos).

¿Cómo enfrentarán la compleja coyuntura? ¿Cómo responderán, otra vez, la difícil pregunta de candidato propio o apoyo a otro partido más competitivo (como el uribismo)? Por ahora la consigna, sí o sí, es nominar candidato propio para la primera vuelta presidencial. Lo que no se sabe es quién, ni mediante qué mecanismo.

La renuncia de Ordóñez

Una opción es Alejandro Ordoñez. Apenas salió de la Procuraduría, en septiembre de 2016, Ordoñez comenzó a recorrer municipios y ciudades y, definitivamente, entró en el sonajero. Pero ya casi no es un secreto para nadie que su aspiración –o al menos su preferencia- es contar tanto con el aval azul como con el del Centro Democrático. Su presencia en la convención uribista a inicios de mayo agitó las aguas en esa colectividad y a muchos de los precandidatos del movimiento político de Uribe no les cayó bien esa visita. Tanto así que algunos como María del Rosario Guerra y Rafael Nieto le dijeron a Ordóñez que las estructuras del partido deben estar con alguien de adentro.

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De allí que el exprocurador, miembro del Partido Conservador, le quedaba mantenerse en su partido o acudir a la figura “independiente” de la candidatura respaldada por firmas. Y se fue por firmas.

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Sin embargo, la división interna entre los que se mantienen en el gobierno –donde hay ministros azules-azules como Mauricio Cárdenas, en Hacienda, y varios miembros de la bancada del Congreso- y los que se oponen a Santos, aún está sin definición. La apuesta de Ordoñez –como “independiente”- es sumar a los conservadores antisantistas y a otros sectores de la derecha –incluso del uribismo- desafectos de un gobierno que apenas llega al 20 por ciento de aprobación popular.

A los ‘godos’ aún los asocian con valores tradicionales de la sociedad: la oposición al matrimonio gay, la familia tradicional, la religión tradicional. Ordoñez alzará, de muy buena gana, esas banderas.

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Los suspirantes: Marta Lucía Ramírez, Luis Alfredo Ramos y David Barguil

La excandidata Marta Lucía Ramírez es una opción lógica para los conservadores, porque ya fue su candidata y ha mantenido un alto perfil en los medios y goza de una buena imagen en las encuestas. En la Gran Encuesta de SEMANA obtuvo 6.5%, ubicándose en el sexto lugar entre 12 posibles candidatos. Y porque el otro nombre que se menciona, el de Luis Alfredo Ramos, está a la espera de la decisión de la Corte Suprema de absolverlo o no por parapolítica.

El nombre de Martha Lucía mantiene al partido, pero no significa que dispare el número de votantes. “Los mantiene, pero a los conservadores les tocará hacer coalición porque no les da. Están estancados”, dice el analista Medófilo Medina.

A Luis Alfredo Ramos no le va mal a pesar de estar alejado de la arena política durante los últimos cuatro años por su captura. Sacó 7.7% en la Gran Encuesta y muchos consideran que sería el candidato del Partido Conservador si la justicia lo deja en “limpio”. Otro punto para tener en cuenta es que él aún no ha dicho públicamente que quiere aspirar a la Presidencia, sin embargo el rumor en los círculos políticos es cada vez más fuerte. 

El otro nombre que está en el tintero es el de David Barguil. Al que fungió como presidente de los conservadores un grupo de parlamentarios le pidieron que preste su nombre en la consulta del partido, que se enfrentaría contra Martha Lucía, que de momento son los nombres que arroja la baraja azul. Él es una de las caras nuevas en el Congreso, pues tiene 35 años. Llegó a la Cámara en el 2010 con 48 mil votos y fue reelegido con 86 mil. Pero aún es muy joven en términos electorales.

La Convención Conservadora que se realizará en las próximas semanas será el escenario para las grandes definiciones. Serán varias y complejas pero, el final, una es la más importante: ¿candidato propio con pocas posibilidades o apoyo al de otro partido y dejar, otra vez, al tarjetón presidencial sin una figura azul?