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| Foto: Archivo particular

INVESTIGACIÓN

Marlon, el lazarillo de Jesús Santrich por las rutas de la mafia

Era el enlace entre el exguerrillero de las Farc y los carteles de la droga mexicanos. El sobrino de Iván Márquez tiene fama de "vividor y estafador", habría aprovechado el proceso de paz para buscar contratos, y hasta ofrecía palancas para puestos en las nuevas instituciones.

12 de abril de 2018

Marlon Marín Marín es el hombre que aparece a la diestra de Jesús Santrich el 8 de febrero del 2018, en la reunión en la que se cerró la venta de 10 toneladas de cocaína al cartel de Sinaloa, en una casa del barrio Modelia. Era ni más ni menos que la persona que durante meses le hablaba al oído a los mexicanos y a quien fuera uno de los negociadores de las Farc en La Habana. Las razones que traía de un lado a otro no eran de temas de paz. Lo que entre manos se traían era un negocio, un megacargamento de cocaína. 

La historia criminal documentada de Marlon Marín Marín comienza en junio de 2017. En ese momento, cuando las Farc entregaban sus armas a las Naciones Unidas, los investigadores de la Fiscalía le seguían la pista a una red de intermediarios que buscaban quedarse con millonarios contratos pagados con el dinero de la paz.

Interceptaciones telefónicas revelaron que Marín -quien viajaba con frecuencia a Venezuela- estaba detrás de un negocio jugoso para la salud de los reinsertados. Sin embargo, la decisión del Gobierno de canalizar todo a través del Sistema General de Salud hizo que su aspiración se viniera al suelo.

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Para ese momento Marlon ya cargaba el lastre de una sanción de la Contraloría Regional de Neiva por el incumplimiento a un contrato con la Institución Educativa El Recreo. Fue encontrado responsable fiscalmente el 25 de Junio de 2015 y sobre este caso avanza un proceso de cobro coactivo que aún está pendiente.

Frustrado el contrato de salud, la Fiscalía se topó por casualidad con el siguiente negocio que emprendió el sobrino del segundo hombre más importante de las FARC, Luciano Marín, alias Iván Márquez. Las conexiones telefónicas de Marlon dejaron al descubierto la relación que sostenía con una organización mexicana al servicio del narcotráfico, que en ese momento se abría camino para negociar 10 toneladas de cocaína. Los mensajes intercambiados eran cifrados y hablaban de droga como si fueran televisores. 



La cercanía de Marín con los jefes de las Farc llevó a que las autoridades pensaran que estaban ante algo realmente sensible. La investigación fue tan secreta que durante casi todo el 2017 actuaron en paralelo y sin saberlo con el SIU (por sus siglas en inglés Special Intelligence Unit), un equipo élite conformado por investigadores de Colombia y de la DEA. Solo lograron percatarse de que tenían competencia, durante un seguimiento a Marín Marín en un centro comercial de Bogotá. 

Son meses de grabaciones en las que Marlon sostiene conversaciones con Santrich y con su asistente, con los mexicanos y con los otros capturados (Fabio Simón Younes Arboleda y Armando Gómez España). El Indicment de Estados Unidos, es claro en señalar que Marlon Marín estuvo a cargo de coordinar los acercamientos entre las partes y fue quien preparó la entrega de 5 kilos de cocaína en el lobby de un hotel de Bogotá, para demostrar la calidad de la droga que tenían para vender. Esta muestra habría llegado hasta Rafael Caro Quintero, uno de los jefes del cartel en México.



A sus 39 años, Marín enfrenta cargos que le podrían dar hasta la máxima pena por parte del jurado de New York que estudiará su caso. Uno de los audios que condensan con lujo de detalles lo que pretendían es el grabado el 27 de noviembre del 2017, cuando Marlon habla con un enlace mexicano sobre la rencilla que existe entre los carteles de Sinaloa y Michoacán:

Pero mira, para que usted lo sepa, el ruco del aguacate de Michoa, él no la lleva con el duro de nosotros, para nada, porque él es de Sina y el otro es de Michoa”, le dice el desconocido. Y sigue: “(...) Yo me imagino que no tienen que enredarse las cosas, simplemente se le dice al señor de allá, el del aguacate, y le dice mire yo ya tengo aquí este efectivo, tengo para 5.000 televisores, tenga los 5.000 televisores si? Y usted entrégueme allá en Quilla, en Barranquilla me entrega lo otro”.

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En esta conversación, Santrich y su equipo parecen dejar atrás la idea de negociar la entrega de la droga en Estados Unidos, y se comienza a hablar de una transacción en la ciudad de Barranquilla. Sin embargo, inconvenientes logísticos llegaron a ser tantos que impidieron que el cargamento llegaran en el tiempo que autoridades esperaban. Y la filtración de información sobre lo que sería una inminente captura con fines de extradición llegó a los oídos de Santrich. 

El resto de la operación tuvo que abortarse. Sin embargo, alcanzaron a quedar con la prueba reina que es un video de la reunión que se realizó entre Santrich y los miembros de cartel de Sinaloa el 8 de febrero del 2018 en Modelia. En la madrugada, Marín llama a Santrich para urgir la cita con los mexicanos: 

Marlon: Sí imagínate, pero como ellos dijeron que les daba pena con ustedes también a esa hora esperarlo por ahí y llegar y reunirse, y si les digo que lleguen a las 5:30 am, les digo que lleguen a las 5:30 am?. Santrich: Pero si viene también, yo solo no me reúno con nadie”.

Sin saber que en el grupo había un infiltrado de la DEA que grababa el encuentro, Santrich recibe de manos de los mexicanos un billete. Este viene ‘gemeleado‘ para identificar con uno de iguales características a la persona que en Estados Unidos haría el desembolso del dinero. En una operación que fue controlada por la DEA, se dio la entrega de un primer pago por 5 millones de dólares. Es tal el grado de confianza que tenía Santrich en Marlon que en las imágenes se ve cómo el exjefe de las Farc le hace entrega del billete. 

Los amigos de Marlon se refieren a él como El Patrón en sus redes sociales. Aunque las autoridades estadounidenses lo describen como un abogado oriundo de Caquetá, compañeros de universidad consultados por SEMANA, aseguran que estudió contaduría en la Universidad Amazonía y lo gradúan de pillo y de tramposo. 

En sus antecedentes, aparecen dos denuncias civiles para cobrar letras de cambio por $370.000 y $1.000.000, que provienen de deudas adquiridas con sus allegados. Tiene fama de prestamista y de haber embaucado a más de uno.

Sus compañeros recuerdan que desde aquella época estaba en negocios ilegales. Por $ 80.000 les vendía a sus compañeros un certificado que daba cuenta de haber superado el nivel de inglés mínimo exigido por el claustro para poderse graduar. Sin embargo, los documentos venían firmados por él mismo, por lo que las directivas no tardaron en descubrirlo y sancionarlo. “Era un vividor y un estafador”, dicen.

En los últimos años ha pasado largas temporadas en Maracaibo. Desde allá decía que estaba apoyando a su tío en el proceso de paz, en su red social Facebook hay varias fotografías que dan cuenta de este y otros viajes, sobre todo a la ciudad de Cartagena. Se comunicaba con sus allegados para ofrecer su ayuda en la consecución de cargos en las nuevas instituciones que se crearon en el marco de los acuerdos.

En una ocasión le ofreció ayuda a un viejo amigo para llegar a ser magistrados del tribunal de paz, la más alta dignidad de la justicia creada en el marco del acuerdo de paz con las Farc, por el que anticipaba un pago de más de 20 millones de pesos. Su interlocutor no aceptó la oferta, sin embargo, se desconoce si por su cuenta se logró algún nombramiento en un alto cargo. 

Su padre es profesor; su madre es la hermana de Iván Márquez y por allí se desprende el vínculo con el segundo de las Farc. Su primo es Ómar Marín Jordán, un médico veterinario que fue enviado a prisión en el 2011 por supuestos nexos con la Teófilo Forero de las FARC. Después de pasar cuatro años preso sin que se resolviera su situación jurídica tuvo que ser dejado en libertad por vencimiento de términos.

“Como familia de Luciano Marín, mi tío, somos víctimas de una persecución tremenda. El único delito es ser sobrino de él. Me siento perseguido por el Gobierno y pienso, con todo lo que ha pasado en mi caso, que no sería raro que esto sea un montaje”, indicó en dialogo con Semana. Marín Jordán es miembro representante de la Corporación Yarokamena, organización defensora de Derechos Humanos y de exprisioneros políticos.

Hace unas semanas, Ómar Marín fue capturado cuando regresaba de su finca en Balsillas, un caserío en San Vicente del Caguán, en medio de una operación de la cual –dice- nunca obtuvo una explicación legal. “No hubo orden de captura, nos dijeron que era información confidencial. Si no fuera por un amigo que me vio y le avisó a la familia, quién sabe dónde estaría. Casi no me logran ubicar y al final me tuvieron que dejar en libertad. Requisaron todo, revolcaron el carro y no encontraron nada”.

Ómar explica que logró conocer a su tío cuando logró salir de la cárcel porque ya que para ese momento había circunstancias del proceso de paz que lo permitieron. En cuanto a Marlon Marín asegura que se trató de una relación limitada a encuentros familiares y que hace por lo menos un año que no lo ve.

La última vez que Marlon usó su cuenta de Whatsapp fue el lunes a las 5:27 de la tarde, cuando el CTI de la Fiscalía lo capturó junto con las otras tres personas en un operativo que sacudió las fibras más sensibles del proceso de paz. En su perfil quedó un mensaje: "es tiempo de enfocarse en lo que realmente importa". Lo que piensan quienes alguna vez tuvieron contacto con él es que su foco es el poder y la trampa.