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¿Quiénes son los bolivarianos?

La corriente política del presidente venezolano Hugo Chávez tiene adeptos en varios países de América Latina, incluida Colombia.

16 de enero de 2005

Hasta la captura de uno de los voceros internacionales de las Farc, Rodrigo Granda cuando se supo que había participado en el Congreso Bolivariano de los Pueblos en Caracas en diciembre, muy pocos en Colombia habían oído hablar de este foro. De ahí que muchos ahora asocien a los colombianos 'bolivarianos' que acuden usualmente a cada reunión del Congreso con la guerrilla. ¿Qué tanto impacto tiene esta corriente bolivariana en Colombia? ¿Realmente tiene algo que ver con la guerrilla? ¿De qué se trata este Congreso? Para empezar, esta corriente está más inspirada en la 'revolución bolivariana' del presidente Hugo Chávez que en la acción de cualquier grupo armado. Chávez, como se sabe, es bolivariano hasta la obsesión y ha logrado convertir al Libertador en un nuevo icono y, sobre todo, en una nueva doctrina. Y le dio a la izquierda más radical de América Latina justo lo que hace una década estaba necesitando: una nueva ideología. Por eso muchos ex comunistas, que quedaron huérfanos luego de la hecatombe del socialismo, se han volcado al bolivarianismo con impresionante ardor. En Colombia, por ejemplo, ya existen tres casas de solidaridad con Venezuela que se encargan de divulgar y hacerle propaganda al proyecto chavista. Estudiantes de varias universidades han creado la Cátedra Nacional Bolivariana (Kanabo) e incluso el año pasado promovieron una travesía por la ruta de Bolívar en la que participaron 170 personas, y algunos de los sindicatos más destacados del país le están trabajando animosamente al proyecto de Chávez. Tanto será el entusiasmo que hace dos años una caravana con 350 chavistas de Colombia fueron hasta Caracas a darle respaldo al Presidente venezolano en una de las tantas crisis que le ha tocado afrontar. Fueron apedreados, abucheados y criticados por la oposición sin que menguara su entusiasmo. Por el contrario, desde entonces se hacen frecuentes excursiones e incluso se han hecho dos correrías de turismo revolucionario. Por la módica suma de 500.000 pesos, las personas (en su mayoría maestros) recorren las principales ciudades de Venezuela, visitan los proyectos de alfabetización de inspiración cubana y también los proyectos de salud, tierras y, por supuesto, los círculos bolivarianos. Esta corriente chavista, que suma unas 600 personas, no tiene nada que ver con el llamado Movimiento Bolivariano de las Farc, que lidera el guerrillero Alfonso Cano y que no es más que la militancia política de ese grupo armado. Sin embargo, a muchos de estos bolivarianos les preocupa que las Farc, así como lo hicieron en Caracas, terminen infiltrándose en sus actividades. De hecho, esta guerrilla se ha convertido en un problema para muchos partidos que esperaban encontrar en el Congreso Bolivariano una 'nueva internacional' de la izquierda democrática y amenaza con convertirse en fuente de división. Y es que por fuera del activismo de los bolivarianos, que tiene un tono de los años 70 y parece más un intento de reciclaje de la vieja izquierda, se mueven partidos políticos de toda América Latina que estuvieron durante décadas en la oposición -incluso que eran guerrillas-, pero que hoy están en el gobierno y que apuestan en serio por la democracia. A estos partidos demócratas les incomoda la presencia de las Farc tanto en este Congreso como en el Foro de Sao Paulo, el otro escenario que agrupa a movimientos de izquierda latinoamericana. Recientemente miembros del Partido de los Trabajadores de Brasil, el movimiento del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, propuso que definitivamente se negara la participación de las Farc en estos encuentros, aun como observadores. Pero la propuesta nunca ha llegado a ser aprobada. En ambos escenarios todavía las Farc gozan de algún respaldo. A juicio del representante Gustavo Petro, quien asistió al foro a nombre del Polo Democrático Independiente, la ambigüedad del Congreso Bolivariano frente a las Farc conspira en su contra. "El Congreso tiene tres objetivos: luchar contra el Alca, buscar la integración política y económica de los países latinoamericanos y profundizar la democracia en nuestros países. Este último aspecto impide que grupos como las Farc estén en el Congreso Bolivariano". Y agrega que: "Las Farc no son bolivarianas porque son estalinistas". Petro refuta los señalamientos que se hacen a los bolivarianos de ser afines a las Farc. "Todo lo contrario, una de las banderas de los bolivarianos es trabajar con las Fuerzas Armadas de cada país", dice. De hecho, Chávez ha tenido en los militares uno de sus principales apoyos. Aunque lo más visible del Congreso Bolivariano es la radicalidad de sus militantes, tras toda la alharaca se está moviendo una corriente que podría ser muy significativa para los países del continente. El Congreso de diciembre contó con la participación de importantes líderes como Shafick Handal del Fmln de El Salvador, que disputó la presidencia del país y mantiene las principales alcaldías; Evo Morales, el líder cocalero del MAS de Bolivia que en las pasadas elecciones se hizo con la mayoría de las alcaldías y que es sin duda la fuerza política de peso considerable en ese país; el Frente Amplio de Uruguay y el PRD de Panamá, que acaban de ganar las elecciones presidenciales en sus respectivos países. También se destaca el movimiento Pachakutik de Ecuador, que llevó al poder al actual presidente Lucio Gutiérrez. En el Congreso se percibieron dos tendencias claras, una liderada por Venezuela y otra por Brasil. "En América Latina se está refundando la izquierda en dos vertientes, una de confrontación con Estados Unidos, que es nuestro vecino irremediable y que encabeza Chávez, y otra de concertación que lidera Lula", dice el analista León Valencia. Y aunque en el tono y en muchos aspectos ideológicos estas dos tendencias se diferencien, se identifican en algo fundamental: no quieren estar bajo la égida de Estados Unidos y privilegian el proceso de integración latinoamericano. Todos ellos respaldan la idea que ha promovido Chávez de oponerle al Alca un Alba (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe) que privilegie la integración política y que en el plano económico le dé prioridad, antes que a los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, a la negociación entre bloques como el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, CAN. Esta ha sido también una de las principales banderas de Lula. Un primer logro que tuvieron ambos fue la firma de la Comunidad Suramericana de Naciones, ocurrida el pasado 9 de diciembre en Cuzco, Perú. Por eso a nadie le sonó descabellada la propuesta de Petro de que estos gobiernos de izquierda de América Latina busquen hacer una mayoría en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y darle un giro a esta entidad. Lo paradójico es que el sueño bolivariano puede terminar cumpliéndose de la mano con la globalización y no contra ella. Y de la mano de gobiernos elegidos democráticamente y no a punta de fusil, como todavía pretenden las Farc.