El presidente Juan Manuel Santos impone la Crus de Boyacá a Germán Vargas Lleras | Foto: Presidencia

POLÍTICA

Sin coscorrones y con la Cruz de Boyacá, así fue la despedida de Vargas Lleras

El presidente Juan Manuel Santos le otorga la máxima distinción de la Nación a su vicepresidente, quien oficializará su renuncia ante el Senado este miércoles. Crónica de una noche que tuvo en vilo a la clase política nacional.

15 de marzo de 2017

Hace tres años, cuando Juan Manuel Santos y Germán Vargas Lleras se inscribieron como fórmula a la Presidencia, a la Registraduría llegaron a acompañarlos políticos de todos los colores. Desde rojos liberales, hasta los del Partido de la U. Luego, en el tarjetón, las caras de estos dos dirigentes, representantes de la estirpe capitalina, aparecían avaladas con los logos de estos partidos.

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Este martes, cuando Vargas Lleras presentó el balance de los dos años y siete meses de gestión como vicepresidente en el gran Salón de Corferias, sólo llegaron todos los congresistas de Cambio Radical; una delegación de siete parlamentarios conservadores, encabezados por su actual presidente, el senador Hernán Andrade y su antecesor David Barguil; algunos del antiguo PIN como Mauricio Aguilar y Teresita García, y hasta un excongresista del Polo Democrático que quizá no aguantó la curiosidad y a pesar del aguacero, llegó al centro de exposiciones de Bogotá, que desde las 5:00 de la tarde registraba largas filas, más propias para un concierto que para un evento gubernamental.

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A esa hora, Roy Barreras, antiguo congresista de Cambio Radical y hoy senador con deseos de ser el candidato presidencial de La U, había organizado una cena a la que invitó a todos los congresistas de su partido, al procurador Fernando Carrillo, al contralor Edgardo Maya y al próximo vicepresidente, el general (r) Óscar Naranjo. Como para hacerle competencia a la puesta en escena que Vargas Lleras tenía preparada desde hace semanas. Por lo menos así se interpretó. 

Pero Naranjo, como el contralor Maya, fueron de los primeros que saludó Vargas Lleras cuando se subió a la tarima, micrófono en mano. Sin embargo, como el saliente vicepresidente habló sin fatigarse durante dos horas y 17 minutos, fueron muchos los que de forma disimulada se escurrieron de las sillas, y aprovechando la oscuridad del auditorio, emprendieron otro camino. Casi a las 9 de la noche se conocieron las fotografías de la cena de parlamentarios de La U, en el norte de Bogotá, y en ellas aparecían, a manteles, Carrillo, Maya y Naranjo. De los pocos liberales que se asomaron, el exministro Alfonso Gómez Méndez y el exgobernador de Atlántico Eduardo Verano de la Rosa. La delegación más nutrida fue la de gobernadores, en la que sobresalían Dilian Francisca Toro (Valle del Cauca), Rosa Cotes (Magdalena) y Jorge Rey (Cundinamarca); y entre los alcaldes Enrique Peñalosa (Bogotá) y Mauricio Armitage (Cali) eran los más reconocidos.

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También se dejaron ver el ex vicefiscal Jorge Perdomo, el excontralor David Turbay, y un costado del auditorio fue habilitado para empresarios de la construcción, banqueros, directores de entidades, funcionarios de las mismas.

La delegación del Gobierno no fue todo lo nutrida que se esperaba. Del gabinete sólo la ministra de Vivienda, Elsa Noguera; el de Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo, y el de Transporte, Jorge Eduardo Rojas. El presidente Juan Manuel Santos llegó en compañía de su hijo Martín y su secretario privado, Juan Carlos Mira, quienes ocuparon la primera fila y allí aguantaron los 140 minutos en los que Vargas Lleras expuso todo cuanto hizo, no sólo como vicepresidente, pues se remontó a sus días de ministro del Interior, para así sobredimensionar su paso por el Gobierno.

Germán Vargas Lleras le devolvió al presidente Juan Manuel Santos el casco que el mandatario le entregó hace cinco años, cuando lo nombró ministro de Vivienda.
Foto: Vicepresidencia de la República

Lo primero que hizo Vargas Lleras fue insinuar que su renuncia había sido provocada por el Congreso. Recordó que cuando aceptó ser la fórmula de Santos, cuando resultó elegido y cuando se posesionó, no existía ningún tipo de inhabilidades hacia el vicepresidente de la República. Fue la reforma al equilibrio de poderes las que se las impuso. “Esas inhabilidades sobrevinientes me obligan a presentar mi renuncia (…) pido a los compañeros del Senado que la tramiten con prontitud”.

Tras sacar esa cuenta de cobro, empezó a enumerar sus ejecuciones. No tenía un discurso preparado, y caminaba de un lado para otro mientras parecía recitar de memoria los nombres de los proyectos de vivienda, las ciudades beneficiadas, redondeaba las cifras a su favor y daba paso a unos videos que habrán dejado con la boca abierta a los asistentes. “Esto no es un render, eso está terminadito", repetía.  

Primero fue el turno del programa de Vivienda: es lo más bonito que he hecho en mi vida. Justificó mis 30 años de vida pública”. Y cuando entregó el balance de la política de infraestructura pareció dar cátedra de geografía colombiana. Habrá mencionado más de cien municipios y veredas, nombres que seguramente muchos oyeron por primera vez: El Crucero, Pajarito y Dos y Medio, en Boyacá; Mamatoco, Minca, Tasajera, en Magdalena; se supo que California o Los Curos quedan en Santander; o que Guatica y Puente Umbría están en Risaralda.

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En cuanto a carreteras, los más de 58 proyectos viales, denominados ‘Vías para la equidad’, Vargas Lleras no pudo inaugurarlos pero los dejó en marcha, como la mayoría de obras de ampliación de puertos y aeropuertos. Pero dijo que antes del 7 de agosto del 2018, el presidente Juan Manuel Santos los inaugurará. Por eso le devolvió ese casco blanco que el mandatario le entregó en el 2012 cuando lo nombró ministro de Vivienda.

La rendición de cuentas del vicepresidente parecía ser la noticia del día, pero las nuevas revelaciones del caso Odebrecht parecieron relegarla a un plano secundario. Vargas Lleras aprovechó la oportunidad para decir que en su administración “el agua potable le fue arrebatada a la corrupción”, “todas las obras tienen el sello de la transparencia, cero anticipos, cero adiciones, obra entregada, obra pagada”. Todos los funcionarios de Invías involucrados en las licitaciones tenían que someterse al polígrafo, recordó.  

También dedicó palabras a su familia, “a quienes poco vi en estos siete años”, y a sus más cercanos coequiperos: “a Elsita (Elsa Noguera) y a mi partner Luis Felipe Henao”.

El presidente Juan Manuel Santos no se quedó atrás, y en la rendición de cuentas de su Vicepresidente, también expuso los logros de su gobierno en todas las materias.
Foto: Vicepresidencia de la República.  

Quienes esperaban un lanzamiento de su campaña presidencial se quedaron con las ganas: “Sé que muchos están esperando noticias, pero mi investidura me impide que incurra en terrenos farragosos. Espero referirme pronto sobre el futuro electoral. Eso espero señores senadores”, al insistir en que le den rápido trámite a su renuncia.

Llegó el turno para el presidente Santos. Se refirió a Vargas Lleras como el más leal y eficaz de sus colaboradores y dijo que no se equivocó al haberle asignado las políticas de vivienda e infraestructura. “Por sus frutos los conoceréis, dice el pasaje bíblico. En este caso las obras hablan por sí solas”.

Fue entonces cuando Santos volvió a invitar a Vargas Lleras a subir al escenario. “Venga, Germán, no le voy a dar un coscorrón. Le voy a poner la Cruz de Boyacá, la mayor distinción para un colombiano”.

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Y como si no quisiera echarse tierra, Santos pronunció un largo discurso que también pareció ser la rendición de cuentas de su mandato.

Clemencia Vargas, la hija del vicepresidente, cerró la noche subiendo al escenario a dos de las beneficiarias de las casas gratis, una mujer de El Salado y otra de Envigado. Vargas Lleras volvió a subir a la tarima y aprovechó parta halarle las orejas al ministro de las TIC, el liberal David Luna, porque las dos mujeres confesaron que sus casas gratis aún no tienen conexión a internet, como minutos antes lo había asegurado.

Vargas se marchó de la Vicepresidencia con la cruz de Boyacá, presente de su jefe durante siete años. A esa hora el Partido de la U, en el norte de Bogotá, le daba la bienvenida al nuevo vicepresidente. De los liberales poco se supo, y muchos especularon sobre la presencia de los conservadores en el Gran Salón de Corferias.