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'Perestroika' liberal

El senador Rodrigo Rivera fue elegido presidente de la Dirección Liberal. Soplan vientos de cambio para ese partido político.

1 de diciembre de 2002

Horacio Serpa lo tenía claro. Cuando eligió a los 11 miembros de la nueva Dirección Nacional Liberal, que lo sucederían en la conducción del partido, pensó que el candidato ideal para ser presidente de este ente era el senador Rodrigo Rivera. Era un reconocimiento más que justo para un personaje que en la campaña pasada fue su jefe de debate y supo resistir, como Ulises, aferrado a ese intangible que llaman disciplina de partido, a los cantos de sirena de quienes querían arrastrarlo a las toldas uribistas. Sin embargo Serpa no lo nombró por respeto a los demás integrantes de la dirección. Pero lo que ha de ser es. Por unanimidad Rivera, un político pereirano de 39 años, fue elegido la semana pasada presidente de la Dirección Nacional Liberal. Con este nombramiento coronó una cima dentro de la colectividad y no sería raro que a partir de ahora su nombre fuera incluido en el sonajero de los denominados 'presidenciables'. El, como buen político, lo niega. Dice que no quiere entrar en esa feria de las vanidades, que no es un hombre de aspiraciones, que lo importante es ser un factor de cambio del partido y del país. El tiempo lo dirá.

Por lo pronto se puede decir que él ha hecho la tarea como debía y ha subido los peldaños hasta la cumbre con firmeza. Ingresó en el liberalismo con la disidencia de Luis Carlos Galán y, con su apoyo, le hizo contrapeso político a César Gaviria en Risaralda. Al cabo del tiempo ayudó a forjar la unión entre las dos vertientes en el departamento, regresó al oficialismo con su jefe y terminó de amigo y aliado de Gaviria. Al Congreso llegó hace 12 años y desde entonces ha defendido con vehemencia en ese recinto la tesis de una Colombia federal. También es conocido por pertenecer a la línea dura en los temas de seguridad del país, no en vano fue quien convocó al primer debate contra la zona de distensión en el gobierno pasado, y a una línea más flexible en materia económica y social. Durante el tiempo que fue presidente de la Cámara de Representantes se llevó a cabo el juicio contra Ernesto Samper y su voto fue uno de los 11 que depositaron igual número de liberales en contra de la absolución del mandatario. Pero lo pasado, pasado. Hoy una de las misiones de Rivera es tender puentes entre todas las vertientes del liberalismo y unificarlas alrededor de un partido remozado por los vientos del cambio. "Los liberales estamos perdiendo el poder porque somos una mayoría impotente para hacer los cambios. El partido se va a unificar y va a dar un viraje hacia la democratización interna. Las mejores inteligencias liberales tienen que trabajar en ello", dice Rivera. Este es el reto del senador y tiene poco tiempo para convertir en hechos todas estas palabras.