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OPINIÓN

Transformar el trabajo

La tecnología cambia nuestras vidas a paso acelerado. Desde la agricultura de precisión y la fabricación automatizada, hasta la telemedicina, los vehículos autónomos y las redes sociales, todos los aspectos de cómo las personas gestionan su vida cotidiana se están modificando. Un análisis de Andrés Jiménez, director de Mercadeo y Operaciones en Microsoft Colombia.

22 de mayo de 2019

A quienes no somos nativos digitales y fuimos aprendiendo a entender e integrarnos a la tecnología con más entusiasmo que instinto, no siempre nos fue fácil seguirle el paso a la transformación. Se estima que el cambio de hoy está sucediendo 10 veces más rápido y a 300 veces la escala de la primera revolución industrial y el consenso es que ese ritmo de cambio solo va a acelerarse.

Probablemente, el ángulo más complejo y delicado del salto digital no sean los procesadores ni los algoritmos, es la gente. Adaptarse al cambio en periodos de transformación tecnológica nunca es fácil para las organizaciones o las personas que trabajan en ellas. Muchas de nuestras empresas deben estar preparadas para reinventar procesos, productos, nuevos mercados y alianzas, hasta inventar nuevos modelos de negocio. La mayoría de nuestras empresas fueron creadas en el siglo XX y las personas a menudo se enfrentan al desafío de dejar ir las viejas formas de hacer las cosas, aprender nuevas habilidades y adoptar nuevas formas de trabajar, pensar y estar en el lugar de trabajo.

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Al mismo tiempo que debemos hacer un esfuerzo por cambiar ese “chip” y adaptarnos a las nuevas maneras de trabajar, esas organizaciones que fueron creadas hace décadas deben estar preparadas para entender a la fuerza laboral que viene, y diseñar sus sistemas, procesos y lugares de trabajo para atraer y retener el talento que necesitarán, pues solo las empresas que lo hagan, se adaptarán y responderán rápidamente para contar con los mejores empleados y el mejor talento.

El reto no es menor. En 2025, los millenials constituirán el 75 por ciento de la fuerza de trabajo global, mientras la generación Z estará iniciando su vida laboral. Para ellos, la formación y la realización de relaciones con las personas a través de herramientas y plataformas de tecnología móvil es simplemente como se supone que el mundo opera, incluso en el trabajo.

Los nativos digitales esperan flexibilidad sobre dónde y cuándo trabajan, con espacios disponibles para que puedan conectarse y colaborar cuando sea útil o necesario. Cada vez más, esperan y exigen la opción de trabajar de forma remota, algo que el 75 por ciento de los millennials le gustaría hacer más. No les falta razón al asociar la flexibilidad con bienestar: gracias a la tecnología gozar de un día de sol y ser productivo no son incompatibles, estar trabajando y estar en el parque pueden suceder al mismo tiempo, no tiene por qué venir lo uno después de lo otro. La tecnología tiene que estar al servicio del desarrollo económico, el crecimiento empresarial y, sobre todo, del bienestar de la fuerza laboral.

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Para lograrlo debemos contar con verdaderas plataformas de colaboración que fortalezcan el trabajo en equipo, que permitan la diversidad y la inclusión de personas con capacidades y culturas diversas, que ayuden a las compañías a capitalizar y centralizar riqueza, cambiar de una multitud de aplicaciones dispares a un solo centro capaz de contener lo que los equipos de trabajo necesitan, incluidos sistemas de inteligencia artificial para entender, leer, oír y visualizar. Incluidas también las herramientas que permitan navegar y aprovechar los cientos de miles de gigabytes de conocimiento que intercambiamos a diario en el chat, en la nube, en las reuniones y las llamadas.  

En la economía digital, la contribución más importante de la gente a la creación de valor será cada vez más su capacidad para generar nuevas ideas. Se espera que cada persona en cada rol emplee un pensamiento creativo e innovador, ya sea que esté dando una presentación de ventas, haciendo análisis financiero o redactando planes para desplegar nuevas tecnologías. En lugar de depender principalmente de texto para transmitir ideas e información, la gente usa imágenes, voz y video en la mayoría de las comunicaciones y casi todas las presentaciones. Las herramientas tecnológicas deben facilitar ese intercambio, hacer posible entender a quién está en el otro extremo del planeta.

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Ya no somos los de antes. Somos afortunados al ser parte de una generación llena de potencial y creatividad para lograr más y transformar el mundo. Y también somos corresponsables: los empresarios no digitales en transformarnos y adaptarnos y los millenials en ser los agentes de ese cambio.

La tecnología está, pero para que la transformación sea real y tenga un impacto positivo tanto en las empresas como en el bienestar de los empleados, no es suficiente con tenerla; es necesario usarla… Y ayudar a usarla.

Por Andrés Jiménez, Director de Mercadeo y Operaciones en Microsoft Colombia.