Especiales Semana

TIROFIJO

ANTONIO CABALLERO
9 de noviembre de 1998


Nació en Génova en 1930. A los 18 años fue comerciante en Ceilan, Valle del Cauca. Después del 9 de abril se fue al monte. Firmó con 14 primos su primera guerrilla para asaltar su pueblo natal.
Se formó como guerrillero en el sur del Tolima bajo el mando de Gerardo Loayza. En 1964 escapó de la toma de Marquetalia por parte del ejercito y findó las Farc.
Ha participado en todos los procesos de paz desde Belizario Betancur hasta hoy. No solamente es el guerrillero más viejo del mundo, sino el líder de la guerrilla más antigua del planeta.

MANUEL MARULANda Vélez, 'Tirofijo', que es el guerrillero comunista más antiguo del mundo, no iba ni para guerrillero ni para comunista. Era un muchacho campesino llamado Pedro Antonio Marín, nacido en el Viejo Caldas en una familia llena de tíos liberales de tradición que habían abierto en la montaña fincas de pasto y de café, que de niño jugaba al trompo y tocaba el violín, y que a los 17 años andaba con dos mulas vendiendo por las veredas quesos, herramientas y dulces de panela. Iba para finquero o para comerciante; o de darle por la política, como les suele dar a todos los colombianos para concejal de Génova, Quindío, donde había nacido en 1930, o de Ceilán, Valle, donde lo sorprendió en 1948 el incendio de Colombia. Estaba descargando unos quesos en la plaza del pueblo cuando estalló la noticia en el Telefunken del billar: "¡Mataron a Gaitán!". Y se echó al monte. Como le diría 20 años más tarde al escritor Arturo Alape, "alzarse en armas era la única manera de sobrevivir".
Muchos alzados entregaron las armas (y fueron asesinados), cuando formalmente terminó la 'violencia' y los gobiernos lanzaron iniciativas de paz: Rojas Pinilla en 1953, y el Frente Nacional en 1957. Pero en el intervalo Pedro Antonio Marín se había hecho comunista, también por el azar de la violencia. En su zona de resistencia el sur del Tolima, en el valle del Saldaña las guerrillas originalmente liberales habían recibido la influencia de agitadores políticos del Partido Comunista venidos de Bogotá, dividiéndose sangrientamente entre liberales 'limpios' y 'comunes'. Marín, que por su puntería cazando pavas de monte se había ganado entre sus compañeros el apodo de 'Tirofijo', se dejó persuadir en 1953 por los asesores comunistas de su grupo para cambiarse el nombre por el de un sindicalista del partido asesinado a golpes dos años antes por los servicios secretos del gobierno conservador: Manuel Marulanda Vélez. Aceptó le cuenta a Alape "con tal de quitarse el apodo de 'Tirofijo". "Aunque =añade= en la fe de bautismo y en la cédula sigue siendo Pedro Antonio Marín": y es significativo que para el guerrillero comunista más antiguo del mundo su identidad siga estando más en los papeles del Estado contra el cual tuvo que levantarse que en sus nombres adquiridos y hechos famosos en la guerra: 'Tirofijo', el que mataba pavas, y 'Marulanda', el del otro Manuel, el comunista.
Lo dicho hasta ahora no es más que la prehistoria del personaje. Porque tal vez el joven guerrillero comunista de 1953 se hubiera convertido en eso por la simple casualidad sangrienta de la historia. Pero el jefe militar y político que en los 45 años posteriores ha sido capaz de ganarse a la fuerza el derecho a ser tenido en cuenta de igual a igual por el gobierno para las discusiones de la paz definitiva en Colombia es creación de sí mismo. Rodeado de otros hombres, por supuesto, de los cuales los más importantes han sido su mentor inicial, el guerrillero Jacobo Frías, 'Charro Negro', y su comisario político de casi 40 años, Jacobo Arenas. No es por azar, sino por terquedad y por talento (y con la ayuda inestimable de la estupidez egoísta de sus adversarios del 'establecimiento'), que el nuevo 'Marulanda', el 'Tirofijo' de toda la vida, el olvidado Pedro Antonio Marín de quien sólo quedan los papeles, se ha convertido en una de las más influyentes personalidades políticas colombianas del último medio siglo.
Cuando se cambió el nombre, en el 53, su pequeño grupo guerrillero diezmado por la lucha entre 'limpios' y 'comunesn no pasaba de 30 hombres. Una década más tarde, cuando los bombardeos del Ejército los desalojaron de su refugio selvático de Marquetalia, a los pies del nevado del Huila, serían a lo sumo dos centenares, incluyendo a las mujeres y a los niños. Hoy 'Tirofijo' está viejo y barrigudo, y en las fotografías su mirada sesgada y sagaz parece haber perdido brillo: pero es el jefe indiscutido de un enjambre de guerrillas armadas que opera en medio país; ha infligido al Ejército humillantes derrotas militares y a los partidos tradicionales les ha arrebatado la lealtad tradicional de amplias regiones campesinas; y se ha convertido, con ventaja, en el sustituto de aquel partido comunista del cual surgió originalmente, y que no pudo aguantar ni los embates de la guerra sucia adelantada por los servicios del Estado ni el derrumbe político del comuniso mundial. "Alzarse en armas era la única manera de sobrevivir", le decía 'Tirofijo' a Alape hace 30 años, y alzado en armas ha sobrevivido durante 45.
Ahora se enfrenta a un último desafío político que tiene, claro, está, connotaciones militares que sólo su prestigio de jefe histórico de la guerrilla colombiana puede enfrentar: el de la posibilidad de la paz. En el texto de Alape tantas veces citado en este artículo (Las vidas de Tirofijo, Planeta) es el mismo viejo guerrillero quien plantea una de las dificultades cruciales del asunto: la sicológica del alzado en armas, que "no logra entender la libertad en una situación de paz".