INVESTIGACION

Extasis bajo sospecha

Por primera vez un estudio prueba que la droga de la rumba ocasiona daño cerebral en neuronas de animales.

13 de octubre de 2002

El extasis se ha convertido en el símbolo de toda una generación. Desde hace más de una década los jóvenes en todo el mundo han adoptado esta droga para darles más energía a sus rumbas y potenciar las sensaciones a la hora de disfrutar de la música. Aunque existe la posibilidad de sobredosis y muerte con el éxtasis la mayoría la considera una sustancia segura y suave, sobre todo cuando se le compara con otras que tienen un prontuario oscuro y peligroso, como la cocaína y la heroína.

Pero para los científicos de la Universidad de Johns Hopkins, en Estados Unidos, el éxtasis está muy lejos de ser una inofensiva droga recreativa. George Ricaurte, su esposa, Una McCann, y un grupo de colegas de esta institución publicaron en la revista Science los resultados de un estudio sobre el efecto de la droga en el cerebro de micos. Los especialistas encontraron por primera vez un daño extenso en las neuronas que producen la dopamina, químico que controla el movimiento y las respuestas cognitivas y emocionales en animales y humanos. Años atrás el científico ya había encontrado un efecto similar en otro neurotransmisor: la serotonina. Como consecuencia de esto el éxtasis cuyo ingrediente activo es la Mdma generaría también problemas de memoria, sueño, apetito, falta de concentración, ansiedad, depresión y comportamientos impulsivos.

Ricaurte es un reconocido neurocientífico que ha abanderado el estudio de los efectos adversos de esta sustancia. Su preocupación ha aumentado de manera proporcional al incremento de usuarios del éxtasis y a las dosis que éstos toman. Según él, en los años 80 el éxtasis se consumía entre estudiantes universitarios y la dosis promedio no pasaba de dos veces al mes. Pero ahora la costumbre se ha extendido a una población más joven, quienes toman varias pastillas en una sola noche. En Colombia, según la encuesta del programa Rumbos realizada por la Presidencia de la República en 2001 entre jóvenes escolarizados de 10 a 24 años en 29 capitales de departamento, mostró que de los consumidores de éxtasis el 64 por ciento están en la franja de los 15 a los 19 años y que la edad promedio de iniciación en el consumo es de 15 años.

Para su estudio Ricaurte utilizó micos pues sus cerebros tienen una estructura muy parecida a la de los humanos. A estos animales les suministró una dosis de éxtasis cada tres horas, un patrón muy similar al que emplean los jóvenes hoy en raves y after parties, quienes por lo general consumen una pastilla a las 10 de la noche, otra a la una de la mañana y la última a las 4. Utilizando técnicas de imágenes diagnósticas los expertos observaron el cerebro de los micos y encontraron que la sustancia modificaba entre 60 y 80 por ciento la estructura de las neuronas de la dopamina. "Vimos que el tronco de estas células se rompía y cuando esto sucede la célula no puede liberar este neurotransmisor", explicó a SEMANA la doctora McCann, una de las autoras del trabajo. Para comprobar que este resultado no era exclusivo de los micos hicieron la prueba con mandriles y el efecto fue el mismo.

La preocupación de los investigadores es que la droga pueda generar secuelas que lleven a los jóvenes a desarrollar parkinsonismo, una enfermedad parecida al mal de Parkinson, que ocurre cuando las células que producen dopamina en el cerebro se dañan y, como consecuencia de esto, hay una disminución de 90 por ciento de dicha sustancia en el cerebro. "Si el éxtasis daña las células de dopamina en el cerebro de humanos como lo hace en los micos, dice Ricaurte en su análisis, el parkinsonismo podría desarrollarse a largo plazo, teniendo en cuenta que la dopamina declina a medida que la edad avanza".

La divulgación del estudio revolvió el avispero e inició un nuevo enfrentamiento entre los consumidores de la sustancia, los científicos que la atacan y los expertos que la defienden por sus potenciales bondades terapéuticas (algunos creen que la droga es una excelente herramienta para el tratamiento del síndrome de estrés postraumático). Estos últimos criticaron el trabajo de Ricaurte por tener supuestas fallas metodológicas, pues no tuvo en cuenta controlar variables como problemas siquiátricos anteriores o uso de otras drogas. Otros calificaron a Ricaurte de alarmista pues sin tener evidencia de resultados en humanos está creando pánico entre la población. "La gente responde mejor a la verdad pero asume más conductas de riesgo cuando hay desinformación y exageración", afirma el médico siquiatra de la Universidad de California Charles Grob, quien desde hace más de siete años tiene casada una pelea científica con Ricaurte. "Si en micos produce Parkinson ¿por qué no hay viejos usuarios de éxtasis con estos síntomas?", se pregunta el experto.

La respuesta no es simple. Estudios que involucren seres humanos aún no se han hecho y desarrollarlos, en parte, supone un dilema ético pues los investigadores tendrían que suministrar una sustancia sospechosa de tener efectos adversos en el cerebro a personas sanas. Con esas advertencias no sería fácil encontrar voluntarios. "Pero estoy segura de que el resultado sería muy similar' afirma en forma contundente la doctora McCann. "Me sorprendería mucho que arrojara las mismas conclusiones porque se trata de cerebros muy similares. Por lo tanto hay razones para estar preocupados", agrega.

Otros expertos, como Michael Morgan, de la Universidad de Sussex, no están tan polarizados frente al tema y si bien admite que hay fallas en los trabajos también valora las pruebas en animales que Ricaurte ha practicado para ver los efectos de la Mdma.

Por ahora parece haber consenso entre los científicos acerca de que el éxtasis causa toxicidad en las neuronas de los animales y que además destruye las células involucradas con la producción de dopamina. No obstante aún quedan muchos interrogantes pendientes. Uno de ellos es conocer si el deterioro en dichas células es temporal o permanente y, en caso de que se recuperen, ver si su funcionamiento es normal. Pero lo más importante, tal vez, es establecer si estos mismos daños ocurren en los seres humanos y si son temporales o definitivos.

Como la única manera de saberlo es investigando, queda claro que los científicos tendrán que someter la droga a más pruebas para conocer las verdaderas consecuencias del éxtasis. Según la doctora McCann varios laboratorios en Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá están adelantando estudios para evaluar el impacto del Mdma en humanos y despejar todas las dudas. Mientras se conocen estos resultados cada quién tendrá que asumir la responsabilidad de tomar o no la droga de la rumba.