LA PRINCESA AUDAZ

Una vez más, Carolina de Mónaco desafía las convenciones al contraer matrimonio por segunda vez sin previa anulación del vínculo católico

23 de enero de 1984

Una vez más, el nombre de Caroline Louise Marguerite Grimaldi, más conocida como Carolina de Mónaco, ha vuelto a ocupar las primeras planas de las publicaciones del mundo. La sorpresiva noticia de que la princesa de 26 años planea contraer matrimonio por segunda vez el próximo 29 de diciembre, ha causado revuelo. Ante los ojos del jet-set internacional, porque son conocidas sus veleidades sentimentales y, ante los ojos de la Iglesia, porque ella sigue casada con el famoso play boy francés Philippe Junot de quien está separada hace tres años.
Tan sólo 14 meses después de la muerte de su madre, la princesa Grace de Mónaco, la controvertida y díscola princesa ha decidido reconstruir su vida. Y piensa hacerlo con el heredero de una millonaria familia italiana: Rainiero Stefano Casiraghi quien, sólo dos meses atrás, era visto como un acompañante más.
Nadya Lacoste, secretaria del príncipe Rainero, le afirmó escuetamente a SEMANA: "La boda fue fijada para el 29, en ceremonia civil y privada. La pareja pasará el Año Nuevo en el Palacio Grimaldi, para celebrar la fiesta en familia, y posteriormente partirá en luna de miel con rumbo desconocido. "¿Qué vendrá después? Es una pregunta que muchos de los admiradores y seguidores de los affairs de Carolina se están preguntando. Y mientras algunos piensan que su primer fracaso matrimonial puede haberle servido de experiencia, hay quienes sostienen que su unión con Casiraghi, todavía aficionado la vida del beau monde, es el nuevo trampolín para volver a las fiestas, las discotecas y la vida mundana que tanto le gustan. Al respecto, Denis Taranto, amigo de Junot y antiguamente amigo de la princesa le dijo a SEMANA: "Siempre atribuyeron a Philippe la fama de play boy. Nada más falso. Al lado de Carolina es un niño de pecho. Si hubo alguien que participó en una fuesta pecaminosa o se fumó un "barillo", esa fue Carolina".

LOS CAPRICHOS DE UNA PRINCESA
Educada de manera clásica y exclusiva, primero en Palacio y luego en un convento en Mónaco donde sus profesores la calificaron como "brillante, extrovertida y terriblemente curiosa", Carolina creció en un ambiente donde las reglas eran estrictas. Durante mucho tiempo, celosamente vigilada por sus padres, muy pocos tenían la oportunidad de acercarse a Carolina. No fue sino hasta 1972, con motivo de sus 15 años, cuando la princesa se convirtió en el nuevo descubrimiento de las publicaciones sociales. Desde ese momento empezó a verse acosada por los paparazzi y a ser el blanco de toda clase de chismes en torno a romances reales o imaginarios con los solteros más apetecibles.
A los 18 años, la fogosa personalidad de Carolina la llevó a chocar con todas las normas del protocolo real y con la autoridad materna. Los paparazzi hicieron toda una telenovela de las frecuentes peleas de Carolina y la Princesa Grace, debidas a la radical diferencia de criterio con que las dos interpretaban lo que debía ser el comportamiento de un miembro de la aristocracia. Mientras, Grace, salida de la farándula, asumía su rol de reina con la mayor sobriedad y discreción, Carolina, nacida en la nobleza, encarnaba el papel de princesa con aire desenfadado y farandulero.
Rainiero, por el contrario, siempre se mostró más amplio frente a su hija, y muchos decían que era el primero en quedar seducido por sus encantos. Hace un par de años se le oyó decir en una reunión social: "Carolina es una joven del tipo mediterráneo, incluso se parece a mí. Cuando era pequeña adorada las comidas con mucho condimento, y de ahí en adelante se acostumbró a ponerle picante a todas las cosas de la vida. Tiene un carácter entusiasta y extrovertido. Parece un fuego artificial... lleno de luces y sonrisas. Es una muchacha fácil de tratar y no es nada complicada. Tiene, eso sí, su temperamento, pero eso nunca perjudicó la relación entre nosotros dos, porque acostumbramos hablar las cosas francamente, cara a cara. Yo entiendo muy bien a mi hija y nunca la he presionado para que asuma su rol de princesa, ni he querido que se sienta en una jaula de cristal ".
En París, Carolina pronto descubrió que era más divertido andar de fiesta en establecimientos como Castel's y Regine's, que aguantar pesadas sesiones de estudio. Debido a su pobre desempeño académico, debió retirarse de la universidad, para convertirse en cambio, en la sensación de balnearios y discotecas. A su simpatía y desenfado, le sumaba una belleza fresca y juvenil, que la convirtió en patrón de las jovencitas europeas. Aunque asistía a fiestas y ceremonias ataviada con trajes de las mejores casas de modas y con ostentosas joyas, su vestimenta favorita para las actividades diurnas eran los blue jeans y los tennis. No se quedó atrás cuando vino la moda top-less, y con sus teleobjetivos los paparazzi captaron varias veces su esbelta silueta desnuda, asoléandose en las cubiertas de los yates.

JUNOT EL "INDESEABLE"
El escándalo mayor estalló cuando Carolina tomó la decisión de casarse con Philippe Junot. A los ojos de la princesa Grace, Junot era la encarnación de lo que una madre nunca desearía para su hija. Como en la canción de Serrat, este play-boy, que tenia fama de ser el mejor partenaire de cama de París, era "como un beso del infierno, pero un beso al fin..." Diecisiete años mayor que Carolina, nunca tuvo un trabajo definido, era fanático de los autos deportivos y de las carreras de caballos.
El nuevo pretendiente fue recibido con abierto desagrado por la familia real, y sin embargo, al final pudo más la terquedad de Carolina y tanto Grace como Rainiero -que a pesar del ascendiente sobre su hija nunca pudo controlar sus ímpetus amorosos- tuvieron que aceptar a regañadientes al nuevo "hijo adoptivo".
Por ese entonces el mundo se escandalizó con unas fotos de Carolina desnuda que aparecieron en el Daily Express de Londres, y los comentaristas sociales coincidieron en que la aceptación final del matrimonio se debió a que sus padres prefirieron verla mal casada a escandalosamente soltera. La boda se llevó a cabo a mediados de 1978, y durante algunos meses Junot se comportó como un enamorado recién casado. Sin embargo, pronto volvió a sus andanzas, y los reportes de prensa empezaron a difundir sus frecuentes visitas a las discotecas de moda acompañado por deslumbrantes modelos.
El resultado fue la petición de divorcio por parte de Carolina en 1980, tras la cual la otrora radiante princesa se recluyó durante meses en el Palacio de Mónaco.
Junot, por su parte, se defendió de las acusaciones de adultero y descarriado que le llovieron, echándole la culpa de la crisis matrimonial al temperamento insufrible de su esposa. Alguna vez declaró públicamente: "Su genio puede caer en lo insoportable. Es antojadiza y caprichosa y tiene ideas fijas que no se le salen de la cabeza hasta verlas cumplidas. La culpa no es de ella, sino de sus padres que la mimaron en exceso desde pequeña".

UN TENISTA PARA LA PRINCESA
Las canchas de tenis que durante su adolescencia habían sido parte de su vida rutinaria le habrían de deparar un encuentro que se convirtió en "un clavo" para "sacarse el clavo" de Junot. Sus días de reclusión terminaron. Una fuga espectacular con uno de los grandes del tenis, el argentino Guillermo Vilas, la llevó a las playas de Hawai. Su nombre volvió a ocupar las primeras planas de los periódicos y unos poemas eróticos escritos por el tenista, cuando el romance declinaba, le dieron la vuelta al mundo meses después.
Este affaire, tan intenso como fugaz, alcanzó a sacarle nuevas canas al príncipe Rainiero, mientras Junot apenas si se sonreía sarcásticamente.
El recuerdo de este tormentoso romance fue borrándose poco a poco a medida que se hacían más frecuentes las apariciones en público de la princesa con Robertino Rosselini,33 años, hijo de Ingrid Bergman y del director de cine Roberto Rosselini Amigos de la infancia, el joven se fue convirtiendo en la sombra de la princesa, hasta el punto de que mucho llegaron a pensar que con él, por fin Carolina sentaría cabeza. El encuentro de Grace con la actriz Ingrid Bergman pareció legitimar el noviazgo cuyo destino final muchos pensaron que sería el altar. Pronto, la muerte de la princesa Grace ensombreció lo que empezaba a parecerse a un cuento de hadas. Sin embargo, Robertino estuvo siempre al pie del cañon y para los seguidores de la vida de los Grimaldi ya no cabía duda de que formaba parte de] cuadro familiar. Inclusive alguien llegó a asegurar que en Mónaco se estaba fraguando una boda doble: la de Carolina con Robertino y la de Estefanía con Paul Belmondo.
La muerte de Grace impuso nuevos deberes a Carolina que debutó como "primera dama" de Mónaco este año en el tradicional baile de la Cruz Roja Internacional. La rumba que tanto le gustaba parecía haber quedado atrás para siempre. Los blue-jeans y el estilo descomplicado que había impuesto se vio entonces desplazado por el que su madre había querido enseñarle. Su vida parecía haber adquirido el tono apacible y aplomado de una mujer madura. Sin embargo, un encuentro fortuito habría de mostrarle nuevamente al mundo a esa Carolina en contravía.

RETORNO A LA VIDA MUNDANA
El papel de "alteza serenísima" que desempeñó después de la muerte de Grace duró muy poco. En su vida apareció Stefano Casiraghi, un italiano tres años menor que ella, heredero de una fortuna millonaria y aficionado a esa buena vida de fiestas, trasnochadas y discotecas que tanto seduce a Carolina. Hijo de un empresario del norte de Italia, de quien heredo su afición por los negocios, Casiraghi empezó a trabajar desde muy joven, cuando aún era estudiante de economía de la Universidad de Bocconi de Milán. Su primer encuentro, sin mayores consecuencias, fue en la primavera del 82.
Aunque su actual celebridad se debe al hecho de ser el prometido de Carolina, su vida ha transcurrido rodeada de lujos. Vive en un complejo de tres residencias, rodeadas por un parque de 40 mil metros cuadrados. En la residencia principal viven sus padres, su hermano Marco y él. Las otras están habitadas por sus dos he manas, pero pronto una de ellas deberá abandonar sus instalaciones par acondicionarla como hogar de la nueva pareja.
Carolina y Stefano iniciaron su idilio en agosto pasado durante un crucero a Córcega. Fugas, viajes, joyas y vacaciones en islas remotas empezaron a figurar en el nuevo orden del día de la princesa monagesca. La pareja se había conocido en la villa de Cap Ferrat del padre de Casiraghi durante una noche de fiesta en una discoteca cercana, cuando el socio y play boy amigo de Stefano, Beppe Pirodi se lo presentó a Carolina que estaba acompañada por Robertino. Pinucci Macheda, convencida de ser el único amor de Stefano, le permitió a su novio ciertas licencias de coquetería con la princesa. Sin embargo, muy pronto se hizo evidente que el joven empresario estaba realmente entusiasmado con Carolina. Era el primer toque de alarma que anunciaba el final de un romance de cinco años. Pinuccia lo describe como un joven alegre y generoso: "con frecuencia llegaba al atardecer y me decía que si quería ir a comer a París con él. Yo aceptaba y de inmediato saltábamos a un avión para estar un par de horas después en un restaurante de moda, ordenando ostras y champaña. No deja de ser una pena que todo haya terminado entre nosotros, pero me he tomado las cosas con filosofía y creo que ya me resigné. Nadie se ha dado cuenta que Stefano tiene la misma debilidad de Junot Por las mujeres hermosas".
Un gran trabajador durante el día, Stefano parece transformarse durante la noche. Sus preferencias se han orientado hacia starlets como Dalila di Lazaro y Marina Perzy y curiosamente las mujeres con quienes frecuentemente circula son mayores que él: Dalila le lleva 7 años, Marina 5, Pinuccia 2 y Carolina 3, diferencia que no ha sido impedimento, pues sus amigos consideran que Stefano es más maduro que cualquier hombre de sus edad.
A pesar de sus flirts, Stefano es considerado con los pies puestos sobre la tierra, muy distinto del frívolo Junot tanto en su carácter como en su estilo de vida. Se cuenta, por ejemplo, que parte de su tiempo lo pasa con sus padres viendo T.V. o jugando a las cartas, lo que no impide que participe en movidas fiestas que duran hasta el amanecer, al término de las cuales realiza correrías en automóviles de alta velocidad, una de sus pasiones.

EL DESTAPE
El Torneo Internacional de Tenis de este año permitió que Stefano y Carolina se volvieran a ver. Fue entonces cuando, en ausencia de Pinuccia, el flirt insinuado 18 meses atrás se transformó en romance. Aunque lo mantuvieron discretamente oculto hasta agosto, el escándalo estalló por otro lado: Robertino fue fotografiado en una isla griega en compañía de la actriz Isabella Ferrari. La confusión fue total. Nadie entendía nada, aún menos cuando Carolina empezó a aparecer en público con un desconocido joven ojiazul. Habían decidido no ocultarse más. Fue entonces cuando Pinuccia, la novia de Stefano, comprendió por qué una cita fijada por los dos el 10 de agosto en Porta Rotondo, Córcega, no se cumplió. Stefano había preferido pasar más días en compañía de Carolina.
Posteriormente, cancelado el asunto con Pinuccia, Stefano vio el camino libre y decidió llevar a Carolina a su villa en Italia para presentársela a sus padres. Carolina hizo lo propio y buscó la aprobación de Rainiero invitando a Stefano a Montecarlo. El joven, al parecer, despertó las simpatía del príncipe que lo invitó oficialmente a una partida de caza en el coto de los Grimaldi en Francia. Fue una forma de dar su consentimiento que los novios tradujeron en un viaje que los llevó a Nueva York, París, Como y Milán, donde la princesa fue vista haciendo compras en lujosos almacenes
Aunque el matrimonio civil está a la vista, existe el hecho de que el trámite de anulación del matrimonio con Junot no ha terminado y que por esa razón, ante los ojos de la Iglesia, la princesa incurrirá abiertamente en adulterio y será considerada bígama Nada parece detenerla. Indudablemente, Carolina es una princes, audaz