Dormir mejora la salud, previene la ansiedad y el estrés. Foto Corbis. | Foto: Foto Corbis.

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Las inimaginables ventajas de hacer siesta

Un nuevo estudio concluyó que dormir después del almuerzo, así sea por cinco minutos, afila la memoria y otras funciones cognitivas del cerebro.

26 de enero de 2021

Por mucho tiempo hacer siesta fue considerado un hábito para las personas con mucho tiempo: los niños y los jubilados. Pero el resto debía abstenerse de este placer por que la sociedad lo ve como una pérdida de tiempo. Pero, esta semana un estudio hecho por científicos de la Universidad Shanghai Jiao Tong, en China, encontró que esa creencia es un error garrafal y los que no lo hacen están perdiendo de una gran oportunidad para mejorar las habilidades del cerebro.

El trabajo concluyó que una siesta, así sea de cinco minutos, mejora la memoria, mantiene el cerebro más ágil y podría prevenirla demencia. Para el estudio los investigadores reclutaron a más 2.000 personas, divididas en dos grupos: 1534 de ellos (mayores de 60) durmieron entre cinco minutos y dos horas, mientras 680 pasaron el día sin este tipo de descanso. Al despertar los que pertenecían al primer grupo no solo hablaban en forma fluida, sino que también recordaban las cosas con mayor precisión.

Lo curioso fue encontrar que entre las personas que solo durmieron cinco minutos ya se observaba un efecto muy positivo. En los exámenes de salud generales tuvieron un desempeño significativamente alto, asó como en las pruebas cognitivas. El trabajo fue publicado en la revista General Psychiatry, del mismo grupo de British Medical Journal.

Aunque los participantes dormían cada noche un promedio de 6 y media horas, lo cual es un buen tiempo para recuperar el cerebro, estos descansos a las dos de la tarde les ayudaron a mejorar aún más la habilidad de recordación. Además, les generó más conciencia de su alrededor y mejor capacidad para resolver los problemas.

Según el doctor Lin Sun, autor del trabajo, la razón por la cual este momento ayuda a mejorar la actividad cerebral tiene que ver con los químicos que promueven la inflamación. Estos permanecen en el cerebro cuando la persona no duerme bien y causan desórdenes del sueño como insomnip, o el sueño intermitente. Pero las siestas, al parecer tienen un efecto protector que evita ese tipo de daño. “Con cinco minutos, el cerebro tiene suficiente para recargarse porque es un momento en el que descansa y se relaja”, dijo el experto.

Agregó que en efecto observaron altos niveles de inflamación entre aquellos que estaban con déficit de sueño o que sufrían de desordenes del sueño, lo que “puede llevar a eventos adversos, asi como a una condición que se conoce como deterioro cognitivo y a un aumento de la mortalidad.

Ahora que muchos trabajan en casa, es mucho más factible tomar un tiempo para echarse un ‘motoso’ en el día. Los mejores resultados se vieron con poco tiempo (no más de 40 minutos) o dos horas, porque así la persona permite que se produzca el ciclo total de sueño.

El estudio tiene una limitación y es que estaba basado en observación, por lo tanto, no se pudo probar una relación de causa y efecto. Sin embargo, esta no es la primera vez que un trabajo científico revela que la siesta no es de perezosos ni mucho menos perdida de tiempo, sino una inversión para tener una mejor salud. De hecho, muchas personalidades de la política actual, con agendas apretadas como Boris Johnson han manifestado que ese momento es sagrado para ellos porque les permite levantarse como nuevos para continuar con la jornada de trabajo.

Es necesario hacer más investigación en este frente para saber a ciencia cierta cuál es el major momento del día para hacer la siesta, la frecuencia, la duración de este descanso. Pero si la sabiduría de Winston Churchill sirve de algo, el primer ministro de Gran Bretaña en alguna ocasión dijo que la “naturaleza no había hecho al hombre para trabajar seguido de ocho de la mañana hasta la medianoche sin “el refresco de ese olvido bendito, que solo dura 20 minutos y es suficiente para par renovar todas las fuerzas vitales”. ¡Que viva la siesta!