Madurez

Más sabe el diablo por viejo...

La ciencia ha encontrado que en la tercera edad el cerebro trabaja en forma más integra, aunque de manera más lenta.

4 de marzo de 2006

Es común creer que con el paso de los años el cerebro, como el cuerpo, también se marchita. Esta idea estaba arraigada porque la ciencia establecía que este órgano llegaba a su pico máximo de capacidad a los 40 años, para luego emprender su inevitable recorrido cuesta abajo. Y aunque es cierto que algunas habilidades cognoscitivas se vuelven más lentas, todo indica que el cerebro de los adultos mayores tiene maravillosos secretos por revelar.

Los cambios cerebrales no implican enfermedad y "el cerebro compensa la muerte de neuronas con mayor plasticidad", dice Victoria Arango, geriatra de la Fundación Cardioinfantil. Esto quiere decir que aunque estas células mueren, la sinapsis -o conexión- entre las que quedan aumenta y, por ende, el procesamiento de información. Además, nuevos estudios con imágenes de resonancia magnética funcional demuestran que un cerebro maduro -entre los 35 y los 65 años- incorpora más regiones de dicho órgano en los procesos cognitivos.

Algunos científicos como el neurólogo George Bartzokis, de la Universidad de California en Los Ángeles (Ucla), considera que el cambio que sufre el cerebro se explica desde la materia blanca, el tejido conector del cerebro. Bartzokis sospecha que a partir de los 35 años se emite más mielina, la sustancia que recubre los conductores nerviosos de la materia blanca, sobre todo en áreas donde se produce el pensamiento complejo. "Es como si el cerebro tomara décadas para pasar de una conexión telefónica a una de Internet de alta velocidad", explicó el experto a la revista Time.

En la práctica esto se traduce en una mayor capacidad para ser pragmáticos y resolver situaciones de una manera; para aceptar las pérdidas y los fracasos; para vivir en medio de la ambigüedad y tolerar la frustración. "Es lo que llamamos sabiduría, dice Arango. Mientras a los 20 creen que romper con la novia es la catástrofe, un anciano sabe con certeza que de amor nadie se muere", asegura la experta.

La vejez, como todas las etapas del ser humano, tiene sus propias enfermedades. A medida que aumenta la expectativa de vida, incrementa la posibilidad de que dolencias degenerativas como el mal de Alzheimer aparezcan. Según la neurosicóloga Diana Matallana, el 40 por ciento de los ancianos que lleguen a vivir 100 años va a tener algún tipo de demencia. El resto tendrá una vejez exitosa. Esto no significa que harán las mismas cosas que un joven de 18, pero podrán ser productivos e independientes porque "la experiencia potencia las posibilidades de la mente", asegura. Pero no encontrarán necesario memorizar una clave del cajero automático -algo que los jóvenes catalogarán como dificultad para aprender- porque prefiere gastar el tiempo en temas que le interesan.

"Los adultos aprenden solo mediante la motivación", dice la gerontóloga Alba Lucía Chavarriaga, del Tecnológico de Antioquia, donde funciona el programa Volver al Aula para que miembros de la tercera edad estudien la materia que quieran junto con los más jóvenes. En Japón hay universidades donde el mínimo de edad requerido para ingresar es 80 años.

Los expertos consideran que el adulto mayor tiene grandes ventajas frente a los jóvenes. "Se dispone de tiempo libre para hacer lo que se quiere; se libera de la carga cultural y de tener que hacer lo que toca, y hay menos miedo a decir lo que se piensa", dice Arango.

Hay personajes que lo han entendido así. Está José Saramago, el premio Nobel de Literatura, quien consolidó su carrera como escritor después de los 50 años, o Clint Eastwood, que a los 62 años recibió su primera nominación al Oscar por su desempeño como director. No son casos aislados. Son personas que en lugar de echarse a la pena porque se arrugaron y se volvieron canosos, aceptaron la vejez como una etapa ideal para cumplir sus sueños.