Keith Swanwick abrió el Seminario Internacional de Música y Transformación Social en Bogotá, el 4 de octubre, con la conferencia “La pluralidad en la educación musical”. Nos recibió en el histórico Hotel de la ópera, en el centro de Bogotá, donde se hospedó. A sus 79 años, el profesor emérito de la Universidad de Londres es un hombre alegre y curioso. Se ha dedicado a la intersección de la enseñanza y la música: su tesis doctoral se centró sobre el estudio de la música y la educación de las emociones; además, en varias ocasiones ha sido director y músico de coro y orquesta. ¿Nos puede contar un poco de su charla? Va a introducir todo el seminario.Mi trabajo es psicológico, filosófico y sociológico. Se dedica a las transacciones que ocurren entre la gente cuando hace música: me interesa lo que transcurre allí, qué es la música, cómo funciona, qué toma una persona de otra o qué intercambian, qué valor tiene. Por eso he trabajado mucho sobre el desarrollo musical de los niños, los procesos por los que pasan, lo que se puede esperar en ciertas edades y así. Sospecho que la razón principal por la que me invitaron es por esa idea de transacciones. La educación sugiere que uno tiene un profesor y un estudiante, pero ‘transacción’ sugiere que uno tiene participantes y pueden estar al mismo nivel. Entonces incluye enseñanza de música formal junto con personas que hacen música informalmente o en grupos. De ahí viene el título de la charla, la pluralidad se refiere a la enorme variedad de maneras en que se puede transmitir y en que individuos distintos la reciben, sea aprendiendo a tocar o apreciando el sonido. Es tan interesante como el desarrollo del lenguaje; funciona de una manera parecida. Ambos son universales: varían en distintos lugares pero son un rasgo humano. Todas las tribus y culturas las tienen; es un fenómeno muy distintivo. Con esa comparación con el lenguaje, ¿se puede hablar de un alfabetismo musical?Todo eso es alfabetismo, así no se hable de lenguaje como tal. Una de las cosas más extrañas que hacen los educadores de música cuando empiezan a estudiar, sin importar su edad, es que les dan notación musical. Cuando un niño aprende a hablar y conversar, uno no le da de inmediato un libro para leer. Pero en la música se suele empezar, en especial cuando es música clásica, con los símbolos escritos. La excepción son las comunidades de tradición oral y algunos que enseñan rock o pop. Ellos empiezan con lo que oyen y van imitando.¿Cómo deberíamos enseñar música?Después de muchos años estudiando y siendo profesor, en varias circunstancias, lo puedo resumir en tres principios. Primero: para enseñar, uno debe tener verdadero interés por la música, entenderla como una actividad valiosa y profunda. Segundo: uno necesita interés por la música de los estudiantes. No reducirse a decir “hagan esto”, sino abrir espacios para que puedan aportar con sus ideas y dejarlos hacer su propia música. Tercero: se debe enfocar en la fluidez, no en el alfabetismo. Debe fluir como una conversación, la habilidad de tocar o cantar con un alguien más. Luego, para los que se demuestran capaces, sí se trabajaría con la notación musical. No necesariamente es para todos y no de primerazo. Siento que eso cubre todo. Y no puedo decir nada más —dice con una risa— porque no sé nada más. No importa qué haga uno, asi le está enseñando a un solo niño o una orquesta entera, esos principios aplican y permiten flexibilidad en cualquier situación.