Uno puede no estar de acuerdo con las opiniones y ejecutorias del ex presidente Alfonso López Michelsen a lo largo de su vida pública (SEMANA #989). Pero de allí a tomar como motivo de mofa y escarnio, la natural disminución física de sus 80 y tantos años de edad, no hay sino la actitud resentida propia de los mediocres y los desalmados.Con ese cobre de nuestros ‘diestros’ y mal llamados dirigentes, no hay que extrañarse de la siniestra infamia que corroe a la Nación.