El domingo tuvieron lugar los funerales del rey Hassan II de Marruecos, con la asistencia de una verdadera constelación de jefes de Estado del mundo entero, incluido el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro de Israel, Yehud Barak. Semejante asistencia fue el testimonio del aprecio que había conseguido Hassan en sus calladas gestiones en pro de la paz en Medio Oriente. Algo que seguramente no comparten sus enemigos del Frente Polisario, en guerra con el gobierno desde hace años.