Si se hiciera un concursointernacional para elegir La Reina de las Palabras Indigestas, Ernesto Sábatopostularía ‘parámetro’ y Jorge Luis Borges, ‘conmilitón’, ¿cuál sería sucandidata? Yo, por mi parte, postularía ‘rebuscado’, una palabra rebuscada, ymuy sonsa, que tal vez significa insistir en buscar, hacerlo por lo menos dosveces; se trata de una expresión que me hace recordar la crítica implacable dela época en que redacté mis primeros textos, un vocablo innecesario que puedereemplazarse por adjetivos respetables como ‘desconocido’, ‘infrecuente’,incluso ‘culto’ podría funcionar. Así que supongo sería enorme la cantidad de aspirantesa ganarse este dudoso reconocimiento, y no hay que perder de vista que se tratade una valoración estética, entonces sería muy difícil elegir cual tieneméritos suficientes para ganar este premio improbable.

Y varias diatribas se han publicado encontra de las palabras rebuscadas, seguramente más que sobre las subidas detono. Es como si existiera una policía lingüística al acecho de la más mínimatransgresión idiomática, y me imagino que en aras de la eficiencia, elorganismo debe estar centralizado, así que la misma autoridad que se responsabilizade mantener al día el catálogo prohibido de las malas palabras se encarga deactualizar el archivo de las rebuscadas, so pena de que quien las use seráacusado de petulante y grandilocuente, de cursi y afecto del circunloquio y elretruécano, un réprobo en todo caso.

Según entiendo, en todas las lenguashay palabrotas así como también las hay rebuscadas, y tal vez este sea otroargumento a favor de la existencia de una gramática universal, es decir, auncuando los idiomas son tan distintos, tienen elementos comunes hasta el puntoque la plasticidad de las áreas lingüísticas del cerebro, antes de los ochoaños de edad, permite que los niños aprendan cualquier idioma como lenguamaterna. Y el argumento estaría precisamente en que en todos los idiomas hay palabras elevadas y vulgares por igual, como si se tratara derepresentaciones verbales de la capacidad humana de lograr los asuntos másnobles y los más bajos al mismo tiempo, y sin conflicto aparente. Otramanifestación de las contradicciones fundamentales del ser humano.

Como decía al principio, laspalabras rebuscadas se emplean de vez en cuando, es por eso precisamente que lasencuentro tan divertidas, y además son sonoras, así que de ellas me agrada enespecial que por su uso esporádico es posible recordar las circunstancias enque se conocieron y se emplearon por primera vez. Descubrí 'munificente', porejemplo, hace algunos años leyendo a Carlos Fuentes, y a penas tuve oportunidadde emplearla hace poco para describir una situación plena, de entrega total,generosa, inagotable, espléndida, abundante. En cambio ‘ditirambo’ se me aparecióleyendo a Mario Vargas Llosa, un sustantivo hermoso que puede utilizarse inclusopara nombrar la correspondencia dirigida a la amada cuando se trata de textosmucho más incendiarios que los poemas y las modestas cartas de amor; y téngaseen cuenta que las mujeres se quejan de que los hombres dejan de serditirámbicos en la medida en que el enamoramiento se transforma en amor maduro -¡jaj!, esta es la primera vez que encuentro a dónde emplear convenientemente esta hermosapalabra que en sentido estricto quiere decir lisonjear, adular, seducir, un términooriginado en los textos laudatorios latinos-, y así me sucede con otraspalabras semejantes, verbigracias, ‘vicisitudes’, que me recuerda la época enque me formaba como psicoanalista en la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis,que sin ser técnica, aludía al aprendizaje a partir de la experiencia; mientras‘obsceno’ me trae a la memoria a José Donoso.

Y qué decir de las construccionesrebuscadas. Como cuando en un almacén una señorita desconocida le dice alcomprador “recuérdeme su nombre, por favor”, o en la mesa se usa la expresión“regálame la sal, por favor”, y hace poco aprendí que en fútbol se utilizanexpresiones del talante de “el acrílico hepático” en lugar de “la tarjetaamarilla” y “allí dónde el carpintero puso la escuadra” en vez de “la esquinadel arco”. Pero que sean expresiones altisonantes no implica que sean moralmentemalas, en todo caso, detrás de ellas subyace la intención de agradar alinterlocutor, de acercarlo, de explicarle, de darle familiaridad. Sin embargola policía lingüística nunca descansa. Hasta considera nefastas lasexpresiones latinas, las llama despectivamente latinajos, sus detractoresinsisten en que son arrogantes, así que citar a Séneca puede ser muy mal visto,como en el caso de et post malam segetem segendumest, que significa “es preciso sembrar después de una malacosecha" un mensaje aliviador que apunta a la reparaciónfrente a la adversidad ineludible. Y en el caso de las palabras y expresionesrebuscadas, expresiones que de todas maneras hacen parte del universo semióticode la lengua española, emplearlas aumenta las posibilidades de comunicación, damayor versatilidad y más posibilidades expresivas porque matizan lo que se dice.El asunto está en que al emplearlas su sonido sea natural, queenriquezcan el significado, que aporten al ambiente del texto,y que no se utilicen exclusivamente para realzar la erudición del autor. Asíque de nuevo, como en el caso de las malas palabras, la elección de los vocablosdepende del contexto, del mensaje que quiere transmitirse, del público al quese quiere llegar, del sentido que quiere dársele al mensaje, incluso de las necesidadesemocionales de quien las expresa.

Por todo esto es que para lospsicoanalistas es tan importante el lenguaje del analizando. Resulta queobservarlo en su forma original, sin modificarlo con otros giros gramaticales, datanta información sobre la persona, y no solo me refiero a los aspectossocioeconómicos, quiero decir que el uso del idioma está estrechamenterelacionado con la naturaleza del conflicto que la persona lleva a la sesión yel estado de ánimo en el momento. Por otro lado, al usar las mismas palabrasdel interlocutor, se hace más probable que el mensaje llegue claramente,después de todo, se trata de los vocablos que ya le son familiares a la personaque yace en el diván.