En referencia al artículo de The Economist sobre la contaminación, que reproduce SEMANA en la edición #898, me permito hacer la siguiente reflexión: hace no muchos años, se consideraba que el agua debía darse en forma generosa y gratuita; el negarla constituía un "grave pecado". Sin embargo, actualmente se vende a un precio tal por vaso que supera con creces el valor de la misma cantidad de gasolina, valga la comparación. Con la creciente contaminación ambiental, no tardarán en venderse tanques portátiles de oxígeno puro para que podamos desplazarnos por las calles de las ciudades e imagino que los recargarán en cualquier cafetería, claro está, pagando por ello. Como el agua, el aire se valorizará.Francisco Guáqueta FerroCimitarra (Santander)