LA ADMINISTRACION DEL nuevo alcalde de Bogotá, el profesor Antanas Mockus, arrancó llena de pedagogía para todos sus gobernados, sin distinción alguna. Por una parte, durante toda una tarde puso a los recicladores acusados de arrojar desechos indiscriminadamente por toda la ciudad a aprender por qué no hay que botar la basura en vías ni sitios públicos. Por otra, el uso de sus famosas tarjetas rosadas comenzó a calar entre los conductores de la capital. Ya en algunos casos las protestas por la imprudencia de los demás automovilistas no se hacen bajando de los carros a trabarse en interminables e improductivas, cuando no peligrosas, discusiones. Se está pasando de la cruceta a la tarjeta.