Es una pieza de papel ya amarillenta por el paso del tiempo. En ella, una simple servilleta, queda la evidencia de lo que el candidato presidencial Luis Carlos Galán opinaba de uno de sus más acérrimos enemigos políticos, Alberto Santofimio Botero. Corría el 16 de febrero de 1986 y el escenario fue el aeropuerto Benito Salas de Neiva.Era un momento clave en el la carrera del político bumangués quien, para entonces, estaba en campaña a la Presidencia enarbolando las banderas de su movimiento, el Nuevo Liberalismo. Galán había llegado ese sábado la capital huilense en compañía del reconocido empresario vallecaucano Ernesto de Lima, que lo transportó en su avioneta.“Aterrizamos en Neiva, para dejar a Luis Carlos y cuando llegamos no había nadie esperándolo. Él me dijo ‘tranquilo, sigue para donde vas’ -yo ya había apagado el motor izquierdo para que se pudiera bajar- y yo le respondí que no lo iba a dejar ahí solo”, narró a SEMANA.De Lima apagó el otro motor y juntos se fueron a tomar un café durante la espera. Allí surge una conversación y una advertencia: “Le dije que se tenía que cuidar de Alberto Santofimio, que se sabía que estaba en malas compañías”, en referencia a las andanzas del senador liberal con Pablo Escobar.Fue entonces cuando Galán le solicitó una libreta. “Espérame que en la avioneta la tengo’, le dije. Entonces tomó una servilleta, le pasé el bolígrafo y escribió el nombre de Santofimio. Fue sacando letra por letra e hizo un anagrama del que salió la frase ‘tanto mafioso suelto”.De Lima, contó que tomó el papel, lo dobló y se lo guardó en el bolsillo. Luego escribió en él la fecha y el lugar. Le pareció un curioso souvenir proveniente de quien estaba seguro que ocuparía la Presidencia de la República.Puede leer: Galán, muchos años despuésUn significadoPara el exsenador Juan Manuel Galán Pachón, el hijo del inmolado líder liberal, el anagrama “es el testimonio directo de lo que mi papá pensaba sobre Alberto Santofimio, el ambiente de ese momento”.Señala que, de fondo, está la fuerte confrontación y el debate que enfrentaron en el Congreso a Santofimio, desde el liberalismo oficial, y Galán, desde el Nuevo Liberalismo, que se volvió álgida desde la violenta muerte del exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, dos años atrás.Le recomendamos: Fiscalía citó a indagatoria a Alberto Santofimio por magnicidio de Rodrigo Lara Bonilla Ese episodio es algo que Galán Pachón tilda de “trampa” en la que aflora el nombre de Santofimio y el del representante antioqueño Jairo Ortega, quien llevó a Pablo Escobar al Congreso en su lista. “Nunca estuvieron Escobar ni Jairo Ortega en el Nuevo Liberalismo porque mi papá no aceptó su participación en las listas. Ante el rechazo de mi papá, Ortega y Escobar se inscribieron en las listas oficialistas del Partido Liberal. Escobar nunca le perdonó eso a mi papá”, expuso.Santofimio fue condenado en 2007 por un juez por el delito de “homicidio con fines terroristas”, fallo ratificado por la Corte Suprema de Justicia en 2011. Su pena es de 24 años de cárcel y una multa de 1.700 millones de pesos. Desde mayo de 2017 tiene casa por cárcel.Tiempos violentosAquella era una época de vientos cruzados para la sociedad colombiana. En 1984, el narcotráfico había asesinado a Lara Bonilla, mientras Galán empezaba a consolidar su discurso en contra de esas mafias, que se radicalizó en octubre de 1986 tras el atentado a su copartidario, el entonces representante Alberto Villamizar, impulsor del Estatuto Nacional de Estupefacientes.Para entonces el Nuevo Liberalismo había perdido seis escaños en el Congreso en las elecciones legislativas, lo que implicó que Galán renunciara a su aspiración presidencial en favor de Virgilio Barco. Ya volvería a aspirar. Aún así sacó fuerzas para convocar un “frente nacional contra el narcotráfico”.Contó el periodista y exalcalde de Medellín Alonso Salazar en su libro Profeta en el desierto que a los pocos días “se quejó de la falta de receptividad. Tanto las izquierdas como las derechas evadían el debate y transaban con los narcotraficantes en diversas regiones del país buscando beneficiarse de su dinero o de su influencia social”, Semanas después vinieron los asesinatos de Guillermo Cano, director de El Espectador, el procurador general Carlos Mauro Hoyos y de varios jueces y magistrados, así como el secuestro del entonces candidato a la Alcaldía de Bogotá Andrés Pastrana.“En 1989 ocurrió lo que yo había tratado de advertirle. Santofimio, según Popeye (Jhon Jairo Velásquez Vásquez, jefe de sicarios del cartel de Medellín), fue quien le pidió a Pablo Escobar que lo mandara matar”, puntualizó De Lima. Fue esa la cúspide de un tiempo de oscuridad que aún no se borra de la memoria de los colombianos.