El vicepresidente Angelino Garzón está de moda. Su presencia en la política nacional no es de poca monta. Basta ver su intensa agenda para llegar a esa conclusión. Y no menos, los resultados obtenidos. En los últimos días criticó la intención de cambiar la edad de acceso a la pensión; protagonizó las mediaciones entre El Cerrejón y Sintracarbón, y entre el Ministerio de Transporte y el gremio de los camioneros; se la ha jugado por la aprobación de la ley de víctimas; ha impulsado el TLC con Estados Unidos, ente otras actuaciones. “Quienes estaban acostumbrados a una figura vicepresidencial ausente, como la anterior, aún no terminan de acostumbrarse a ver a un vicepresidente más activo”, dijo el analista político Alejo Vargas. De esta manera el politólogo se refirió a las consecuentes reacciones de sectores tanto de derecha como de izquierda al papel de Garzón. Angelino genera odios y amores. Hay quienes le critican su pasado, esa mezcla de militancia, gerencia y pragmatismo, antes que ideología. Incluso, lo consideran “comodín” del uribismo y lo tildan de “esquirol”, como se diría en la jerga sindical. En cambio, para otros, la figura de Garzón en el gobierno de Santos es la de un interlocutor que cumple su papel después de ocho años de relaciones tensas entre el Gobierno, sindicalistas y defensores de derechos humanos. También es recurrente encontrar a quienes lo cuestionan por su estilo campechano y popular. A algunas personas de la elite política y social les incomoda. De lo que no hay duda es de que Garzón ha sido clave en el gobierno de Santos para proyectar una imagen de inclusión y para darle un papel protagónico a la vicepresidencia. Ese rol, sin embargo, no deja de ser polémico y da de qué hablar. En las pensiones Una de las más recientes actuaciones de Garzón fue su desacuerdo con el artículo incluido en el Plan Nacional de Desarrollo que buscaba aumentar la edad para que los trabajadores accedieran a la pensión. El vicepresidente se fue lanza en ristre contra los asesores de Santos y del ministerio de Hacienda. “Yo no creo en los asesores, ni en los consejeros que no advierten las dificultades, por eso públicamente lo digo y asumo la responsabilidad política como vicepresidente de la República. Lo mejor que podemos hacer en el Gobierno es retirar este punto”, dijo. La polémica propuesta fue retirada, incluso, horas después de que el Ministro Juan Carlos Echeverry la defendió en la cadena radial Caracol. En este caso Garzón no actuó como un integrante más del gabinete, sino que sus palabras dieron cuenta de un arrebato de independencia, como de quien quiere darle una identidad propia a su dignidad. Para Alejo Vargas, cada uno de los anteriores vicepresidentes ha hecho lo propio. “Algunos han tenido un rol más político, como Carlos Lemos; otros han jugado un rol importante en los derechos humanos, como Gustavo Bell, y otros han jugado un papel más sobresaliente en el exterior, como Francisco Santos”. De sindicalista a mediador El diario Portafolio escribió hace unos días: “Angelino Garzón fue fundamental para lograr acuerdo en Cerrejón”. El rotativo se refería al papel que jugó en la mesa de concertación entre los sindicalistas y la empresa de carbón más importante del país, El Cerrejón. Los trabajadores de esa empresa planearon un paro para reclamar sus derechos laborales, por las condiciones de salud de algunos de los empleados, entre otras reivindicaciones. El sindicato había aprobado la huelga desde el pasado 27 de enero. Garzón, sin embargo, viajó el fin de semana pasado hasta Riohacha para mediar entre los empresarios y los sindicalistas. Tras una reunión que duró varias horas, la mayoría de los negociadores aceptó un aumento del 6,5 por ciento para los 4.400 trabajadores, más un bono de cinco millones de pesos, entre otras mejoras laborales. El hecho lo hizo merecedor de los aplausos de algunos analistas económicos. Por eso para el politólogo Vargas, “Angelino Garzón ha puesto su experiencia al servicio del Gobierno, en calidad de negociador y acorde con su trayectoria”. Norberto Ríos, uno de los fundadores de la Escuela Nacional Sindical y quien conoce a Garzón desde principios de los 80, dijo a título personal que “Garzón promueve un lenguaje de respeto por los derechos de los trabajadores y los defensores de derechos humanos. No sólo porque no se expresa negativamente sobre los sindicalistas, sino porque valora su papel social”. No obstante, toda la izquierda no opina como él. Hace unas semanas el senador Jorge Robledo, del Polo, quien ha sido un acérrimo opositor del gobierno de Santos, dijo que la presencia de Garzón en ese gobierno no era una garantía para los trabajadores. “… porque el Angelino Garzón sindicalista se entregó hace años, cuando aceptó ser ministro de Pastrana. No se puede servir a dos señores al mismo tiempo”. Para el senador, Garzón ha sido utilizado por su pasado sindical para cooptar parte del sindicalismo y, en su criterio, eso lo demuestra su apoyo al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. De hecho, a finales de enero, Garzón viajó a ese país para, nuevamente, hacer lobby a favor del acuerdo comercial. Por eso Helí Alfonso Arregocés, uno de los sindicalistas que participaron en la mesa de negociación entre El Cerrejón y Sintracarbón, considera que Garzón “llegó a cumplir con los objetivos del Fondo Monetario Internacional”. El sindicalista adujo que Garzón sí jugó un papel decisivo en la negociación entre sindicalistas y empresarios, pero negativamente, “pues incidió en el desmonte de la huelga defendiendo los intereses económicos particulares en detrimento de los de los de los trabajadores. Su participación en la mediación no fue vista como un logro del sindicato, sino como un logro de él”. En la CNRR A su llegada a la vicepresidencia, Garzón se convirtió en el presidente de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). En ese puesto también ha buscado un papel protagónico en la defensa a los derechos humanos, a diferencia de Francisco Santos, quien delegó esa función en Eduardo Pizarro. Varios representantes de ONG defensoras de derechos humanos consultados por Semana.com coincidieron en que la relación entre el Gobierno y las organizaciones es más fluida y se sienten escuchados. No obstante, las opiniones también se dividen alrededor de su figura. La llegada de Garzón a esa institución significó la salida de Pizarro, que, según un integrante de la comisión, fue por diferencia de criterio sobre el papel de esa institución en la representación de las víctimas. “Pizarro, con sus reparos al proyecto de ley de víctimas, parecía estar más cerca de los victimarios y ser un contradictor del Gobierno que un defensor de las víctimas”, dijo una fuente de la comisión que prefirió la reserva de su nombre. William Calderón, columnista de El Nuevo Siglo, por su parte, criticó la manera como Garzón ha hecho su papel en esa comisión. “Angelino se la tomó por asalto”, dijo, “tras sacar de taquito del juego a (Eduardo) Pizarro para demostrar quién es el que manda”. En el mismo sentido, el columnista Nicolás Rodríguez, de El Espectador, en su columna titulada Burocracia no rima con memoria, expresó su preocupación por la politización de la entidad. Una opinión moderada sobre la presencia de Garzón en ese ente es la de la comisionada Patricia Buriticá, quien dijo que a su llegada “ha habido un cambio sustancial en rol político que juega el vicepresidente en la comisión, pero uno muy negativo en el administrativo”. Ella también comparte la idea de que Garzón abrió un canal de interlocución entre el Gobierno y las víctimas del conflicto, canal que estaba roto. No obstante, también hace parte del grupo de personas preocupadas por los nombramientos dentro de la comisión, pues hasta hace poco se hacían mediante un proceso de selección y ahora da la impresión de que son nombramientos políticos. Trayectoria Garzón, de 60 años, fue sindicalista, comenzó su carrera en el Partido Comunista, fue vicepresidente de la Unión Patriótica, pasó por la Central Unitaria de Trabajadores, perteneció a la Comisión Nacional de Reparación, fungió como asesor del Ministerio de Trabajo (era Samper), llegó a ser Ministro de Trabajo (era Pastrana) y fue encargado por el gobierno de Uribe como negociador del TLC con Estados Unidos. Después abandonó su papel de lobista para ser el representante permanente de Colombia ante la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra, Suiza. Su nominación como fórmula vicepresidencial de Santos causó revuelo entre uribistas y opositores al gobierno anterior. El empresario Fabio Echeverri, exasesor presidencial de Álvaro Uribe, por ejemplo, dijo que no votaría por él. “Para mí es una adivinanza bastante grande las razones por las cuales Juan Manuel tomó la decisión para designarlo como su fórmula vicepresidencial”, dijo entonces. Por su parte, sectores sindicalistas se sintieron defraudados en ese momento. “En un principio fue frustrante ver a un amigo de los trabajadores comprometido en un proyecto como el de Santos. Pero nos llevamos varias sorpresas”, dijo Ríos. No obstante, cuando Santos ganó la presidencia le brindó total respaldo. El entonces mandatario electo dijo: “Angelino es un campeón de los derechos humanos, de la defensa de los trabajadores, de la lucha contra la pobreza, del empoderamiento de las regiones, y será mi coequipero ideal durante los cuatro años de gobierno”. Hasta ahora el vicepresidente ha jugado un rol activo, pese a que dos días después de posesionado en su cargo sufrió un paro cardíaco. Se le ha visto más delgado, tal vez producto de su dieta y su actividad, pues quienes lo conocen aducen que es infatigable. Quienes pensaron, en el 2010, que el entonces candidato Juan Manuel Santos lo escogió como su fórmula vicepresidencial solo para darle buena cara a su “campaña”, y que después lo acallaría, se equivocaron. Garzón seguirá hablando y dando de qué hablar, al igual que en tiempos de Francisco Santos, solo que con tono y estilo muy distintos.