POR DECADAS SE ha motivado a las parejas a preocuparse por mejorar sus relaciones sexuales como la mejor forma de asegurar la sobrevivencia de su relación. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por dos sicólogas norteamericanas, Julia Sokol y Ann S. Carter, ha venido a revelar que el sexo, per se, no es un indicador real de la felicidad matrimonial. Según las autoras, el buen sexo no salva una mala relación. Igualmente señalan que un buen matrimonio puede sobrevivir a pesar de tener una vida sexual mediocre.A esta conclusión llegaron las sicólogas luego de entrevistar acerca de un millar de matrimonios. En su libro: "What really happens in bed", las autoras sostienen que de las tres áreas primarias de la intimidad -emocional, verbal y física- ésta última es considerada la menos importante en la satisfacción global sobre la vida conyugal. De hecho, la mayoría de los cónyuges afirmaron que no pensarían en separarse por incompatibilidad sexual pero si lo harían si la intimidad emocional y afectiva con su cónyuge desapareciera.El estudio constató que lo que la mayoría de las parejas deseaban para mejorar su vida conyugal no era precisamente más sexo. Más dinero, más afecto, más comprensión, más comunicación, fueron las aspiraciones más citadas.La tesis que sostienen las sicólogas es que la sociedad actual ha sobreestimado la importancia del sexo, y especialmentede la cantidad de sexo que los individuos -hombres y mujeres- realmente desean. "La idea de cuánto sexo es normal, se ha convertido en una obsesión", afirma la sicóloga. Por eso, aunque en la realidad, la actividad sexual entre esposos es mucho menor de lo que pintan los promedios estadísticos, pocas parejas están dispuestas a admitirlo abiertamente . "Las cifras se han convertido en el indicador general que cuantifica lo 'normal' y lo 'disfuncional', en materia de sexo", dice la doctora Sokol Y sostiene que esto hace que muchos cónyuges tiendan a sentirse culpables porque tienen una actividad sexual muy por debajo del promedio; o preocupados de porque cuando ya peinan canas sus apetitos sexuales están muy por encima de lo que, para su edad, marcan las estadísticas.Según la última encuesta realizada por Alfred Kinsey y sus colegas, en promedio, las parejas casadas en sus 20 o tempranos 30, tienen relaciones sexuales dos o tres veces por semana; una o dos veces por semana hacia los 35 a 45 años; y una vez cada semana o dos hacia los 55. Lo que sucede es que cuando la gente se enfrenta a los promedios no tiene en cuenta las variables que entran en juego. Precisamente la sexóloga June Reinisch, del Instituto Kinsey, señala que "el rango de frecuencia sexual reportado es bastante amplio", (mientras algunas parejas no tienen relaciones sexuales en meses, otras tienen relaciones dos o tres veces al día). Y tanto unas como otras -explica la sexóloga- entran en la franja de lo que es considerado "normal".El asunto no es cuánto, mucho o poco, sexo es "normal", sino qué es "normal" para cada uno de los cónyuges. "No hay nada incorrecto en las relaciones de baja pasión, en tanto que ambos cónyuges estén de acuerdo y se sientan satisfechos con su nivel de actividad sexual", señalan las sicólogas. De hecho, en la encuesta muchas parejas casadas afirmaron que están perfectamente satisfechas con su vida sexual, así la frecuencia de sus relaciones esté a años luz del promedio estadístico.Al parecer, detrás de esa obsesión por la cantidad lo que hay es una gran falla en la calidad. El estudio cita que una encuesta entre 2.000 hombres y mujeres adultos, la cual examinó los conocimientos básicos sobre sexo, el 52 por ciento de los encuestados se rajó. Al parecer, en plena campaña de prevención del sida, de profusión de métodos anticonceptivos, de discusión abierta de los más íntimos problemas sexuales y de saturación de temas sobre sexualidad en los medios de comunicación, el hecho es que la desinformación sexual es generalizada. "Esa ignorancia conduce a la insatisfacción sexual, la cual, a su vez, alimenta la obsesión y la frustración" afirma la sicóloga. Y agrega que la mayoría de la gente tiene una estrecha definición de lo que es la sexualidad. "El sexo se concibe simplemente como el acto sexual. Esto lleva a que las personas se limiten a sí mismos de muchas otras formas de intimidad. Sin embargo, esta cubre un amplio rango de actividad y no siempre o incluso no necesariamente, incluye el acto sexual".Pero al parecer el sexo preocupa más a las mujeres que a los hombres. Esta concepción, dicen las autoras, lleva a que muchas mujeres evalúen su feminidad únicamente por la frecuencia con la que su pareja la busca sexualmente. Y esta sola evaluación puede ser devastadora para una relación. Pero incluso cuando la actividad sexual es erótica y excitante, si en la relación no existen otras formas no-sexuales de manifestar el amor, el sexo puede llegar también a ser una fuente de frustración femenina. "Muchas de las mujeres encuestadas habían terminado o estaban a punto de terminar una relación conyugal porque consideraban que sus parejos no hacian nada más que 'coreografías sexuales' con ellas".Claro que afirmar que "el sexo no lo es todo" no significa ni ni mucho menos que "el sexo no es nada". Los estudios de Masters y Johnson señalan que cerca del 50 por ciento de las parejas tienen dificultades sexuales, y la más común de ellas es el desequilibrio del apetito sexual. Pero si esta es una de las quejas más frecuentes en los consultorios de los sexólogos, en el de los consejeros matrimoniales se ha visto que cuando la pareja soluciona sus problemas de comunicación, las diferencias sexuales pasan a segundo plano o, desaparecen. La buena nueva es que las parejas más felices y en las cuales la pasión permanece viva a través de los años, son aquellas cuya amistad, lealtad, comunicación y sensualidad -cualidades que proveen la seguridad emocional- se mantienen. Como concluyen las autoras, aunque suene trillado y cursi, es el romance y no el sexo el que enriquece y fortalece la intimidad. Mucho más de lo que la mayoría de los hombres y mujeres creen. -