El miércoles, después de muchos días en el segundo lugar,  Bill Gates logró superar a Jeff Bezos como el hombre más rico del mundo en el listado que diariamente actualiza Bloomberg. El dueño de  Microsoft acumula 111 mil millones de dólares, y el de Amazon tiene 110.000 Esas cifras no siempre coinciden con las de Forbes y suelen variar, pero la tendencia parece clara. Al mismo tiempo, mientras los dos gigantes tecnológicos mantienen una lucha cabeza a cabeza, un hombre no tan conocido y mucho más discreto entró a la disputa y hoy les pisa los talones con 103.000 millones de dólares. Se trata de Bernard Arnault, propietario de LVMH, un conglomerado de marcas de lujo que incluye a Louis Vuitton, Christian Dior, Givenchy, TAG Heuer, Loewe y Möet & Chandon. Como si fuera poco, el mes pasado adquirió la prestigiosa joyería Tiffany. 

La noticia sorprendió por lo astronómico de las cifras, que superan la barrera de los 100.000 millones de dólares, y porque lo logró alguien que no forma parte del sector de la tecnología ni de los bienes de consumo masivo, sino que vive de vender artículos de lujo. Aun así, para quienes lo conocen, es una consecuencia lógica de su disciplina y de su trabajo obsesivo, que lo llevó a convertir una pequeña empresa familiar en un imperio de 79 marcas de prestigio. El camino a pulso de Bernard Arnault Arnault, sin embargo, no comenzó en el mercado del lujo. Cuando entró a trabajar a la empresa de ingeniería civil fundada por su abuelo y su papá en una pequeña ciudad de Francia, a los 22 años, su familia pensó que iba a continuar en el sector de la construcción. Pero con un gran olfato para los negocios, los convenció de vender esa división de la firma para enfocarse en el mercado inmobiliario.

Apenas comenzaba a tomar decisiones riesgosas. Unos tres años después, cuando tomó el control de la firma, invirtió casi toda la fortuna familiar (90 millones de francos) para adquirir Financiére Agache, una empresa de artículos de lujo. Para entonces ya sabía que su futuro estaba allí, en un sector con profundas raíces francesas que generaba recordación en el mundo. Lo decidió cuando en una visita a Nueva York le preguntó a un taxista si conocía al expresidente francés George Pompidou, y este le respondió: “No, pero conozco a Christian Dior”. La compra de Boussac lo dejó con unos 500 millones de dólares, pero también le generó fama de despiadado, pues despidió a 9.000 empleados. Coincidencialmente, esa fue la primera gran marca que adquirió en 1984. Para entonces Boussac, la empresa textil que manejaba a Dior, se declaró en bancarrota y el Gobierno francés buscó un comprador. Arnault decidió lanzarse al ruedo y puso unos 15 millones de dólares, que complementó con 80 millones más que le prestó el banco Lazard. Una vez en poder del conglomerado, vendió las divisiones y solo se quedó con Christian Dior S. A. El movimiento lo dejó con unos 500 millones de dólares, pero también le generó fama de despiadado, pues en el proceso despidió a 9.000 trabajadores.

En 1987 compró algunas acciones del grupo LVMH, conformado por la fusión de Louis Vuitton y Moët Hennessy, la empresa de champán y coñac. Buscaba inicialmente recuperar la división de perfumes de Dior que los anteriores dueños habían vendido, pero esa terminó siendo la cuota inicial de su actual imperio. En efecto, cuando los dos accionistas mayoritarios del grupo se enfrentaron entre sí unos años después, él tomó el control. Y lo hizo de forma polémica: primero se alió con Henry Recamier, quien manejaba Louis Vuitton, para sacar del camino a Alain Chevalier, encargado de MH. Y luego traicionó a su aliado y terminó controlando la mayor parte de la compañía, a punta de acciones compradas en el mercado. “Arnault es un depredador, no un creador”, dijo un banquero en esa época.

Arnault logró construir un imperio del lujo a partir de la empresa de ingeniería fundada por su abuelo. Hoy, LVMH reúne unas 79 marcas, incluyendo algunas de las más prestigiosas del mundo.  Una vez al frente del mayor conglomerado de lujo del mundo no se detuvo y comenzó a comprar acciones en empresas europeas de joyas, ropa, licores y hasta hoteles. Así, en los últimos diez años ha adquirido unas 20 marcas como Bulgari, Loro Piana y Belmond. Compró la más reciente, Tiffany, por 16.200 millones de dólares para pisar fuerte en el mercado estadounidense. Trabajo al detalle No solo tiene éxito por su capacidad de adquirir empresas, sino también por su forma de gestionarlas. No en vano quienes trabajan con él dicen que vive obsesionado con las cifras y que todos los días visita las tiendas que venden sus productos.

Su hija mayor, Delphine, vicepresidenta de Louis Vuitton, le dijo a Forbes que él trabaja 24 horas. “Y seguro cuando duerme, sueña nuevas ideas”, agregó. Es el único del club de los multimillonarios que no tiene una empresa de tecnología y que no vende bienes de consumo masivo. Eso se ha visto en los resultados. Para 2018, sus empresas tuvieron cifras récord en ventas y en utilidades, sobre todo porque se enfocaron en el mercado chino, el de mayor crecimiento. Además, este año su valor en bolsa aumentó 57 por ciento. Todo esto potenciado por la compra de Tiffany, que lo llevó a saltar varias posiciones hasta llegar al tercer lugar en la lista de los más ricos. Muchos se preguntan ahora qué tanto durará este momento glorioso. Y aunque algunos creen que puede perder fuerza pronto, él no está tan seguro: “Si nos comparan con Microsoft, somos una empresa pequeña. Pero hasta ahora estamos empezando”, dice.  Los 5 hombres más ricos del mundo

Arnault sigue siendo el menos conocido entre los hombres más ricos del mundo. Este es el listado, según Bloomberg (al cierre de esta edición de SEMANA). Bill Gates (Microsoft) 111 mil millones de dólares. Jeff Bezos (Amazon) 110 mil millones de dólares.

Bernard Arnault (LVMH) 103 mil millones de dólares. Warren Buffet (Berkshire Hathaway) 89 mil millones de dólares. Mark Zuckerberg (Facebook) 75 mil millones de dólares.