Lo cierto es que este colombianismo, sinónimo de ganas, voluntad, coraje, también debería definir la actitud de Lorenzo Orellano. Con apenas 16 años, debutó esta semana como profesional con el club de fútbol Uniautónoma de Barranquilla. Pero no es un berraco por su juventud, sino por su tenacidad. El volante nació sin el antebrazo izquierdo por un problema congénito, pero eso no fue un obstáculo para entrenar todos los días en su natal Cartagena y entrar a las inferiores del equipo currambero.