“Ojo compas… cuidado con los ‘chulos’”, grita un joven de gorra apostado en la esquina con un pito en la mano. Él es uno de los hombres encargados de prestar vigilancia y dar aviso a los ‘sayayines’ que controlan la ‘olla’ de San Bernardo o ‘Sanber’, una zona que de la noche a la mañana se convirtió en el principal expendio de drogas del centro de Bogotá, luego de la caída del Bronx.  Los chulos como los conocen en la zona, son los policías que por ratos transitan en carros particulares y vestidos de civil. Ellos hacen presencia en las calles aledañas al conjunto de casas desvencijadas, maltrechas que por años han servido de refugio a adictos del bazuco, la pepas y la marihuana que llegan hasta allí para consumir y no ser molestados. (Lea: ¿Cómo aprendieron los ‘sayayines’ del Bronx a ser tan crueles?)La olla del San Bernardo es una intersección de dos cuadras en ele, ubicadas en la calle sexta con carrera 11, tan sólo a una cuadra del comando de la Policía Metropolitana de Bogotá. (También le puede interesar: Increíble: 880 metros separan el Bronx del centro del poder en Colombia) En esta lúgubre zona, por la que transitan entre 2.000 y 4.000 personas cada día -en su mayoría adolescentes o habitantes de calle-. El fin de semana es el día de mayor flujo cuando la rumba extrema se apodera de las calles. “Es un hormiguero del vicio”, dijo uno de los investigadores de la Policía.    En un buen día, en esas dos cuadras cortas se distribuyen hasta 10.000 dosis de bazuco que se venden como ‘pan caliente’.Allí también se comercializa la marihuana que traen desde el departamento del Cauca. Algunos de los consumidores señalan que en este lugar se consigue la mejor yerba, la ‘cripy’, considerada de calidad superior.Al igual que en el Bronx, los sayayines son los encargados de la seguridad. Ellos atienden las ordenes de los ‘ganchos’ (bandas de microtráfico) Nacional y Millonarios, que se establecieron en esta zona para el control de las líneas de distribución de los estupefacientes. Esta es una zona en la que la Policía tiene un acceso limitado, en las dos cuadras los agentes solo pueden entrar en el día cuando se realizan operativos de extinción de dominio a las casas que se descubre la venta de estupefacientes. En la actualidad hay 22 inmuebles que podría ser expropiados. En mayo, el Distrito tumbó una de las casas.Lo que se ve allí no dista de lo que los bogotanos y el país conocieron en el Bronx. A la par de la venta de estupefacientes se ven grupos de menores de edad que transitan por el parque Tercer Milenio rumbo a San Bernardo. Un habitante del sector le contó a Semana.com que la explotación sexual es similar a lo que se vivía en el Bronx. Adentro y afuera de la olla no se habla del San Bernardo, el que diga algo o entregue un dato puede terminar con “moscos en la boca”, señala otro habitante de calle.    Las autoridades saben que la ley del silencio impera en este lugar. A pesar de ello, han adelantado las pesquisas para determinar cómo y quiénes son los ‘capos’ del microtráfico. A lo largo de ocho meses se han escuchado declaraciones, testimonios de personas que han vivido en ese infierno. (Le puede interesar: El piloto que volaba en el Bronx)Tras el operativo en contra del Bronx, el Sanber se convirtió en la olla más grande de distribución y consumo de estupefacientes, un lugar que si las autoridades no intervienen seguramente será un nuevo dolor de cabeza para la ciudad, las autoridades y la ciudadanía.