Estoy muerto del cansancio", "No puedo más", "Necesito vacaciones", son expresiones muy comunes en el ajetreado mundo laboral de hoy. Sin embargo en algunos casos no se refieren al agotamiento normal que produce la rutina diaria sino a una condición mucho más grave. Cuando la fatiga se convierte en un obstáculo y ningún descanso parece suficiente para combatirla es hora de buscar ayuda médica, pues puede tratarse del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Aunque el SFC puede atacar a personas de ambos sexos en cualquier momento de la vida se presenta con más frecuencia entre los 20 y los 45 años, la época de mayor exigencia laboral. Y es que el estrés, si bien no es la causa única de este síndrome, puede contribuir a su desarrollo. "Muchos de los pacientes con SFC que he recibido tienen trabajos de oficina, son altos ejecutivos con mil problemas por resolver o son personas con estrés provocado por problemas familiares", dice el doctor Oscar Mayorga, inmunólogo y director de las unidades de inmunología y medicina alternativa de la Clínica Fray Bartolomé. Pero además del cansancio extremo y otros síntomas (ver recuadro), a menudo los pacientes de SFC deben enfrentar la incredulidad de los médicos y de su propio entorno familiar y laboral, que muchas veces los acusan de perezosos o de no tener ganas de ir a trabajar. "Esta es una enfermedad real que puede dejar a la persona impedida tanto física como mentalmente", aclara Mayorga. El problema es que al tener tantos y tan variados síntomas su diagnóstico es difícil. Por ello lo más aconsejable es acudir al médico para que realice un examen físico completo y elabore una historia clínica exhaustiva. Una vez hecho el diagnóstico y de acuerdo con la fase de la enfermedad, lo aconsejable es que el paciente se tome una licencia para recargar baterías. "Incluso, cuando la enfermedad es muy aguda, la persona debe retirarse del trabajo y sólo emplearse de vez en cuando", explica Mayorga. Aunque el SFC apenas se está explorando es importante que quien sienta los síntomas acuda a un neurólogo, un internista o a un especialista que ayude a enfrentar la enfermedad.El medio laboral hace que las personas desarrollen altos grados de estrés y enfermedades de este tipo. En las oficinas el hacinamiento, el ruido, la contaminación electromagnética, horarios prolongados y estar en frente de un computador por largos períodos son algunas de las causas. Por eso lo más importante es que todas las empresas tengan programas de salud ocupacional que eviten que los empleados lleguen a este estado. Cambiar de ambiente y tomar períodos de reposo durante la jornada también ayuda.Pero sin duda la mejor alternativa es que los jefes de recursos humanos no vean a los trabajadores como máquinas productivas sino como personas. Después de todo un empleado agotado no es tan eficiente ni disfruta del trabajo.