El pasado sábado, cuando ya le faltaban pocas leguas para llegar a la costa italiana de Lampedusa, la capitana Carola Rackete vio a lo lejos una fila de lanchas rápidas de la policía marítima de Italia. Tal como le habían advertido, las autoridades debían cumplir la orden de no dejar que la capitana Rackete desembarcara en Lampedusa junto a los 40 migrantes que la acompañaban desde hacía varias semanas en su embarcación, la Sea-Watch 3. Sin importarle las consecuencias legales que se avecinarían, la capitana aceleró, chocó levemente con una de las lanchas, y sin que nadie saliera herido logró llevar a buen puerto a las 40 personas que salvó de los peligros del Mediterráneo. La historia de Carola, una alemana de 31 años y miembro de la oenegé Sea Watch desde hace unos años, llegó a las primeras páginas de muchos diarios en el mundo, en especial de Europa. Si bien muchas embarcaciones que se encargan de rescatar a migrantes en el Mediterráneo han tenido conflictos con Gobiernos antimigrantes como el italiano, hasta el momento no se tenía noticia de una capitana que fuera directamente en contravía de una política estatal tan explícita.  Le recomendamos: Carola Rackete, la joven capitana de un barco que fue detenida en Italia por rescatar migrantes Por esa determinación y coraje, muchas personas comenzaron a seguir de cerca la historia de Carola, quien apenas tocó suelo italiano fue detenida y acusada de haber puesto en peligro la vida de las autoridades marítimas del país europeo.

La mayoría de migrantes escapan de sus países por la violencia o la pobreza. En Italia, muchos apoyaron a Carlota. Foto: Getty Images Mientras estuvo detenida, la capitana aceptó una entrevista con el diario Corriere della Sera donde justificó su decisión. En resumen, Carola argumentó que lo que hizo “no fue un acto de violencia, sino más bien de desobediencia”. Agregó que su único objetivo era llevar a gente “desesperada y exhausta a puerto seguro, pero nunca fue mi intención poner a nadie en peligro. Si lo hice en algún momento, me disculpo”. Con respecto a la desesperación o cansancio de los 40 migrantes que salvó, Carola no exagera. Todos los que subió al Sea-Watch 3 salieron de Libia, estado sumido en la violencia y que miles de personas recorren cada mes escapando de las guerras y conflictos internos en sus países de origen, como República Democrática del Congo, Siria, Yemen y Sudán, entre otros. Que un migrante sea devuelto a Libia significa dejarlo a su suerte en un país donde se violan sistemáticamente los derechos humanos. Por esa misma razón, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha recomendado en los últimos años que cualquier persona rescatada en el Mediterráneo a más de 12 millas náuticas de las costas libias debe ser llevada a otro país donde su vida tenga más garantías de ser respetada. Le puede interesar: Europeístas se mantienen en el Parlamento Justamente eso ocurrió. La capitana alemana encontró a 53 migrantes a mediados de junio en una endeble embarcación cerca a Libia. Luego, navegó con dirección a Italia pero las autoridades bloquearon el paso, hicieron una excepción con 13 migrantes que presentaban graves problemas de salud y que sí tuvieron permiso para entrar a Lampedusa. Los otros, junto a Carola, esperaron hasta el sábado pasado para pisar tierra. Mientras estuvo detenida, Carola despertó todo tipo de reacciones. Matteo Salvini, ministro del Interior italiano reconocido por sus posturas de extrema derecha, aplaudió la detención de la alemana y aseguró en una serie de tuits que la capitana había puesto en peligro la “seguridad de todo el país”. Como era de esperarse, su postura fue apoyada por un buen número de italianos que representan la base electoral del partido de Salvini, la Liga. Sin embargo, en Alemania y otros países la imagen de Carola generó mucha más simpatía. Tanto así, que el comediante Jan Böhmermann y el presentador de televisión Klaas Heufer-Umlauf lanzaron una campaña de apoyo a la capitana que, junto a otra colecta digital, alcanzó en menos de una semana un millón de euros para cualquier gasto judicial que se le presentara. Böhmermann explicó su postura diciendo que estaba convencido de que “alguien que salve vidas no es un criminal. Cualquier persona que piense lo contrario está equivocada”. Precisamente, eso mismo argumentó la jueza Alessandra Vella, quien el martes pasado dejó en libertad a Carola. Para Vella, la capitana “cumplió con su deber de proteger la vida y no cometió ningún acto de violencia”. Ante la decisión, Salvini se quejó de la justicia y aseguró que haría todo lo posible para expulsar a Carola de Italia, lo cual también necesita la aprobación de los jueces del país. Lea también: La justicia italiana deja en libertad a la capitana alemana que retó a Matteo Salvini ¿Qué pasará con Carola y los migrantes? Por el lado de la capitana, se demostró que tiene el apoyo de muchos ciudadanos alrededor del mundo y que su decisión privilegió la vida de muchos por encima de la ley de “puertos cerrados” de Salvini. En los próximos meses podrá esperar en libertad su llamado a juicio, en el cual las autoridades italianas presentarán pruebas para argumentar dos de los delitos más graves que pesan en su contra: incentivar la inmigración ilegal y atentar contra la seguridad de agentes del Estado. Por el lado de los migrantes, todos se encuentran en un centro de acogida en Lampedusa y, tal como se ha hecho desde el año pasado, cuando entraron en vigor las leyes antimigrantes del Gobierno Salvini, tendrán que ser trasladados a otros países europeos. El Gobierno francés criticó la manera como Italia manejó la situación y se ofreció a recibir a diez de los migrantes. Se espera que Alemania haga lo mismo en poco tiempo. El caso de Carola Rackete reavivó uno de los asuntos más importantes por discutir en la Unión Europea: ¿qué hacer con los migrantes que huyen de sus países y arriesgan su vida en el mar para llegar a Europa?

Carola Rackete aseguró que salvó a los migrantes tal como “un bombero o un médico lo hacen cuando ven a alguien en peligro de morir”.  El recién renovado Parlamento Europeo deberá debatir en estos años nuevas soluciones para una situación que literalmente resulta mortal para miles de personas. Solamente en 2018, Acnur registró la muerte de 2.000 personas ahogadas en el Mediterráneo. Por eso mismo, voces como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado le han recomendado, una y otra vez, al Parlamento Europeo que tome medidas urgentes al respecto. Sobre todo, insisten en que “el respeto a las vidas y derechos de las personas migrantes y refugiadas estén en el centro de las agendas de la nueva Comisión, Parlamento y Consejo de la Unión Europea”.

Matteo Salvini, ministro del Interior, ha impulsado una política de “puertos cerrados” en Italia. Foto: Getty Images Sin embargo, parece difícil que esto se logre en la mayoría de países del Viejo Continente. Ni siquiera Alemania, gran defensora de los derechos humanos, apoyó sin aspavientos la decisión de Carola, sino que recomendó, con las buenas maneras de la diplomacia, que se le asegurara un debido proceso judicial en Italia. Difícilmente los derechos de los refugiados estarán en el centro de la agenda europea cuando todavía se presenta como un dilema privilegiar la vida o seguir a rajatabla una ley que para muchos resulta injusta.