Hay que reconocer que 2019 fue un año duro para la economía mundial. La incertidumbre mantuvo un crecimiento exponencial a nivel económico y geopolítico. La esperanza de recuperación para 2020 se mantenía a finales del año, pero un buen número de sorpresas aguardaban para iniciar esta década. Con algo de estímulo monetario, The Economist Intelligence Unit (EIU) esperaba que el crecimiento a nivel mundial fuera progresivamente más rápido este año. Pero, por ahora, sabemos que la incertidumbre es aún mayor que la del año pasado, traduciéndose esto a infinidad de escenarios en donde el riesgo es protagonista.

El problema es que esto se ha extendido no solo a nivel económico, sino también a nivel político, social y comercial. EIU recalca un pronóstico de crecimiento del mundo en un 2,9% en 2020, cifra que se acerca a uno de los mínimos de la década. Con esto, se fortalece aún más la proyección que diversas organizaciones multilaterales tienen sobre una desaceleración, impulsada especialmente por una moderación en el crecimiento de Estados Unidos. Así, bajo el análisis de escenarios y modelos de riegos robustos, EIU ofrece una investigación, que brinda el top 5 de los riesgos más representativos que tendrán efectos colaterales en la economía mundial, en un intento por dar una señal de alerta a todas las naciones para detectar las amenazas y poder estar preparados para lo que se avecina. Con una probabilidad del 25%, el riesgo que lidera el ranking es el conflicto entre Estados Unidos e Irán, que tendrá repercusiones al alza sobre los precios del petróleo. La serie de asesinatos y atentados cometidos sólo ha formado un dramático y peligroso escenario lleno de tensiones entre las dos naciones. Estos ataques variarían desde ataques selectivos contra intereses estadounidenses en el Medio Oriente, hasta ciberataques. A través de virus informáticos, existe la posibilidad de que Estados Unidos, o uno de sus aliados, puedan paralizar la energía nuclear iraní, mientras que Irán puede realizar ataques cibernéticos al sector financiero y energético de Estados Unidos.  Por ende, en medio de tantas tensiones, hay una posibilidad de que el Estrecho de Ormuz, por donde para casi el 30% del tránsito mundial de suministros de petróleo, pueda cerrarse por un buen tiempo. Y esto, no significa otra cosa que un pico al alza en el crudo, pudiendo llegar hasta los USD 90 por barril, aumentando no sólo la inflación mundial, sino también una baja en la confianza empresarial y del consumidor. En segundo lugar, con la misma probabilidad del 25%, está el riesgo de una guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea. Desde el 2018 el riesgo se ha mantenido cuando el país norteamericano lanzó una investigación de seguridad nacional sobre las importaciones de automóviles fabricados en el extranjero. Con ello, amenazaron con aumentar los aranceles de las importaciones al 25%.  Prácticamente, estamos hablando del mismo procedimiento de ataque con China. Por lo pronto, no parece haberse acordado una tregua entre Francia y Estados Unidos sobre el impuesto a los servicios digitales que estaba cobrando Francia. Y, en respuesta, Estados Unidos no para de anunciar nuevos aranceles como, por ejemplo, para los aviones Airbus importados de Europa del 15% y un 25% a una larga lista de productos alimenticios europeos.  En tercer lugar, y con una sorprendente posibilidad del 20%, ha escalado como riesgo mundial la epidemia de coronavirus desatada en China. Ya son varias las ciudades que se están viendo afectadas por la entrada de una cuarentena forzada que reducen la demanda interna de bienes y servicios, resaltando las restricciones de movilidad que ha tenido un impacto significativo en el sector de viajes y turismo. No obstante, la probabilidad está calculada con base en un supuesto de que la emergencia esté bajo control a finales de este mes. Sin embargo, podría escalar fácilmente a más de un 25% si no se implementan medidas de control dado que se daría una interrupción crucial del comercio internacional, aumentarían las tensiones comerciales a nivel político, se contraerían los ingresos por exportaciones, sería otro estímulo para inflar el precio de los productos básicos, se incrementaría el gasto por la crisis de la salud, habría un quiebre en la estabilidad financiera, etc. En sí, son muchos males los que se desatarían. En cuarto lugar, con un 20% de probabilidad, está la carga de la deuda que provocaría una recesión en los mercados emergentes. En una década en donde se ha caracterizado las constantes bajas a las tasas de interés, los aumentos de la deuda global son una realidad. Y ante un posible deterioro inesperado en las condiciones del mercado, como una caída en los precios de productos básicos de exportación, muchas economías del mundo entrarían en recesión. Finalmente, pero no menos importante, las protestas desatadas en Hong Kong completan el quinto lugar del ranking. El descontento con el sistema político local ha desembocado fuertes disturbios sociales, lo que podría desencadenar una dislocación económica de gravedad que amenazaría la condición de Hong Kong como el tercer centro financiero más importante del mundo.

Nadie se anticipaba un panorama mundial en el que los riesgos vienen siendo más grandes que las oportunidades. No dejan de aumentar las preocupaciones y las especulaciones sobre cómo terminará la economía para finales de 2020 ante tantas amenazas y dificultades que atormentan su esperado progreso. En definitiva, muchas recesiones y desaceleraciones están por venir.