Cuando Claudia López llegó al Senado, en julio del 2014, lo hizo con el respaldo de una impresionante votación: más de 70.000 votos en la que fue su primera gran incursión en la política nacional.No pasaron los primeros días como senadora y Claudia empezó a destacar entre el resto de los congresistas. Su primer blanco, Álvaro Uribe, a quien se atrevió a llamarlo "sanguijuela de alcantarilla" por haberse salido de ese famoso debate que le promovió Iván Cepeda.Eran apenas sus credenciales. Semana a semana, cada vez que levantaba la mano y pedía el uso de la palabra, todos guardaban silencio a la espera de sus adjetivos, se la dedicaba al presidente Santos a quien no baja de "corrupto" por la mermelada, al ministro del Interior al que señala de torcido, y a los presidentes del Senado, especialmente al actual, Luis Fernando Velasco. Siempre que se abría su micrófono los medios de comunicación pendientes para captar un titular.Dos años y medio después, el aire renovado que le imprimió al Senado, el tono frentero, parecen haber perdido naturalidad y muchos lo advierten ahora hasta hiperbólico y exagerado.Este miércoles, cuando se frustró de nuevo el debate del proyecto sobre el tribunal de aforados, que deberá reemplazar a la Comisión de Acusaciones, una vez más por el ausentismo de los parlamentarios, se marchó cuestionando a los ausentes.Sus gritos se alcanzaron a escuchar cuando increpaba a los parlamentarios uribistas que se habían negado a ingresar al recinto. Les pedía que devolvieran la plata del salario correspondiente a la sesión para que salieran a la calle a hacer resistencia civil. La airada reacción quedó registrada por los medios de comunicación.Video cortesía María Kamila Correa, Blu Radio.