Hubo un tiempo en que Colombia era considerado el país más serio de América Latina en materia macroeconómica. Durante décadas los funcionarios colombianos recorrieron el mundo hablando de las maravillas del 'Bundesbank' de la región, de su estabilidad, del consenso político en torno del manejo conservador de las finanzas públicas y de la inexistencia de moratorias en el pago de la deuda colombiana. En el listado de cualidades de la economía colombiana, se contaba siempre un dato adicional: el país jamás había firmado un acuerdo de contingencias con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La semana pasada esto dejó de ser cierto. Pero lo que pareciera ser la evidencia más dramática de la crisis colombiana, es también un paso correcto hacia la solución de la misma. Enfrentado a la inminencia de nuevos ataques contra el peso y a una grave crisis de confianza en la economía, el gobierno anunció la semana pasada que recurrirá a una línea de crédito del FMI para apuntalar la estabilidad cambiaria y garantizar la financiación del déficit externo. El acuerdo entre el gobierno y las directivas del Fondo, cuyos términos definitivos serán negociados durante las próximas semanas en Washington, se venía estudiando desde la visita oficial de este organismo al país en junio, pero se precipitó en razón a la disparada del dólar a principios de la semana pasada y los renovados temores de devaluación.Según declaraciones del ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, Colombia tendrá acceso a recursos por 3.000 millones de dólares provenientes del FMI bajo lo que se llama un Extended Loan Facility. Esta figura es, en esencia, una línea de crédito a tres años sin desembolsos programados pero de la cual el gobierno puede disponer en caso de necesidad (a estos se agregarán 2.000 millones de dólares en créditos ya comprometidos por parte del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Corporación Andina de Fomento). A cambio del paquete financiero, el FMI le exigirá al gobierno el cumplimiento de ciertas metas macroeconómicas que aún están por definir, pero que según Restrepo encajan con los objetivos previamente establecidos por el gobierno.La noticia fue muy bien recibida por los mercados financieros. Tras el anuncio, la cotización del dólar cayó cerca de 60 pesos, la prima de riesgo de los bonos de Colombia en dólares se redujo en casi un 1 por ciento y el índice de la Bolsa de Bogotá aumentó en más de 4 por ciento. La reacción en los círculos económicos a nivel nacional e internacional fue altamente positiva. Los expertos resaltaron la tranquilidad que le debe brindar al mercado cambiario el hecho de que el gobierno disponga de 'munición' adicional, o lo que el ex ministro Antonio Urdinola llamó "un cupo de sobregiro", para defender la estabilidad del peso. En un momento en que las importaciones están de capa caída, el peso ha dejado de estar sobrevaluado y hay expectativa de cerrar varias privatizaciones en el futuro cercano, una batería de reservas internacionales superior a los 13.000 millones de dólares _incluyendo los recursos del Fondo y la banca multilateral_ debería ser suficiente para tranquilizar incluso a los más escépticos. Más importante aún, los analistas destacaron el hecho de que los compromisos adquiridos con el FMI agregan credibilidad a las iniciativas del gobierno en torno a la reducción del déficit fiscal. Después de todo, solo un recorte importante del déficit podrá asegurar que los capitales necesarios para el desarrollo sigan fluyendo hacia el país en el largo plazo.Sin embargo, la ayuda del Fondo no está exenta de matices negativos. Por una parte, confirma la gravedad de la situación económica colombiana, pues generalmente los países no recurren a este organismo sino en casos de extrema necesidad. Tal es el caso de naciones como Tailandia, Corea del Sur, Indonesia, Rusia y Brasil que han tenido que acudir al FMI en los últimos dos años en medio de graves crisis cambiarias y financieras. Además, desde una óptica de largo plazo, constituye un golpe a la imagen de Colombia en los mercados internacionales. Cada vez que el país ha salido a recaudar recursos en el exterior ha hecho gala de su larga tradición de ortodoxia en el manejo económico y de su condición de único país latinoamericano que no reestructuró su deuda externa durante la crisis de los 80. En este contexto, el acercamiento al Fondo no solo representa la primera vez que Colombia busca un acuerdo formal con este organismo sino que confirma que Colombia cada vez se parece más a las otras deslucidas economías de la región. Finalmente, es un indicador claro de que los esfuerzos acometidos en materia fiscal durante el primer año de la administración Pastrana no dieron resultados y que ahora, con la economía en una situación bastante más delicada, se tendrán que redoblar. El mito del FMIMás allá de estas consideraciones, las cuales están más relacionadas con la gravedad de la situación del país que con la asistencia del Fondo como tal, algunos sectores sindicales y de izquierda han puesto el grito en el cielo por la perspectiva de un acuerdo con esta institución. Los líderes de las principales centrales obreras han criticado la decisión del gobierno argumentando que tendrá graves implicaciones en materia social. Su raciocinio se basa en la experiencia de los 80, cuando el FMI exigió a los países de la región implementar drásticos programas de shock para resolver sus desbalances fiscales y externos. Aunque nadie duda que las recetas de la entidad generaron en su momento profundos costos sociales en algunos países, la verdad es que la lógica de los líderes sindicales parece en las circunstancias actuales bastante trasnochada.Por una parte, el Fondo Monetario de hoy no es el mismo de la década pasada. Su experiencia en América Latina durante los 80 así como las críticas que ha recibido por su intervención en los países del sureste asiático en los últimos años lo han llevado a dar mucho más importancia al impacto social de sus recomendaciones. Hoy en día el Fondo no solo se propone enfatizar el criterio social en el diseño de sus programas sino que con frecuencia hace exigencias en esta materia como condición para el desembolso de recursos. Esto no significa, sin embargo, que haya modificado su posición de recetar fórmulas amargas cuando las circunstancias lo ameritan.Más importante aún es el cambio estructural que han experimentado las economías del continente y, de hecho, las de todos los llamados países emergentes desde principios de los 80. Las diferencias ideológicas entre los técnicos del Fondo y los tecnócratas que manejan las economías del mundo en desarrollo han desaparecido, pues la mayoría de los países han virado hacia sistemas de mercado de corte neoliberal caracterizados por niveles mucho menores de controles y restricciones. En el pasado un programa de ajuste recomendado por el Fondo suponía con frecuencia la eliminación de los controles de precios a los alimentos básicos, los combustibles, y otros productos que afectaban directamente los bolsillos de las clases menos favorecidas. Hoy, en vez de pretender transformar la estructura económica de los países, los paquetes del FMI buscan por lo general reforzar y apuntalar políticas ya emprendidas por los gobiernos. Esta alineación de enfoques significa traumatismos mucho menores en materia social. Finalmente, en el caso específico de Colombia, los objetivos que ha establecido el gobierno, y que según el Ministro de Hacienda han sido validados por el Fondo, no son tan ambiciosos y por lo tanto no tendrán efectos dramáticos sobre la mayoría de la población. Aunque aún no se sabe con certeza cuáles serán los componentes definitivos del acuerdo, a juzgar por las declaraciones de Restrepo, la meta es que el déficit fiscal, que este año será del 3 por ciento del PIB, se reduzca al 2,5 por ciento en 2000, al 2 por ciento en 2001 y al 1,5 por ciento en 2002. En comparación con las exigencias hechas a otros países donde el Fondo ha intervenido, reducciones de esta magnitud son bastante moderadas. Según Juan Luis Londoño, director de Dinero, "con que la economía, que este año se contraerá en un 1 por ciento, crezca el 2 por ciento el próximo año, se puede reducir el déficit en 0,5 por ciento del producto sin ningún esfuerzo fiscal". En este contexto parecería que al gobierno le salieron baratos los recursos del Fondo, pues su desgaste político será relativamente leve. No obstante, los colombianos que dependen directamente del presupuesto estatal sí podrían verse afectados. De acuerdo con los propios cálculos del gobierno, cumplir las metas fiscales de 2000 implicará que el aumento en los gastos del gobierno netos de intereses sea de solo el 8,7 por ciento el próximo año, es decir, más de 1 por ciento menos que la meta de inflación. Cabe anotar que desde hace más de 50 años no se observa en Colombia una disminución real del gasto estatal.En manos del CongresoAunque el análisis anterior permite afirmar que el paquete de asistencia del Fondo será en términos generales beneficioso para la economía colombiana, la verdad es que aún no se puede cantar victoria. Los desembolsos de la línea de crédito dependen del cumplimiento de ciertas metas, principalmente en el campo fiscal. Para cumplir dichas metas el gobierno sostiene que anunciará un presupuesto austero _el "presupuesto de la verdad" lo llamó el Ministro de Hacienda_ y realizará profundas reformas al régimen fiscal de los departamentos y municipios. Sin embargo, el éxito de estas medidas dependerá en buena parte del juego de las fuerzas políticas en el Congreso (ver recuadro). A pesar de que varios de los parlamentarios claves de la oposición en el frente económico, como Luis Guillermo Vélez y Víctor Renán Barco, e incluso el jefe del Partido Liberal Horacio Serpa, han dado el visto bueno al acercamiento con el Fondo, con un gobierno debilitado por la grave crisis económica y el incierto futuro del proceso de paz, ir al Congreso con un programa que implica serios recortes en el gasto regional es una verdadera lotería. Aun si se tratara de un gobierno de origen liberal con evidentes mayorías en las cámaras legislativas, pasar un paquete legislativo como el que anuncia el ministro Restrepo no resulta fácil. Con la coalición de gobierno actual, que ha sido derrotada en innumerables oportunidades en el Congreso aun en temas de importancia estratégica para el presidente Pastrana, como la reforma política, el tránsito por el Congreso del paquete de reformas de ajuste será una empresa titánica. Sin duda el peor de los escenarios es aquel en el cual el gobierno de Colombia acude al Fondo y luego se queda corto en el ajuste. No hay que olvidar que, como lo afirma Santiago Montenegro, decano de economía de la Universidad de los Andes, con esta decisión Colombia "le está reconociendo al mundo que no tenía cómo cumplir con sus obligaciones externas". Pero el gobierno parece dispuesto a apretarse el cinturón y a presentar medidas de corte impopular al Parlamento. Falta ver si los parlamentarios harán lo que les corresponde, caso en el cual será posible afirmar, a la manera de Shakespeare, que a buen final no hay mal principio.¿Qué pasará ahora con el dólar?El lunes de la semana pasada, cuando el dólar se pegó al techo de la nueva banda cambiaria, los analistas predecían una pérdida de reservas internacionales superior a los 1.500 millones de dólares en lo que restaba del año. En este contexto se estimaba que era inevitable el colapso del sistema de bandas en Colombia. Estas circunstancias llevaron a un número importante de personas a demandar dólares, impulsadas por el temor de que en Colombia se desencadenara una situación similar a la vivida en Brasil cuando el real perdió el 50 por ciento de su valor en pocos días.Sin embargo, el martes se empezó a filtrar la noticia de un posible acuerdo con el FMI y el precio del dólar se redujo en más de 80 pesos en un día. Tras confirmarse la noticia del paquete de asistencia del Fondo el jueves en la mañana, la divisa cayó estrepitosamente, al cerrar la semana en 1.815 pesos. Después de una semana de extrema volatilidad, hoy los colombianos se preguntan qué pasará con el dólar en los meses que vienen.Para Stephen Edkins, director de análisis económico de Santander Investment, "la noticia del acuerdo con el Fondo le devolverá la estabilidad al mercado cambiario, pues se frenará la fuga de capitales que se estaba presentando en el país en los últimos días. Por eso en el corto plazo la tasa se debe mantener en un rango de entre 1.800 y 1.900 pesos por dólar". A pesar de esto, para Edkins, "al gobierno le interesa que el dólar se mantenga en la parte superior de la banda", por lo que proyecta que la divisa cierre el año en niveles cercanos a los 1.950 pesos por dólar. Por su parte, Andrés Pardo, vicepresidente de tesorería de ING Barings sostiene que "en los próximos días se espera una tendencia revaluacionista debido a dos causas principales: la primera, el vencimiento de contratos de compra de dólares a futuro, cuya renovación es poco probable ante el cambio de expectativas, y el segundo, el desmonte gradual de la posición en dólares de caja que tienen los bancos, con el fin de cumplir con la nueva reglamentación del Banco Central. No obstante, hacia el final del año es previsible ver un peso con tendencia a buscar el techo de la banda debido a que las tasas de interés caerán, incentivando de nuevo las inversiones en dólares". Estas dos opiniones resumen el sentimiento del mercado, en el que parece haber desaparecido por completo el miedo a un nuevo movimiento de la banda cambiaria. Mientras el lunes la cotización de los dólares a 90 días indicaba una devaluación implícita del 30 por ciento, el viernes la expectativa del mercado era que la divisa solo se depreciaría en un 22 por ciento anualizado. No hay que olvidar, sin embargo, el ejemplo de Brasil, donde a pesar de haber contado con compromisos por parte del Fondo por más de 40.000 millones de dólares, el gobierno no logró cumplir las expectativas del mercado en materia fiscal y perdió de manera dramática la batalla contra la devaluación.La carta de intenciónCuando el ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, anunció el jueves pasado en el Foro de Anif y Fedesarrollo la inminente firma de un acuerdo formal con el Fondo Monetario Internacional, los diferentes medios del país empezaron a especular sobre las posibles peticiones que le hará la entidad crediticia al gobierno nacional para habilitar la línea de 3.000 millones de dólares que han solicitado las autoridades colombianas para garantizar el financiamiento externo en los próximos años.Las dudas se comenzaron a despejar el sábado en el Foro sobre Competitividad realizado en Cartagena. Allí, el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, reafirmó la intención de la entidad de firmar un acuerdo con el gobierno colombiano. ''El FMI _dijo_ ha mantenido un diálogo estrecho con sus autoridades durante los últimos meses. Con base en nuestros contactos con ellas y con representantes de los sectores productivos y financieros, hemos llegado a compartir la visión del gobierno con respecto a la necesidad de tomar acciones profundas''. A renglón seguido, Camdessus enumeró las políticas que deberá adoptar el gobierno colombiano para poder disponer _si lo requiere_ de los 3.000 millones de dólares contemplados en el acuerdo que se firmará en septiembre:· Formular planes para fortalecer las políticas estructurales y financieras.· Implementar políticas rigurosas para reducir el déficit del sector público el próximo año, y en los siguientes.· Vigorizar y modernizar las finanzas de los sistemas de pensiones y seguridad social.· Acrecentar la eficiencia de los programas de descentralización fiscal.· Controlar sin más demora el incremento de los costos, pero protegiendo el gasto público en educación y salud.· Reestructurar y reducir el tamaño del sector público. · Perfeccionar la administración tributaria, al mismo tiempo en que se ampliaría la base del sistema. · Dar prioridad a una reforma del mercado laboral.· Fortalecer la red de ayuda social. Algunas de esas políticas, como lo dijo el propio Camdessus, venían siendo preparadas por el gobierno colombiano, y seguramente habrían sido presentadas al Congreso aun sin la firma del acuerdo. Otras corresponden a la filosofía tradicional del Fondo de presionar un profundo ajuste fiscal. Y serán motivo, con seguridad, de arduos debates en el cuerpo legislativo. Pero todas formarán parte de la 'carta de intención' que tendrá que firmar el gobierno con el FMI para poder contar con sus recursos, y que será la guía de navegación en materia económica durante mucho tiempo. Una realidad que hace apenas 10 años era una pesadilla, pero a la que hoy en día se están acostumbrando casi todos los países del mundo en desarrollo, aunque traiga a la cabeza aquel refrán que empezaba ''mal de muchos...''