Margarita María Sánchez estaba hospedada en el hotel El Peatonal, en el municipio de Ituango. Acababa de llegar de Bucaramanga y pasaría unos días en el pueblo en compañía de su hija Nicolle Quiroz, de cuatro años de edad. Eran un poco más de las 10 de la noche cuando ambas se encontraban cenando en uno de los restaurantes que había cerca al hospedaje. De repente se escuchó una fuerte explosión. Margarita entró en pánico, agarró su niña y comenzó a arrastrase por debajo de las mesas del lugar, buscando un sitio seguro para resguardarse. Después del terrible estruendo, Margarita dice que comenzó a oír gritos y llantos desesperados de los que estaban en la calle Santa Bárbara, uno de los sitios más concurridos del pueblo que por estos días celebraba las Fiestas de la Ituanguinidad. “Cuando vi, mi niña tenía herida su piernita derecha y sangre que le escurría por la cara”, recuerda la joven mujer. Una hora después del atentado, dos helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana despegaron de la base aérea de Rionegro rumbo a Ituango para rescatar a los heridos más graves y trasladarlos hasta Medellín. Margarita, su pequeña hija y otros heridos fueron subidos rápidamente a una ambulancia que los llevaría hasta el helipuerto de la población. Pero cuando avanzaban, comenzaron a salir disparos por todos lados. “El enfermero que iba con nosotros hizo parar la ambulancia y dio la orden de apagar las luces. Pero no nos podíamos quedar quietos, así que nos comenzaron a bajar y en rastras logramos subirnos a otros carros. Yo me fui en moto y mi niña en un carro adelante”, dice Margarita, quien tuvo fractura de costilla y recibió esquirlas en la espalda. Cuando llegaron al helipuerto no pudieron entrar por la parte de adelante. Según el relato de la víctima, un capitán de la Policía, a machete, tuvo que cortar la maleza en la parte trasera del helipuerto y pasarlas por encima de una malla para poder ingresar con a las víctimas y subirlas al helicóptero. Ahora Margarita y su hija Nicolle permanecen recluidas en el hospital León XII de Medellín. Los médicos dicen que con la niña hay que esperar para determinar si se debe hacer una timpanoplastia.