Ana Cristina Rojas es una asistente de producción con gran experiencia en medios periodísticos. Tiene 60 años y siente mucha vitalidad para seguir trabajando por una década más. Pero ese sueño se derrumbó hace poco, cuando su jefe le dijo sin muchos preámbulos que no la necesitaba más y que tenía un mes para salir de ese puesto. Cuando Rojas preguntó la razón, le dijo: "necesito a alguien más joven". Muchas empresas no quieren tener a ningún empleado por encima de 60. Por eso, cuando los profesionales se acercan a esa edad comienzan a sufrir en silencio. Saben que buscar trabajo después de ciertos años es difícil. El problema es que muchos empleadores no han entendido que los 60 de antes no son los de ahora. Hay quienes a esa edad están cansados y quieren retirarse, pero otros como Rojas se sienten aún en la flor de la vida y con mucho conocimiento para dar. Además, necesitan el ingreso salarial. "La mayoría de nosotros no somos viejos a los 60 años, pero los empleadores aún piensan de manera retrograda. Conozco cazatalentos que no escogen a nadie de esa edad a no ser que sea para una junta directiva. Conozco a muchos que a los 50 ya los han despedido y no pueden volver a engancharse", dice Camilla Cavendish, fellow de Harvard Kennedy School y autora de Extra Time: 10 Lessons for an aging World.

Ante esto muchas personas han decidido no poner la edad en su hoja de vida para evitar ser discriminados. No obstante, su larga trayectoria profesional los delata. El índice de oportunidad 2020 de LinkedIn, que se hace para saber cuáles son las obstáculos para acceder a los puestos, reveló datos interesantes. Un cuarto de las personas que hacen parte de la generación X y casi la mitad de los baby boomers dicen que la edad es el principal obstáculo para llegar a un cargo. Según Cavendish, estudios soportan ese resultado. Para el trabajo los investigadores enviaron hojas de vida ficiticias a un reclutador en una empresa. Encontraron que las de los profesionales más viejos tienen menos opción de pasar a una entrevista que las de los jóvenes.

Uno de los mitos que fomenta este fenómeno es que la gente tiende a creer que los jóvenes son más diestros con la tecnología y más proclives a adaptarse. Además de esto, piensan que a la mano de obra joven se le puede pagar más barato que a una con más experiencia. Además de lo anterior, las personas se cuelgan de la idea de que a los 30 trabajará a toda máquina llegará a lo más alto a los 40 y alcanzará el máximo a los 50. El error de esto, según Cavendish, es programar el trabajo más duro a la edad en que las mujeres probablemente están criando. "Esto empuja a muchos fuera de la fuerza laboral con 20 y hasta 30 años de buen salud por delante", afirma. Este tema necesita un cambio de pensamiento, tanto de los empleadores como del empleado. Para empezar, hay que redefinir la edad a la cual la gente se retira del trabajo. Para Cavendish ese momento podría ser a los 75 años y no a los 60. También es importante que la gente deje de hacer la ecuación de que más edad es igual a más salario. De ser así los empleados nunca conseguirán trabajo y los empleadores tampoco contratarán a alguien con experiencia por temor a darle un salario que no es digno de su hoja de vida. "Una vida larga puede ser muy enriquecedora pero no cuando la cuesta abajo empieza a los 50", puntualiza .

Señales de discriminación por edad Los empleadores deben saber cuándo promueven este tipo de distinción en el ambiente laboral. Cuando ofrecen las oportunidades de trabajo a los más jóvenes: esto puede incluir seminarios, conferencias, congresos o acceso a educación continua. No dar a los más viejos las tareas más retadoras: los empleadores a veces solo le dan a los profesionales de más edad los trabajos más aburridos. Cuando los aislan: con frecuencia los más viejos no son llamados a visitar un cliente o a los almuerzos con personas interesantes para la compañía. Asumir que siempre están disponibles: las generaciones más viejas tienden a trabajar más porque se supone que ya no tienen hijos en la casa. Comentarios fuera de lugar: es una manera sutil de discriminación por edad pero igual de frustrante. Con frecuencia son chistes sobre la edad, los planes de retiro, o de que no hace las cosas tan rápido como los más jovenes. Puede también ser más directo como cuando los colegas hacen comentarios para presionarlo a salir de la firma. No le hacen promociones ni aumentos: no tener en cuenta a estas personas para mejores cargos puede ser un error. Después de todo estas personas son las que mejor conocen su empresa.