Con el final de las sesiones ordinarias del Congreso llega la hora de los balances. Había una expectativa alta y muchos esperaban que la nueva coalición del Gobierno funcionara como una aplanadora. Nada de eso sucedió y tampoco hubo grandes debates de control político que pusieran contra las cuerdas a los ministros del presidente Iván Duque. El Congreso, salvo excepciones, hizo una tarea tímida, afectada por la pandemia. Lo que viene en los próximos meses no promete ser distinto. Debido al aumento de contagios de covid-19 en el país, el Gobierno podría citar al Congreso a sesiones extraordinarias en los próximos días para que reglamenten precisamente las sesiones virtuales para lo que resta del año.

Unos ejercicios de trabajo mixto, con presencia de algunos congresistas en el Capitolio y otros desde la plataforma Zoom, no dieron los resultados esperados debido a que algunos legisladores fueron diagnosticados con coronavirus. El senador Roy Barreras, uno de los principales opositores de Duque, señala que esta legislatura será recordada como “la más pobre de la historia del Congreso colombiano”. Barreras, médico de profesión, ha sido partidario de que un reducido grupo de senadores asista al recinto y realice su trabajo presencialmente, como han hecho en otros países.

El contacto físico, los apretones de manos, los abrazos, las charlas de pasillo y los diálogos cara a cara son habituales en el Congreso. Todo eso tendrá que esperar un buen tiempo. No hay condiciones para habilitar sesiones presenciales. Le parece lamentable que el Congreso no haya podido hacer un debido control político a los decretos expedidos para enfrentar la pandemia, entre ellos los que declararon la emergencia económica. Barreras tampoco apoya discutir y aprobar las reformas constitucionales por Zoom, como ocurrió durante este primer semestre. Pero realmente el presidente del Congreso, Lidio García, no tenía muchas opciones para maniobrar. Intentó aplicar un esquema mixto, pero encontró varios problemas logísticos: muchos senadores no están en Bogotá y otros tienen más de 70 años o sufren problemas de salud que obligan a la prudencia. Y tampoco hay vuelos.

Aún en ese contexto, la oposición no cede en las críticas y cuestiona que Duque actúe sin que el Congreso pueda realmente controlar sus decisiones. El senador Jorge Enrique Robledo, de 70 años, ha dicho que la congregación virtual es “inconstitucional, reduce el debate democrático y nunca se lograron hacer los debates a fondo”. En medio de las dudas sobre las sesiones virtuales, presenciales o mixtas, el Congreso quedó paralizado durante un tiempo al comienzo de la pandemia, en marzo, y eso contribuyó a los retrasos. “Se perdió tiempo valioso”, dice el representante a la Cámara José Daniel López, de Cambio Radical. Tanto el senador García como el presidente de la Cámara, Carlos Cuenca, debieron cerrar sus periodos desde una pantalla de computador. Un hecho inédito para una corporación acostumbrada al contacto físico, al apretón de manos, a los abrazos, a las congregaciones masivas, a las reuniones de pasillo o a los diálogos cara a cara.

Desde su casa en Cartagena, García hizo un trabajo aceptable. Buscó brindarles garantías a todos los partidos, pero, como se esperaba, fue cercano al Gobierno y favoreció su agenda legislativa. Algunas de sus sesiones virtuales llegaron hasta la medianoche. A Cuenca, por su parte, algunos le rescatan que se la jugó por algunos debates semipresenciales. "Frente a la magnitud de la crisis, el Congreso ha cumplido una tarea tímida sin mayor control político". El mayor riesgo del trabajo remoto del Congreso era que proyectos de gran relevancia terminaran hundidos por falta de tiempo para tramitarlos. Al final, se lograron aprobar algunas iniciativas de alto impacto, como la cadena perpetua para los violadores de niños, una de las principales banderas del presidente Duque desde sus épocas de campaña, y que pasará a revisión de la Corte Constitucional. También hubo luz verde para el proyecto de pago a plazos justos, que cambia las reglas de juego para las pequeñas y medianas empresas, ya que a partir de ahora los grandes compradores deberán cancelar sus facturas en un tiempo máximo de 60 días. También quedó aprobada, en medio de la virtualidad, la iniciativa de borrón y cuenta nueva, que brinda beneficios para que los colombianos reportados en las centrales de crédito se pongan al día con sus deudas.

Alicia Arango Ministra del Interior, Roy Barreras Senador, jorge robledo Senador, José Daniel López Representante a la Cámara El Congreso también aprobó dos proyectos del representante José Daniel López y que serán fundamentales para crear empleo en medio de la reactivación de la economía. El primero entrega incentivos tributarios a aquellas empresas que contraten a personas adultas que no hayan logrado concretar su pensión. El segundo, valida las pasantías de los jóvenes como experiencia profesional, un requisito clave para aspirar a cargos en el Estado.

Otras iniciativas terminaron hundidas, aunque hacían parte de la agenda del Gobierno y principalmente del Centro Democrático, como la llamada Ley Arias. Esa reforma buscaba autorizar una doble instancia retroactiva para los aforados. En los debates, sus defensores argumentaban que el proyecto iba más allá del caso del exministro de Agricultura del gobierno Uribe. Pero parecía escrito para favorecerlo fundamentalmente a él. Igualmente, quedó en veremos el esperado papel de la ministra del Interior, Alicia Arango, quien iba a ser una de las protagonistas de la política con su llegada al cargo. Debido a la virtualidad, no pudo entrar en acción. No obstante, el Gobierno se da por satisfecho con lo logrado en plena pandemia. Llamó la atención entre los debates de control político el que fue citado, entre otros, por el representante Edward Rodríguez, del Centro Democrático, para pedirle explicaciones a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, por sus acciones en la emergencia sanitaria. Al final tuvieron que hacerlo sin la presencia de la mandataria, que argumentó, para negarse a ir, que las competencias sobre los asuntos de la ciudad recaen en el Concejo. Las anécdotas del Congreso virtual también quedarán para el recuerdo. Por ejemplo, el representante Rodríguez causó polémica porque mientras trotaba en el parque El Virrey asistía virtualmente a una de las sesiones de la Cámara, lo que generó rechazo entre sus colegas e indignación en los ciudadanos. Otra perla fue la del insulto del senador Fabián Castillo a su colega Carlos Fernando Motoa, que quedó en el registro de Zoom.

El 20 de julio serán instaladas las nuevas sesiones del Congreso y los miembros votarán para elegir la nueva mesa directiva. Si los contagios siguen aumentando, el trabajo seguirá por medios virtuales. Desde una pantalla, Arturo Char, de Cambio Radical, tomará la batuta del Senado y Germán Blanco, del Partido Conservador, la de la Cámara. Millones de colombianos regresan cada vez más a sus trabajos, pero el Congreso seguirá a la distancia. Hasta ahora no hay protocolos definidos, ni tampoco garantías para que senadores y representantes vuelvan a sesionar desde el Capitolio, como siempre.