En el día a día, no sólo en la oficina, sino cuando va en el bus o mientras espera a ser atendido en una cita médica, las personas se encuentran con una diversidad de situaciones que pueden ir en contra de lo que piensan o lo que sienten, lo cual, puede desencadenar molestias que algunas se hacen evidentes y otras, mejor, quedan “guardadas”. Pero de aquellas que se hacen evidentes, son las que más pueden representar problemas. Cuando se trata de trabajar con una gran variedad de personalidades y de “genios” (o tolerancia al estrés y la presión), se convierte en todo un reto más cuando hay percepciones o creencias opuestas cuando las personas interactúan entre ellas. Entonces, surge el conflicto, que “es una palabra que normalmente no nos gusta, ha sido asociada con malestar, desgaste emocional y físico, confrontación y pelea”, describe Olga Lucía Jaramillo, directora de la práctica de liderazgo de Lee Hecht Harrison. Pero lo cierto es que cuando hay un problema entre dos o más personas es porque se presentan diferencias entre las formas o percepciones de ideas o modelos. Así, el tema no está en lograr estar de acuerdo, sino en procurar que el otro entienda su posición. “Hacer el ejercicio de entender al otro, le baja intensidad al problema. Ahora bien supongamos que lo entiendo pero no lo comparto, o no me parece que la posición contraria sea adecuada y aun así es necesario llegar a un acuerdo, o plantear soluciones para avanzar; esto implica sacar o crear recursos para construir puentes a pesar de las diferencias”, sugiere la experta Jaramillo. FP le sugiere leer “Las 5 palabras que nunca debe usar para describirse a sí mismo”. Los colombianos Dentro de la diversidad de características que identifican a un colombiano en el ámbito laboral, como su emprendimiento y su actitud social, en los conflictos también hay una situación particular. La experta de Lee Hecht Harrison señala que en el país “la actitud típica es la de evitar los conflictos, sin embargo no solo aparece “el evitar”, también pueden aparecer el confrontar, colaborar, comprometerse, o ajustarse. Todo depende de la importancia que le otorgamos a la situación y el nivel de involucramiento que tenemos”. No obstante, vale aclarar que eso también depende de la región en la que se trabaje y del tipo de sector en el que se desenvuelva la persona. ¿Cómo resolverlos? La verdadera clave de todo esto radica en cómo usted lleva el conflicto. Si es lo que se dice como “fosforito” que ante cualquier cosa reacciona de forma explosiva, estando siempre a la defensiva, sin escuchar, hacer propuestas y, peor aún, teniendo una actitud grosera y de falta de respeto. Por eso, para que usted saque a flote su inteligencia emocional en esos momentos la clave de éxito está en lograr “responder” y no reaccionar. “La reacción es instintiva y se genera del sentimiento de sentir una amenaza, y esto sucede porque lo llevamos al plano personal” explica la experta Jaramillo quien, además, sugiere que se debe observar lo siguiente: • ¿Qué estoy asumiendo? • ¿Qué hechos apoyan mis supuestos y conclusiones? • ¿Qué otras posibilidades he considerado? • ¿En qué estoy soportando mis conclusiones? • ¿Cómo se van a ver impactados los demás (individuos, grupos y organizaciones)? • ¿Cuáles son las consecuencias más probables de tomar (o no tomar) esta acción? Quizás le interese también “Las peligrosas desventajas de ser muy bueno en el trabajo”. El paso a paso Olga Lucía Jaramillo, directora de la práctica de liderazgo de Lee Hecht Harrison, señala que no hay una estrategia o táctica eficiente e igual para todos los problemas, pero la base, para darle solución es: 1. Observarse e identificar sus emociones y pensamientos. 2. Desarrollar un entendimiento común del problema/preocupación. 3. Identificar objetivos / resultados comunes. 4. Desarrollar posibles soluciones y acciones. 5. Acordar los siguientes pasos. Por último, para tener en cuenta y de fácil aplicación: • Reconozca que el conflicto es inevitable y se puede resolver. • Haga preguntas para entender. • Ataque el problema, no a la persona. • Esté dispuesto a considerar alternativas. • Comunique para que la otra persona entienda, verifique el entendimiento. • Confirme los acuerdos (grandes y pequeños). • Considere enfoques y soluciones alternativos. • Demórese en responder y/o desengánchese temporalmente del conflicto. • Determine soluciones compartidas aceptables • Exprese emociones. • Busque soluciones alternativas. • Sea consciente de sus reacciones y de las reacciones de los otros y analícelas. • Reconozca y suspenda los prejuicios y supuestos. • Elimine la carga emocional del mensaje. • Busque un terreno común por encima de las diferencias. • Pida la opinión de los otros y escuche. • Trate de entender el punto de vista de los demás. • Trate de entender primero y busque acuerdos después. • Comparta la información que pueda ayudar a encontrar una solución. • Asuma responsabilidad por su parte en el conflicto Le recomendamos leer también “El jefe, la verdadera razón por la que la gente renuncia”