Después de cuatro años de una batalla legal mezclada con el duelo, Eveline Goubert acaba de ganar un proceso judicial por la muerte de su hija Alejandra, ocurrida en junio de 2013. La Justicia acaba de sentenciar al médico que atendió a la pequeña de 11 años en la Clínica Shaio a 36 meses de prisión. Para la madre, más que la condena, lo importante es que el fallo impone un precedente para que el caso de su hija no se repita. Ese era su propósito, y vivió un largo camino de dolor para lograrlo.Cuando Alejandra nació, Eveline Goubert condujo a su hijo Mateo, de 11 años, hasta la habitación de la pequeña y, frente a ella, se la encomendó. Le dijo que su hermana era un regalo, que sería su compañera de vida. Esas palabras se convirtieron en un pacto inquebrantable. Mateo y Alejandra se amaron hasta sus últimos instantes.Cuando a los 11 años un mal diagnóstico médico se la llevó de repente, Mateo prefirió irse con ella. Eso cree la madre: “Se amaban tanto que se fueron juntos”. Eveline quedó aturdida por un dolor indecible y con un montón de cuestionamientos atorados para hacerle a la vida y a Dios.Siga leyendo esta historia aquí: Vivir tras perderlo todo