Dos reflexiones ponen sobre la mesa la necesidad de diseñar un nuevo contrato social en Colombia. Una esperanzadora, la del empresario Arturo Calle: “El ser humano por encima del dinero”; y la otra, la de una vendedora ambulante que al ser preguntada sobre la obligación de confinarse y no poder salir de su hogar, dijo: “Si no me mata el virus me muero de hambre, me da lo mismo”.  Esa es la realidad que aflora en nuestro país tras la llegada del coronavirus que pone de nuevo en evidencia las contradicciones de una sociedad que se mueve entre la desigualdad y la opulencia. Servirá el covid-19 para que se ahonde más la urgencia de resolver los problemas estructurales de un país  que reclama cambios urgentes en su sistema social y acceso a los más elementales derechos para garantizar una vida digna.  Una vez superado el virus se abrirá la gran posibilidad de que en el país se afiance la inconformidad y aflore un malestar social sin precedentes, ello en caso tal de que la clase dirigente del país no asuma con decisión el importante desafío de superar la inocultable brecha social.    El Gobierno del presidente Duque debe aprovechar la crisis económica y social que se avecina, acelerada, acentuada y profundamente agravada por la presencia del coronavirus, para realizar profundos cambios que no terminen en meras contingencias y soluciones coyunturales, porque en un futuro este tipo de episodios se volverán a repetir. No puede el presidente trastocar el sentido del deber con la comunidad -la mayoría del pueblo colombiano- favoreciendo con sus decisiones en medio de la crisis a los bancos y el gran capital.  Ya comenzó a emitir decretos que comprometen recursos a mediano plazo de los departamentos y municipios dejándolos maniatados y sin dinero contante y sonante para solucionar la crisis que actualmente afecta a sus gentes. Concretamente el decreto 444 no busca en su esencia atender la apremiante emergencia que hoy tienen confinados a 48 millones de colombianos, sino comprometer a futuro los recursos de las entidades territoriales (llámese centralismo puro y duro) para favorecer al sector financiero con los dineros que tomarán atrevidamente del Fonpet (Fondo de Pensiones de entidades Territoriales), del FAER (Fondo de Ahorros de Estabilización de Regalías), FRECH (Fondo de Reservas de Créditos Hipotecarios). Ese deliberado cortoplacismo de Duque, aconsejado por su ministro Carrasquilla, de Hacienda, le traslada toda la responsabilidad a los alcaldes y gobernadores para que sean ellos quienes solucionen, de cara a sus ciudadanos, los problemas de salud, del arriendo de sus locales comerciales, vivienda, los mercados a los más pobres y el drama de los servicios públicos que no dan espera y tocan todos los días a su puerta, pero los quita la plata. Más preocupante aún cuando el 70% de la población colombiana vive de la informalidad y del rebusque y de cómo me levanto hoy unos pesos para el agua de panela y el pan de mañana. Esto no es una reflexión plañidera y menos mamerta como dirían los neoliberales que quieren trasladarle, como siempre ocurre, la solución a las mayorías, es decir, que seamos los trabajadores y asalariados los que paliemos la crisis, mientras los bancos y entidades financieras, cuya ideología es el dinero, nadan en sus multimillonarias ganancias -a octubre de 2019- de 18,4 billones de pesos. De ese dinero el 50 por ciento (9.4 billones) llegó a las cuentas del banquero Sarmiento Angulo, el Grupo Colombia, Davivienda, etc.  Dicen que de toda crisis se abre una nueva oportunidad, pero esa es la que no le interesa a Iván Duque. Prefiere el dinero a la gloria, esa gloria que un mandatario estaría dispuesto a jugarse salvaguardando los intereses de todo un país sin miramiento de clases o grupo de poder. Pero este gobierno es más de lo mismo. Lo demuestra, entre otras, el decreto 457 que nos obliga al confinamiento, permitiendo que la gente vaya a aglomerarse y hacer filas en las entidades bancarias a pagar sus obligaciones bancarias. ¡Qué mezquindad! ¿Qué hacer después del coronavirus? ¿Se habrá hecho esa pregunta el presidente Duque? Es necesario pensar en la comunidad más allá del individualismo exacerbado. El país debe encaminarse a soluciones estructurales de fondo; sin duda, para eso servirá la llegada del virus, para que los serios problemas que padecemos como sociedad se hagan más evidentes; Duque debe entender que el malestar social permanece en estado de latencia y en cualquier momento reverdece. Evítelo, tiene cómo hacerlo, pero eso no se logra con mensajes equivocados como el decreto 444.  @jairotevi