“Todavía hay personas en la calle sin necesidad de estarlo”, dice Luisa María Sosa. “Está bien que haya que salir a tomar aire libre, pero si en realidad no están haciendo algo productivo no veo la razón para hacerlo”, agrega.  Sosa reside en Reino Unido con su pareja Andrés Suaza. Una maestría fue la razón que los llevó al noroeste de Europa. “Yo vine a hacer una maestría, mi esposa me acompañó. Y ya ella trabaja en el sector de retail, yo trabajo en el sector de entretenimiento”, cuenta Andrés Suaza. 

Ambos recuerdan el momento en el que el virus ya no solo alarmó a China, sino que cambió el panorama del continente en el que residen. Suaza se encontraba en una reunión de la empresa en la que trabaja cuando comenzó a oír los rumores que circulaban sobre la enfermedad. Para ese entonces, el país asiático era el epicentro del virus. “Decían que se estaba expandiendo. Ya estaba empezando en Italia y en España pero no habían medidas muy fuertes acá en el Reino Unido”, dice.  De acuerdo con su testimonio, en ese momento la gente seguía con su vida de forma normal, como si nada estuviera pasando. “Seguían abiertas muchísimas tiendas de ropa, todos los supermercados, todos los restaurantes. La pandemia acá se empezó a notar, diría yo, que hace una semana”, cuenta Sosa. Sin embargo, en su caso todo fue diferente. Llevan más o menos tres semanas en cuarentena. Al principio, por decisión propia. “Nosotros decidimos quedarnos en la casa para evitar pues contagiar a otras personas, sabiendo que podemos ser asintomáticos o que nosotros nos podemos contagiar con el virus”.  Escuche el pódcast de los colombianos en reindo unido aquí.

En los últimos días la realidad es otra. La zona residencial en la que habitan llama la atención por la disminución del comercio y de las personas que salen a las calles. Esto se debe a que el Gobierno ha endurecido las medidas frente al coronavirus. “Solo hay ciertas excepciones para salir. Bajo ninguna circunstancia se permiten reuniones con amigos, ni visitas, ni eventos sociales de ningún tipo. Todas las actividades públicas se han suspendido”, cuenta Suaza. De hecho, según explica, en los minimercados también cumplen con la norma de estar a un metro de distancia con las otras personas, a la hora de pagar.  En su confinamiento ambos reflexionan sobre lo que están viviendo. Sienten que las personas no son conscientes de lo que representa para el mundo la pandemia. “Siento que la gente no es consciente que hay algo que está poniendo en peligro la humanidad. Como no les ha tocado, entonces creen que no es algo que les va a pasar a ellos”, dice Suaza agregando que para él ha sido muy difícil el encierro porque sufre de depresión. Para afrontar todo lo que le genera la condición, su rutina se distribuye en hacer actividades como meditar, pintar y escribir. 

Para Luisa María Sosa lo importante no es solo cuidar a los más vulnerables, en este caso a los adultos mayores pues el virus se ha cebado especialmente con ellos, sino a todos. Incluso a nosotros mismos. “Estamos viendo que en Francia están muriendo personas muy jóvenes, de 19 años, 20 años. Entonces no es solamente cuidar a los ancianos o a los adultos mayores, es cuidar a todo el mundo. Cuidarnos nosotros”, dice. Para ella es crucial que las personas comprendan la importancia de quedarse en sus hogares. Con un emotivo mensaje para finalizar sus palabras, Sosa pide solidaridad. “A nuestros abuelos o a nuestros antepasados les decían que tenían que ir a salvar la humanidad, yéndose a la guerra. A nosotros simplemente nos toca quedarnos en la casa. Por favor continuemos cuidándonos como país y como hermanos”.