El peor de los ataques guerrilleros que ha sufrido Algeciras, un pequeño poblado ubicado al oriente del Huila, fue la inspiración del artista y arquitecto Mario Guzmán para crear un 'museo de la guerra'. Ocurrió el 26 de junio de 2000. Por más de 16 horas, un comando de al menos cien guerrilleros de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc atacó esta población campesina y dejó destruidas la iglesia, la estación de Policía y cinco cuadras a la redonda. El maestro Guzmán recuerda que su pueblo natal quedó bajo los escombros y no olvida los rostros de angustia de los algecireños, quienes han tenido que padecer la violencia y sus rigores, desde los años cincuenta.De entre las ruinas que dejó el ataque en aquella jornada oscura, Guzmán rescató imágenes de santos, cuadros y objetos de valor religioso semidestruidos. Estos símbolos de la fe los intervino con casquillos de balas y pedazos de uniformes de militares y policías. "Con ello busco mostrar el sufrimiento y el dolor de todo esto que hemos venido viviendo y soportando", dijo el maestro al enseñar su trabajo, que denominó Transmutación. De la colección llama la atención un Cristo crucificado y rodeado de fotografías con los rostros de los seis niños de la Policía Cívica que fueron masacrados por las Farc en 1991. Esta obra trae a la memoria otro triste episodio que marcó la historia de Algeciras. Este municipio ha sido señalado como el más peligroso del Huila. Su ubicación cerca de la recordada zona de distensión hace que sea paso obligado para la insurgencia. Una zona donde concejales, policías y alcaldes son el blanco de la subversión. Un territorio donde ha muerto más de un centenar de personas inocentes, pero que es para el maestro Mario Guzmán el terruño donde aprendió a querer con sinceridad y a rechazar la violencia con el arte. Hoy, después de recorrer medio mundo y pese a que se podría haber radicado en otra ciudad, prefiere su pueblo, donde comparte su conocimiento con los niños de su región y abre las puertas de su casa-museo a conocidos y extraños.Fue el maestro Guzmán quien restauró el presbiterio de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes luego de la sangrienta toma. "Quise que la comunidad se involucrara en el proyecto de renovación para que tuviera un sentido de pertenencia", destacó.Guzmán y su esposa, Clara Eugenia Leiva, trabajan en crear una biblioteca pública y una escuela de formación artística, donde las expresiones de estos niños y jovenes sean sus únicas 'armas' de progreso y empuje en medio de la guerra."En Algeciras se han invertido los valores y se ha perdido la identidad cultural. La niñez y la juventud no tienen alternativas diferentes a la que brindan las Farc para engrosar la delincuencia; además, en la población pululan la venta de licor, los juegos de maquinitas, billares y casas de lenocinio, sitios que propician que la juventud pierda el tiempo libre que tiene", dice.Finalmente, el maestro Mario dijo que seguirá llevando a varios rincones del país su obra y que nunca abandonará la tierra que lo vio nacer. Ahora, con anhelo, espera que su pueblo no siga siendo una zona guerra.