La silla electrica de Florida había estado ociosa desde abril pasado. En ese mes la ejecución del cubano Pedro Medina causó horror cuando, por un error en la colocación de los electrodos, una enorme llama salió de la máscara del condenado y el humo y el olor a carne asada hicieron que el verdugo accionará el interruptor. Los abogados del siguiente condenado, Leo Jones, interpusieron entonces un recurso con el argumento de que la silla, que ha funcionado durante 74 años, es un castigo demasiado cruel. Sin embargo la semana pasada la Corte Suprema del estado resolvió restaurar la silla en su puesto porque "la muerte se produce en el primer ciclo eléctrico masivo y no resulta dolorosa". Un juez que salvó su voto dijo que el aparato era "más propio para el laboratorio de Frankenstein que para la justicia de la Florida".